Lunes, 4 de febrero de 2013
DESDE EL PUENTE
Oswaldo Álvarez Paz
TRAGEDIA Y FATALISMO
El
título de estas reflexiones fue utilizado por mí hace algunos años. Quizás con
algún sentido profético. Hoy tiene más vigencia que entonces. Para este momento
no hay instrumentos institucionales que puedan detener la destrucción de la
democracia. Queda muy poco de ella. Vivimos al filo del abismo. Quizás ya
estamos rodando cuesta abajo, si por abismo entendemos consolidar a este
régimen castro-comunista o como quiera llamarse. Lo cierto el infierno está
cada día más cercano. Los insultos, agresiones obscenas y violencia física e
institucional de los últimos días, hablan por sí solos. Maduro, Cabello, Jagua
y ese almirante “en jefe” Molero, actual ministro de la defensa, parecen una
junta de gobierno de tercera categoría que sólo pueden apelar a la represión
para mantener al gobierno de facto que teóricamente encabeza el impedido Hugo
Chávez Frías desde La Habana. Carecen
de toda legitimidad ética y legal, pero están allí, instrumentos conscientes de
quienes dirigen todo desde el exterior.
Las
fuerzas armadas perdieron el monopolio de las armas. Hoy las comparten con
paramilitares, uniformados o no, con bandas del crimen organizado y con unas
neopolicías tan ineficientes como corrompidas. Se libra una verdadera guerra
que sale de las sombras a la luz pública. No olvidemos que cuando las balas dan
en el blanco preciso… comienza la guerra. Quien promueve una confrontación
innecesaria puede ser irresponsable y hasta criminal. Pero quien la evita
cuando es indispensable librarla por razones de principio y de interés
nacional, puede calificarse igual y hasta de cobarde.
Nadie
sabe como salir definitivamente de esta crisis. Los cauces normales están
agotados y las gestiones políticas, hechas de la mejor buena fe, han fracasado.
La dirigencia opositora tiene que entender que en sus manos está permitir la
destrucción de la República
o impedirlo, luchando por su reconstitución, aunque tenga que ofrendar la vida
en el intento. Todos sabemos que enfrentaremos un temporal de resultados
inciertos, pero precisamente por eso, los dirigentes tienen que asumir graves
responsabilidades. Hasta los más idiotas entienden que el país está dividido.
Civiles para todos los gustos y militares silenciosamente al borde de la confrontación
interna, son signos inequívocos de lo que está por llegar.
A 21
años del 4F-92
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 4 de febrero de 2013