Jueves, 20 de Diciembre de 2012
¿Qué nos pasa Venezuela?
El 2012 que está por irse en pocos días no satisfizo mis deseos como
ciudadano creyente de la prosperidad, de las libertades, de la
diversidad del pensamiento y de la acción, de la solidaridad inteligente
y de la participación permanente para exigir cambios en procura de una
mayor y mejor calidad de vida integral individual y colectiva.
Descontento estoy por los resultados de gobernabilidad como los
electorales de este año.
El balance del gobierno quedó de nuevo en rojo, a pesar de
los inmensos e incuantificable (porque el gobierno no informa) recursos
recibidos provenientes por venta petrolera (promedio anual de 95 dólar
por barril), impuestos (IVA y Seniat), préstamos nacionales y
extranjeros; los cuales volvieron a resultar insuficientes para ponerse
al día con los compromisos laborales, reflotación de las quebradas
empresas estatales de Guayana, mejoramiento de la infraestructura
sanitaria, construcción de viviendas, recuperación y nueva construcción
de infraestructura vial, inversiones en materias: agroalimentaria,
educación, seguridad y programas sociales productivos en los sectores
sociales más vulnerables. La inflación se mantuvo por enésima vez en dos
dígitos, la devaluación de la moneda continuó su carrera de deterioro
de nuestro ya frágil poder adquisitivo, desaparecieron productos
alimenticios y medicinales.
Por otro lado, se siguió adelante con el proyecto socialismo comunismo del siglo XXI
excluyendo en lo político, en lo económico, en lo social a todos
aquellos venezolanos y venezolanas no simpatizantes o comulgantes del
proceso totalitario en marcha.
En cuanto a lo electoral tuvimos dos comicios, el de las
presidenciales el 7-O y el de las regionales el 16-D, ambos ganados por
el oficialismo. Si uno lo analiza desde el punto de vista
lógico y racional tomando en cuenta la realidad de país que tenemos y
padecemos, no encontramos explicación alguna. La excusa de la oposición
de atribuir a la abstención la última derrota no es válida porque en las
presidenciales participó el 80% de electores, y en la de gobernadores y
diputados regionales el 47%. Y ganó Chávez. Con resultados económicos y
sociales inferiores a los del 98, excluyendo, mintiendo, impidiendo la
descentralización, restringiendo las libertades, afectando la economía y
propiedad privada, sin controlar la corrupción, la inseguridad, sin
estimular la producción de bienes y servicios nacionales, por el
contrario siguió con su política de importación que ronda por los 50 mil
millones de dólares.
Algo pasa a nivel de la oposición. De su dirigencia. Que después de 14 años no ha podido ganar una elección a Chávez,
cuya única fortaleza política sigue siendo su excepcional poder de
comunicación con las masas para transmitir esperanzas de un “futuro
edén” sin fecha de compromiso, y sin vergüenza alguna recordar de vez en
cuando a sus seguidores “no importan los apagones, la inseguridad, los
huecos de las calles, no tener que comer, ni vestirte, con tal de
defender la revolución, la patria que es él”.
La oposición en vez de buscar “chivos expiatorios” para justificar las derrotas recibidas como las de este año,
lo que tiene que hacer es más bien revisarse en lo interno, reconocer
sus errores y desaciertos para no repetirlos de nuevo. Debe prepararse
desde ya para un escenario sin Chávez en la presidencia, muy probable
por su evidente deterioro estado de salud; cualesquiera sean las nuevas
estrategias a ejecutarse, las mismas deben asumirse bajo el compromiso
ineludible e impostergable de la unidad de todos los factores
democráticos; pues Chávez sigue demostrando tener conexión afectiva con
el pueblo; y cuenta con un Estado complaciente con sus arbitrariedades.
Feliz Navidad. No veremos de nuevo en enero 2013.
Internacionalista