AQUEL CORONEL…
Cuando nos referimos a un
coronel, pensamos en una figura siniestra, amañada a las rígidas enseñanzas de
una férrea educación castrense, lo vemos como un ser desprovisto de
sentimientos, incapaz de sentir compasión, cariño y amor por sus semejantes.
Ese tipo de coronel es un ser apático,
desinteresado en cuanto a nobleza, desconocedor del carisma que todo ser humano
tiene que sentir ante el dolor ajeno;
antes por el contrario, es un ser materialista, subyugado por la apetencia de
futuros lujosos, de posesión de grandes cosas como mansiones, yates, joyas
costosas, viajes, mujeres licenciosas o no, por supuesto, con dineros mal
habidos en pro de su propio beneficio, se transforma en un ser creído que se
siente seguro cuando le ofrecen prebendas o cargos importantes que sabemos son ficticios y se convencen ante
la vista de un puñado de míseras monedas, en la creencia que por arrodillarse y
hacer manifiesta la humillación sumisa adoptada para vender su alma inclusive al diablo, cierran
su corazón a la sensibilidad y a la bondad, sin respetar su propia vida, a su
familia, madre, padre, esposa (o) e hijos Este coronel no tiene sentimientos,
corazón ni fe. Abundan los miles de ejemplos que tenemos de esta clase de
coroneles despiadados, aberrantes,
torpes, atorrantes, infieles, incultos que son una verdadera lacra, que no son
merecedores de llevar el nombramiento y el apelativo de coronel. Este grado,
adquirido quizá mediante triquiñuelas y no por condición o vocación
militarista, le queda grande al que lo posea de manera fraudulenta, algunos
afortunadamente no pudieron llegar al grado honorífico de coronel, por
intrigantes y pésimos estudiantes, lo cual a la vista, le resta los méritos que
a otros con valor y jerarquía, merecen
toda clase de condecoraciones y reconocimientos.
Toda regla tienes sus
excepciones y por supuesto, en esta ocasión, estoy segura que sí existen las
excepciones en las reglas: tal es el caso de un soldado de nombre John
Gebhardt, destacado en Afganistan, quien al darse cuenta de que una familia
entera fue vilmente ajusticiada, quedando herida una pequeña con un balazo en
su cabecita,, surgió en el sentimiento del militar, la honra de sentir el amor
por su prójimo y actuando en su condición de hombre y padre honesto, de principios
fundamentales, se hizo cargo de la pequeña, la cual apoyada en su regazo
comenzó a mejorar, quedando demostrado que no importa la férrea enseñanza
castrense, sino la fe, la bondad y la honradez, para dar paso a la
conmiseración para con los desposeídos.
Pero no es solo este caso digno de alabanza; en Venezuela abunda una pléyade de abnegados, honrados, honestos,
leales hombres y mujeres que recibieron el honroso titulo de Coroneles con el
orgullo y la promesa inquebrantable de servir con dignidad y respeto, lealtad y fidelidad a su
juramento. Estos hombres y mujeres probos son adalides en la defensa de
los valores intrínsecos de la Patria. En
todas y cada una de las ramas de los ejércitos militares de Venezuela
existieron y existen Coroneles de gran valía, capaces de dar su vida (en efecto
lo han hecho) por defender sus ideales, como ha sido el caso de los valientes y
aguerridos Coroneles de la Aviación Militar Venezolana, siempre dispuestos a darlo todo en pro de ayudar al prójimo en
momentos de desastres. Muchos de estos valerosos Coroneles han sido dados de
baja y emigrados a otros países por situaciones adversas que no les han
permitido continuar con una carrera que a todas luces, era la seguridad de la
Patria; otros han perdido sus vidas en acciones de trabajo allende los mares,
obedeciendo y sirviendo en otros menesteres.
No soy militar, más debo agradecer a los valientes Coroneles de la Fuerza Aérea Venezolana, piloteando los magníficos helicópteros Súper Puma, quienes arriesgaron sus vidas, para rescatar a los damnificados de la tragedia de La Guaira, motivado a la terrible y dolorosa vaguada del año 1999. En estas operaciones participaron los Pilotos Orgánicos del Grupo Aéreo de Operaciones Especiales No 10 de la Fuerza Aérea Venezolana, Base Aérea de Palo Negro del Estado Aragua, los Pilotos No Orgánicos entrenados en los Helicópteros Súper Puma AS-332-B1. El Comandante de Operaciones Aéreas de la FAV G/B (av.) César Arteaga Arteaga y el Comandante del Grupo No 10 Coronel (av.) Víctor Palencia Alarcón Entre estos valiosísimos personajes mencionamos al Coronel (av.) Sammy Landaeta Millán.
No soy militar, más debo agradecer a los valientes Coroneles de la Fuerza Aérea Venezolana, piloteando los magníficos helicópteros Súper Puma, quienes arriesgaron sus vidas, para rescatar a los damnificados de la tragedia de La Guaira, motivado a la terrible y dolorosa vaguada del año 1999. En estas operaciones participaron los Pilotos Orgánicos del Grupo Aéreo de Operaciones Especiales No 10 de la Fuerza Aérea Venezolana, Base Aérea de Palo Negro del Estado Aragua, los Pilotos No Orgánicos entrenados en los Helicópteros Súper Puma AS-332-B1. El Comandante de Operaciones Aéreas de la FAV G/B (av.) César Arteaga Arteaga y el Comandante del Grupo No 10 Coronel (av.) Víctor Palencia Alarcón Entre estos valiosísimos personajes mencionamos al Coronel (av.) Sammy Landaeta Millán.
HONOR A QUIEN HONOR MERECE.
YAYITTA RAINIERO
Yayitta55@hotmail.com
IMAGEN:
Helicópeto Super Puma -AS332-B1- de la Fuerza Aérea Venezolana, durante en Operativo de Busqueda, Rescate y Salvamento realizado en ocasión de la Tragedia de Vargas. Estado Vargas. VENEZUELA. Diciembre de 1999.