PORTACHUELO/René Núñez
04 de mayo 2011
Venezuela: despierta y reacciona en el 2012,
es el momento del cambio democrático…
es el momento del cambio democrático…
La consigna puesta en la calle con ocasión de la segunda visita a Venezuela de Su Santidad Juan Pablo II “Despierta, reacciona, es el momento”
tiene hoy más vigencia que nunca en el país por el estado de desunión,
de división, de resentimientos, de odios, de exclusión, de miseria y de
pobreza en que se encuentra la mayoría de la sociedad venezolana.
La coyuntura sistémica política actual se caracteriza por una extrema polarización de pensamientos y de acciones encontrados, que explica de alguna manera el porqué se vive bajo un clima permanente de amenazas, de chantaje, de zozobra, de sometimiento bajo el amparo y la complicidad de unos poderes de Estado politizados, convertidos en voceros ejecutivos del pensamiento único del régimen, negando al ciudadano común la libertad de vivir la vida desde su natural multiplicidad de visiones, factores e intereses con respeto y con tolerancia en la búsqueda permanente de mayores y mejores oportunidades de crecimiento humano, de seguridad, de prosperidad y de paz.
Este tema, el cual debería ser objeto de preocupación e interés de todos los sectores de la vida nacional, tiene que ver mucho con el encuentro de las mejores ideas y de los mejores propósitos para la construcción de un futuro viable y sustentable capaz de garantizar la igualdad y la libertad de oportunidades en la creación de bienes, obras y servicios, tomando en cuenta las potencialidades naturales y humanas de la nación para emprender la sagrada misión de dar a todos -sin excepción- la mayor suma de felicidad social, en otras palabras, la mayor y mejor calidad de vida integral donde el ciudadano común se sienta satisfecho de las capacidades y de las oportunidades creadas por el Estado con eficiencia y transparencia.
La esperanza como estrategia política no puede quedarse sólo en los discursos como promesa, tiene que convertirse en hechos tangibles, en resultados, haciendo de los problemas soluciones permanentes. La discusión bizantina de estos tiempos de hacer creer que la igualdad social es alcanzable bajo las corrientes del pensamiento de la social democracia, del social cristianismo, del socialismo-comunismo, del republicanismo, del conservadurismo, del liberalismo, entre otros eufemismos e istmos políticos, no deja de ser una premisa errada, pues se ha probado científicamente que el nivel de desarrollo humano está asociado a la inventiva, a la ciencia, a la tecnología, a la gerencia exitosa, aliada de valores como la decencia, el trabajo, el orden, la disciplina, la organización, y los sacrificios y los esfuerzos mancomunados de dirigentes y dirigidos.
La realidad venezolana de hoy ha llegado a extremos inaceptables e injustificables. Se está ante un callejón sin salida, por la manera inconsciente e irresponsable como vienen dirigiendo y administrando los recursos del Estado si control alguno. No puede ser que una nación con apenas 30 millones de habitantes, con el billón de dólares recibidos por la renta petrolera en los últimos doce años, el gobierno de turno no haya podido atenuar los graves problemas estructurales heredados de otros en el pasado como por ejemplo, los de la seguridad: social y jurídica, los de la infraestructura vial y social (viviendas), los de la productividad de las empresas estatales. Por el contrario, los problemas se multiplicaron y empeoraron, sobre todo el de la corrupción y del tráfico y distribución de estupefacientes. Cometiéndose la injusticia de no saldar -siquiera- los inmensos pasivos laborales, de no haber negociado más de 300 convenciones colectivas y no haber actualizado sueldos y salarios oportunamente.
No satisfecho con los incuantificables ingresos petroleros recibidos, el régimen también ha dilapidado los recursos provenientes por concepto de préstamos internos y externos, triplicando la deuda total del país; ahora ha apelado a nuevos endeudamientos a cambio de hipotecar la producción a futuro de minerales de las empresas básicas de Guayana con el agravante de que ningún dólar de los recursos recibidos se ha invertido en la recuperación de las citadas factorías. Entretanto, estas continúan operando con bajo flujo operativo y de caja. Avanza la obsolescencia de equipos y la desactualización tecnológica de los procesos operativos haciendo de los productos no competitivos en el exigente mercado global de estos tiempos. Por otra parte, casos escandalosos y vergonzosos con altos daños patrimoniales a la nación como el de la valija de Antonini, el de Pudreval, el hundimiento de la plataforma petrolera frente las costas de Sucre, el robo de los fideicomisos de pensionados y jubilados de Pdvsa, el de Makled, entre otros, no han sido investigados menos sancionados los responsables materiales e intelectuales. Las consecuencias de esa descomposición ética pública la sufrimos todos con una inflación alta (la mayor de América Latina), con un poder adquisitivo desvalorizado, con un aumento “in crescendo” de la canasta básica de productos alimenticios, con escasez de productos y ofertas de baja calidad, con malos servicios públicos, con más impuestos, con más impunidad y segregación política, con menos libertad y con más violaciones de derechos humanos y derechos democráticos. No hay espacios ni tiempo para más equivocaciones, confusiones y dilaciones. O despertamos y reaccionamos para detener la involución social en marcha de caras al 2012 o simplemente pongámonos de acuerdo para seguir entregando la máxima responsabilidad del Estado a la nueva oligarquía comunista monárquica que nos gobierna cultivando la cultura de la muerte. Me inclino por lo primero.
Twitter: @renenunezr
Pueden oírme en Diplomacia de Micrófono, de 1:00 a 2:00 pm por la emisora LaMejor FM 91.5
La coyuntura sistémica política actual se caracteriza por una extrema polarización de pensamientos y de acciones encontrados, que explica de alguna manera el porqué se vive bajo un clima permanente de amenazas, de chantaje, de zozobra, de sometimiento bajo el amparo y la complicidad de unos poderes de Estado politizados, convertidos en voceros ejecutivos del pensamiento único del régimen, negando al ciudadano común la libertad de vivir la vida desde su natural multiplicidad de visiones, factores e intereses con respeto y con tolerancia en la búsqueda permanente de mayores y mejores oportunidades de crecimiento humano, de seguridad, de prosperidad y de paz.
Este tema, el cual debería ser objeto de preocupación e interés de todos los sectores de la vida nacional, tiene que ver mucho con el encuentro de las mejores ideas y de los mejores propósitos para la construcción de un futuro viable y sustentable capaz de garantizar la igualdad y la libertad de oportunidades en la creación de bienes, obras y servicios, tomando en cuenta las potencialidades naturales y humanas de la nación para emprender la sagrada misión de dar a todos -sin excepción- la mayor suma de felicidad social, en otras palabras, la mayor y mejor calidad de vida integral donde el ciudadano común se sienta satisfecho de las capacidades y de las oportunidades creadas por el Estado con eficiencia y transparencia.
La esperanza como estrategia política no puede quedarse sólo en los discursos como promesa, tiene que convertirse en hechos tangibles, en resultados, haciendo de los problemas soluciones permanentes. La discusión bizantina de estos tiempos de hacer creer que la igualdad social es alcanzable bajo las corrientes del pensamiento de la social democracia, del social cristianismo, del socialismo-comunismo, del republicanismo, del conservadurismo, del liberalismo, entre otros eufemismos e istmos políticos, no deja de ser una premisa errada, pues se ha probado científicamente que el nivel de desarrollo humano está asociado a la inventiva, a la ciencia, a la tecnología, a la gerencia exitosa, aliada de valores como la decencia, el trabajo, el orden, la disciplina, la organización, y los sacrificios y los esfuerzos mancomunados de dirigentes y dirigidos.
La realidad venezolana de hoy ha llegado a extremos inaceptables e injustificables. Se está ante un callejón sin salida, por la manera inconsciente e irresponsable como vienen dirigiendo y administrando los recursos del Estado si control alguno. No puede ser que una nación con apenas 30 millones de habitantes, con el billón de dólares recibidos por la renta petrolera en los últimos doce años, el gobierno de turno no haya podido atenuar los graves problemas estructurales heredados de otros en el pasado como por ejemplo, los de la seguridad: social y jurídica, los de la infraestructura vial y social (viviendas), los de la productividad de las empresas estatales. Por el contrario, los problemas se multiplicaron y empeoraron, sobre todo el de la corrupción y del tráfico y distribución de estupefacientes. Cometiéndose la injusticia de no saldar -siquiera- los inmensos pasivos laborales, de no haber negociado más de 300 convenciones colectivas y no haber actualizado sueldos y salarios oportunamente.
No satisfecho con los incuantificables ingresos petroleros recibidos, el régimen también ha dilapidado los recursos provenientes por concepto de préstamos internos y externos, triplicando la deuda total del país; ahora ha apelado a nuevos endeudamientos a cambio de hipotecar la producción a futuro de minerales de las empresas básicas de Guayana con el agravante de que ningún dólar de los recursos recibidos se ha invertido en la recuperación de las citadas factorías. Entretanto, estas continúan operando con bajo flujo operativo y de caja. Avanza la obsolescencia de equipos y la desactualización tecnológica de los procesos operativos haciendo de los productos no competitivos en el exigente mercado global de estos tiempos. Por otra parte, casos escandalosos y vergonzosos con altos daños patrimoniales a la nación como el de la valija de Antonini, el de Pudreval, el hundimiento de la plataforma petrolera frente las costas de Sucre, el robo de los fideicomisos de pensionados y jubilados de Pdvsa, el de Makled, entre otros, no han sido investigados menos sancionados los responsables materiales e intelectuales. Las consecuencias de esa descomposición ética pública la sufrimos todos con una inflación alta (la mayor de América Latina), con un poder adquisitivo desvalorizado, con un aumento “in crescendo” de la canasta básica de productos alimenticios, con escasez de productos y ofertas de baja calidad, con malos servicios públicos, con más impuestos, con más impunidad y segregación política, con menos libertad y con más violaciones de derechos humanos y derechos democráticos. No hay espacios ni tiempo para más equivocaciones, confusiones y dilaciones. O despertamos y reaccionamos para detener la involución social en marcha de caras al 2012 o simplemente pongámonos de acuerdo para seguir entregando la máxima responsabilidad del Estado a la nueva oligarquía comunista monárquica que nos gobierna cultivando la cultura de la muerte. Me inclino por lo primero.
Twitter: @renenunezr
Pueden oírme en Diplomacia de Micrófono, de 1:00 a 2:00 pm por la emisora LaMejor FM 91.5
FUENTE: Correo del Caroní