Miles de venezolanos salieron a votar en New Orleans. (Cortesía de Darío Ungredda)
En medio de una muy comprensible tristeza por la derrota sufrida en Venezuela, tomamos varios viajeros el micrófono del sistema de sonido del autobús y reflexionamos frente a los demás que permanecían atónitos y callados. Luego quedamos sorprendidos por lo simple y terminante de las conclusiones ahí expuestas.
Así que, amigos lectores, los hago partícipes de ellas, tal cual si fueran Uds. pasajeros de nuestro autobús en este inolvidable periplo electoral, veamos: Hugo Chávez, astuto gerente de mercadeo comunista pero pésimo e inmoral administrador, ya no tendrá a quién culpar este próximo mes de enero del 2013, cuando se venzan más contratos colectivos de la administración pública; haya que pagar una deuda externa venezolana en miles de millones de dólares; y necesariamente comenzar a sincerar el precio de mercado interno de la gasolina venezolana.
Las reservas internacionales venezolanas para ese entonces estarán secas y el oro que respaldaba al estado, se lo habrán llevado todo de las bóvedas del Banco Central de Venezuela. De haber ganado Capriles, éste se hubiera conseguido con todo lo anterior y además con una Asamblea Nacional Venezolana y un Tribunal Supremo de Justicia totalmente Chavista, amén de un generalato totalmente parcializado por el viejo gobernante. Todo ello hubiera hecho inmanejable la situación del nuevo gobierno de la unidad opositora, el cual en sólo 6 meses se hubiera convertido en chivo expiatorio de 14 años de saqueos y despilfarros del régimen Chavista.
En consecuencia, el fondo del presupuesto venezolano se secará abrupta e inesperadamente para el gobierno nacional, sus chulos y parásitos. Así que, los Chavistas que hoy viven sin trabajar -gracias a las dádivas de su amado líder- se pondrán furiosos, creciendo la conflictividad a grados de un eventual estallido social.
Veremos pues a un populista y enfermo gobernante haciendo maromas para evitar que la gente que votó por él incendie al país con sus protestas vandálicas. Tal cual le pasó a Carlos Andrés Pérez en 1989. La historia se repite. Las condiciones están dadas. Si a eso sumamos que Chávez está debilitado por el cáncer que lo aqueja y que al morir no dejará sustituto (pues no permite ninguna personalidad descollante a su lado). Entonces, amigos lectores, podremos visualizar por una razón u otra que, el liderazgo naciente de Henrique Capriles tiene desde ya un pie sembrado en el Palacio de Miraflores.
REMISIÓN: Navegao
FUENTE: La Prensa Latina