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No se han ponderado a plenitud las primarias y sus
consecuencias: despertaron un gigante. El pasado 12 de febrero el cambio no
triunfó todavía, ni se derrotó ya el continuismo, no, pero es un anuncio
inequívoco de lo que pasará si hacemos lo que corresponde una vez que se
despertó el gigante. Tres millones de votos son un indicio contundente de que
vencimos el miedo y de que sí se puede. Adelante pueblo.
A Isoruku Yamamoto, Almirante y Comandante en Jefe de la Flota
Combinada de la Armada Imperial Japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, se
le atribuyó la expresión “se despertó un gigante”, si bien fue utilizada antes
que él, y luego también, en numerosas circunstancias. Esta coyuntura de las
primarias de la democracia y la libertad es propicia para afirmar, con sobrada
razón, despertó un gigante, despertó Venezuela que parecía dispuesta a seguir
sometida a las arbitrariedades de quien se cree y actúa como dueño del país.
La cifra anunciada en la noche del 12 de febrero, tres
millones de votos, tres millones de participantes en las primarias, dejó en el
sitio a casi todos, fulminó el espíritu del presidente Chávez quien tardó en
reaccionar, vomitando entonces odio e insultos contra su joven opositor quien
luce David ante Goliat, esperanza contra frustración, futuro versus pasado.
Catorce años ya ubican al Teniente Coronel en el ayer, de frente al pueblo
agotado pero esperanzado, que pide cambio y clama justicia.
El gigante despertó. La primera tarea es, por supuesto, que
el pueblo se mantenga despierto y activo ante los atropellos y la inequidad. La
segunda es que nos organicemos. El pueblo estructura ya sus comandos que
apellida Tricolor; da forma a un plan y estrategia de acción que lo conduzcan a
triunfar sobre el dinero, el poder, la mentira y el miedo. La organización es
vital, como es fundamental que cada uno de los tres millones de compatriotas
que nos atrevimos el 12-F, hagamos algo más que mantenernos firmes en la idea
de votar por el cambio el 7 de octubre. Que cada uno de nosotros -como nos lo
requiere Capriles Radonski- arrastre dos para totalizar nueve millones de votos
para el cambio necesario.
Estos días, estos algo más de seis meses que nos separan del
7-O, deben ser para la protesta enérgica frente a los ya casi catorce años de
ineficiencia, corrupción y desmontaje de nuestras instituciones, lo que nos
hace perder identidad y fuelle como pueblo.
Tiempo de protesta dijimos, hora en que todos caigamos
en cuenta de que este gobierno dio lo
que tenía que dar, ya está agotado; lo único que lo mueve hoy es el deseo de
permanencia en el poder y usufructo de los cargos del Presidente y su equipo
cercano. Hago referencia al equipo cercano, porque uno tiene ojos para ver, y
lo que vemos en los predios que le fueron afectos al Presidente guapetón que
pasa el día peleando y confrontando hasta su propia sombra, es que ya están
cansados de mucha palabra y poco resultado: no le vemos queso a la tostada. Es
tiempo de reclamarle lo no hecho o mal hecho. Como se ha dicho, somos un país
en crisis; pensemos en servicios elementales como agua y luz; en la inflación, el
desempleo, la inseguridad o en el grado de frustración que afecta a muchos, y
el de confrontación de todos contra todos que nos aniquila.
Podemos derrotar el continuismo y la corrupción, es factible
construir el país que deseamos. El gigante que despertó es invencible: cuando
un pueblo se decide a avanzar, no hay fuerza que lo detenga. Adelante
Venezuela.
PACIANO
PADRÓN
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