DOUGLAS BRAVO
Cuando algún camarada me pregunta sobre aquellos años de luchas clandestinas que por la igualdad social y la distribución de la riqueza petrolera, irónicamente pienso en mi ahijado Diego Salazar Carreño, hijo del difunto Diego Antonio Salazar Luongo, fundador e ideólogo del extinto MVR. Dieguito, el carajito, es uno los afortunados casos que pueden dar fe, de que la promesa del patriota del 4 F del 92, de generar prosperidad y riqueza para los venezolanos, se hizo realidad. Pero a una reducida escala de beneficiarios, aduladores y parásitos del régimen.
Diego, el único varón de mi compadre Diego Antonio Salazar Luongo, quien murió en el 2003 de cáncer, fue combatiente y miembro del buró político del PRV (Partido Revolucionario de Venezuela). Las persecuciones políticas durante los gobiernos de Pérez Jiménez, Betancourt y Leoni, lo obligaron a abandonar sus estudios de medicina en la UCV y a dedicarse a la lucha clandestina. Estuvo preso y se acogió a la política de la pacificación de Caldera, en la cual no creí. Se dedicó a vender pólizas de seguros para mantener a su familia. Después del 4 F del 92, se incorporó al movimiento civil que apoyo la insurgencia militar. En ese entonces se le veía mucho reunido con Luis Miquilena, el Dr. Negocios, como lo llamaban por su habilidad de utilizar sus contactos durante los gobiernos de AD y Copei, para pedirle plata a los bancos del estado y hacerse el pendejo con sus obligaciones.
En esa época al compadre Diego se le veía muy activo en los cafetines de Parque Central y Sabana Grande, haciendo proselitismo a favor del nuevo líder revolucionario. Formó parte del Comité de Asuntos Internacionales del MVR y salió electo diputado a la Asamblea Nacional. Su hijo Diego, mi ahijado de bautizo, aprendió a vender seguros con su padre, pero su meta era ser cantante. Dieguito, era un bohemio. No se graduó de nada. En el naciente gobierno revolucionario, comenzó a utilizar los contactos para hacer negocios. Luis Miquilena fue clave en ese momento, porque era junto a José Vicente Rangel, un par de leones afeitados, de apariencia honorable y ejemplar pero en el fondo, veteranos en guisos de alta factura.
Pero la dicha estaba por venir. Dieguito, mi ahijado, el que aprendió a vender una que otra póliza de seguro de manos de su padre, se convertiría en el intermediario del negocio anhelado por varios grupos empresariales dentro y fuera de Venezuela. El de la contratación de una millonaria póliza de seguros y reaseguros de PDVSA.
El otorgante, nada más y nada menos que su primo hermano mayor, Rafael Ramírez Carreño, el flamante presidente de PDVSA. Tanto su padre (Rafael Darío Ramírez) y su padrastro (Rafael Darío Coronado) fueron guerrilleros en los sesenta y cercanos a Diego Salazar Longo y militaron en la FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional).
Rafaelito Ramírez era a diferencia de su primo Diego, mucho más pro activo con los estudios. Estudiaba Ingeniería mecánica en la ULA. El primo trujillano, de finos modales, desde muy muchacho le encantaba codearse con gente bien. En la ULA tuvo sus coqueteos con la Democracia Cristiana Universitaria. Sus biógrafos de ocasión, lo colocan como militante de Ruptura en esa época. Pero nada más apartado de la realidad. La única actividad “subversiva” que realizó, fue servir de correo en un par de oportunidades, en el envío de unos paquetes de volantes subversivos que debían ser entregados a Adán Coromoto Chávez Frías. El favor se lo pidió su tío Diego Salazar Longo, Clever Ramírez Rojas y Argelia Melet. Argelia que para aquel entonces era mi compañera sentimental, le tenía mucho cariño a Rafaelito, pero decía que era muy amanerado y que si le hubiesen dicho que los mencionados paquetes llevaban volantes subversivos, el seguramente se iba a negar a llevarlos. Era un carajito muy cagón para esos menesteres. Argelia también le tenía afecto a su ahijado, Diego. De hecho, yo conocí al padre de Diego gracias a ella, porque ambos estudiaban medicina.
Diego Salazar Carreño dio un espectacular salto olímpico cuando paso de vivir en un modesto apartamentico en Parque Central, a comprarse casi todos los apartamentos de un lujoso conjunto residencial (Corteza) de la Urbanización Campo Alegre en Caracas y de adquirir varias oficinas en la Torre Edicampo de la misma urbanización, donde funciona su holding empresarial de intermediación de negocios de alta factura con organismos del Estado, llamado “Inversiones y Asesorías Inverdt S.A” y la Fundación Diego Salazar, este último un artificio sin fines de lucro para darle algo de shampoo social a las actividades de este filántropo de la revolución y quizás para evadir algunas de las obligaciones fiscales con el generoso Estado socialista y revolucionario.
Una de las vedettes de filantrópicas de Fundación, es la Orquesta de Fundación Diego Salazar, una agrupación filarmónica con casi un centenar de músicos, dirigidas por Enrique “Culebra” Iriarte, ex pianista y arreglista de Oscar D´León y en cuyas presentaciones el “Tigre” Rafael, el mismísimo de “Aaaanimooo” en el circuito FM Center, hace los respectivas presentaciones protocolares, pero sin la misma elocuencia utilizada en su popular programa radial “cabillero”. La fundación, según me informó un antiguo camarada que frecuenta a mi querubín ahijado, parece que cancela un salario a cada músico de Bs. 15.000 mensuales. Una nómina de casi de 1.000.000 de Bs F, sin incluir viáticos, prestaciones, seguro HCM. A eso se agrega el salario de Bs. 100.000 del director de la banda, Enrique “Culebra” Iriarte. Los ensayos, tres veces por semana, se realizan en los salones del hotel Marriott, de la urbanización El Rosal. Hasta allí se traslada Salazar Carreño con su sequito de espalderos dirigidos por su jefe de seguridad, el Comisario General (antigua PTJ) Leonardo Díaz Paruta. El mismísimo primo menor, socio y compinche de Rafael Ramírez Carreño, presidente de PDVSA, a cumplir con su sueño de ser cantante, con orquesta propia, pero sin cualidades especiales en el gañote.
Son bien conocidas las presentaciones artísticas del magnate bolivariano Diego Salazar Carreño, rociadas por varios frascos de bebidas espirituosas de exquisita selección en la que se alternan en la sección de vinos: el Château Lafite Rothschild, el Petrus Pomerol, el Romanée-Conti, el Château Margaux. En la sección de champagne Perrier Jouet o el Dom Pierre Pérignon y para los paladares criollos wiskiceros el Johnnie Walker Blue Label y Buchanans Red Seal. Eso sin olvidar los elaborados menús realizados por su cheff privado, dignos de tirar cohetes.
Entre los caprichos de mi ahijado boliburgués no solo se destaca su especial hábito de vacacionar con su familia, amigotes más allegados y parte de su séquito de espalderos y asistentes a la paradisiaca locación saudita de Dubái, sin dejar de pasar la compra hace ya unos años, de una acción en el Caracas Country Club. Este hecho tuvo alguna resonancia en las altas esferas de la oligarquía ortodoxa capitalina, ya que por no tener pedigrí encopetado, se corrió el rumor de que la directiva del club le iba a cerrar el paso a su incorporación, echándole la tradicional “bola negra”. La maniobra fue inteligentemente contrarrestada, con el oportuno lobby de algunos amigotes de ocasión (Bobby Pocaterra, Tite Oteyza Scull y Fernando Sozaya Iturbe, quien para ese entonces era presidente de la junta directiva) y del desinteresado obsequio a cada uno de los 10 miembros de la Junta Directiva, de un Rolex Day Date de oro amarillo. Los mencionados obsequios ablandaron de manera casi mágica los orgullos clasistas y respingados de una Junta Directiva que rechazan visceralmente, las guayaberas rojas.
Rafaelito (Rafael Darío Ramírez Carreño) es a diferencia de su primo hermano Diego, más astuto y calculador. Su tío y Luis Miquilena lo apadrinaron para meterlo en el gobierno. Fue el primer presidente de Enagas, la entidad nacional responsable de estructurar el plan nacional para el consumo del gas. Ahí paso sin pena ni gloria, a excepción de que durante el paro petrolero, el ex Capitán de Altura de la Marina Mercante (PDV Marina) Wilmer Ruperti lo contactara y se ofreciera “desinteresada” y “patrióticamente” para levantar el bloqueo de los buques petroleros atascados en las adyacencias de las columnas de puente del Lago de Maracaibo. Ruperti era un veterano en el la conducción de esos barcos y su ayuda fue clave para que el bloqueo de dichas naves se levantara. Un camarada cercano al comandante Fausto (Alí Rodríguez Araque) en esa época me confirmó que el puente entre Rafaelito Ramírez y Ruperti, lo hizo Claudio Fermín, amiguísimo de Ruperti y fue el que le puso el cohete en el trasero para que de la noche en la mañana se ingresara en la selecta lista de los “boliburgeses de la revolución). Esa jugada no solo premió a Ruperti, unos meses después, Hugo Chávez designó a Ramírez… en julio de 2002. Rafaelito ya estaba en el “cogollo” del poder. Ahora estaba en línea directa con el jefe. A pesar de que sus gestos refinados y voz amanerada, su enlace con el proceso se cimentó con aquello de que PDVSA es ahora “roja rojita”. El cambio de pintura y el gesto adulador gustaron tanto al pastor de borregos, que el 20 de noviembre de 2004, Ramírez lo promueve a presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), una posición que mantiene en el 2007, conjuntamente con la del ministerio que actualmente recibe el nombre de Ministerio del Poder Popular para la Energía y Petróleo. Quien diría que aquel carajito, hijo e hijastro de dos camaradas combatientes, quien coqueteara con el movimiento copeyano de la Universidad de Los Andes, a pesar que las circunstancias biográficos de la conveniencia lo ubiquen como militante de Ruptura en sus años mozos.
Lo cierto es que este otro querubín, también está en la mira. Recientemente, un importante banco de Miami, el Ocean Bank, se le abrió una investigación a través del Departamento del Tesoro yanqui, por un seguimiento realizado a movimientos de cuentas de Rafael Ramírez Carreño y redirección de fondos a bancos en Suiza y Luxemburgo. Un tribunal de la Florida impuso una multa de 12 millones de dólares a dicho banco, que es propiedad del grupo luso-venezolano (Central Madeirense y Blanco Plaza) y por órdenes del Departamento del Tesoro
El expediente pasó al congelador. Posiblemente si la estatal nacional del petróleo (PDVSA), incumpla con los callados acuerdos que tiene el gobierno bolivariano con el imperio norteamericano. Se ha comentado que Rafael Ramírez había encontrado la genial y secreta fórmula para blanquear dinero de la corrupción petrolera y alimentaria (PDVAL) con los propietarios del Ocean Bank, a cambio de ofrecerles negocios fáciles y protección gubernamental, contra la voracidad expropiadora contra bienes y empresas de los potenciales enemigos del proceso revolucionario. La fórmula secreta fue descubierta y develada a las autoridades del Tesoro norteamericano, por una empleada de confianza del presidente del banco, captada por los investigadores federales.
Fuente: www.informe21.com
FUENTE: ABC de la Semana