Maracay, 10 de
Mayo de 2013
“FELIZ DIA DE LAS MADRES”
CIBOREA
Por:
Vinicio Guerrero Méndez“Id a la madre de Jesús, por cuyo corazón pasó también la espada; ella os hablará de mí, y así entenderéis mejor”
Siempre
tratamos de aprovechar este hermoso y solemne día para resaltar las
virtudes que adornan a nuestra querida madre y lo que ese ser tan
especial representa para nosotros. Esta vez y a propósito de tan
significativa fecha deseo hacerles llegar este mensaje apócrifo de lo
que en reciprocidad le valemos como hijos indiferentemente de nuestra
conducta.
Mi
hijo era un hombre correcto y virtuoso, y muy amable y cariñoso en su
trato conmigo. Amaba a su familia, parientes y compatriotas, y aborrecía
a nuestros malditos enemigos, que se visten de púrpura sin que hayan
tejido una sola pieza ni se hayan sentado ante ningún telar; que
cosechan y acopian sin sembrar ni crear.
Mi
hijo tenía diecisiete años cuando lo prendieron por primera vez, por
haberlo sorprendido arrojando flechas contra la guardia que pasaba por
nuestro campo. En aquella edad hablaba a los jóvenes del pueblo, de la
gloria de mi país, pronunciando discursos que yo no podía comprender.
Era un hijo muy cariñoso; también era el único. Bebió la vida en este
seno ya seco. Ensayó sus primeros pasos en este jardín, agarrado siempre
a estas hoy temblorosas manos, que en aquellos tiempos eran más frescas
que las uvas del Líbano. He guardado sus primeras sandalias en un
lienzo de seda, regios de mi madre, que aún conservo en aquella aliazana que todavía está cerca de la ventana.
Cuando
dio sus primeros pasos sentí que yo con él los daba, porque las mujeres
no viajan sino cuando son conducidas por sus hijos.
Me
han dicho que se suicidó tirándose desde lo alto de un peñasco, por
haberse arrepentido de haber entregado a su amigo a sus enemigos. Estoy
segura que no traicionó a nadie, porque amaba a los hombres de su raza y
detestaba a los soldados. Un solo norte tenía en su vida: la gloria de
su país; era el tema obligado de sus pláticas y discursos.
Cuando
conoció a ese amigo me abandonó y lo siguió. Yo sabía que mi hijo se
equivocaría siguiendo a cualquier hombre, porque había nacido para
mandar y no para ser mandado. Al despedirse de mí le advertí de su
error, pero no quiso oírme. Nuestros hijos no oyen nuestros consejos;
son la marea de hoy que no quiere oír la marejada del ayer.
Os ruego no me preguntéis nuevamente por mi hijo. Lo amé y lo amaré hasta el fin de mis días.
Si
el amor estuviera en la carne, quemaría la mía con hierros candentes
para conseguir mi salvación; pero el amor está en lo más hondo del alma,
hasta donde no se puede llegar: Ahora quiero callarme. Id y preguntad a
otra madre más honrada y más noble que la de mi hijo; id a la madre de
Jesús, por cuyo corazón pasó también la espada; ella os hablará de mí, y
así entenderéis mejor.
CIBOREA fue la madre de Judas Iscariote, el hombre que traiciono a Jesús de Nazareth.
¡La
oración! No la dejes nunca por nada. Ella da brillo a tus ojos, ardor a
tu corazón, fuerza a tu voluntad. Persevera todos los días, sin
desistir y Dios te escuchará.
Afectuosamente, Imperfecto.
VINICIO GUERRERO MENDEZ
ENLACE DE PUBLICACIÓN DEL TEXTO: Nueva Prensa de Oriente