¿Quién asesinó a Hugo Chávez?
“Porque tú a mis espaldas me hiciste traición
hoy por eso te voy a quitar lo farsante” Juan Gabriel
hoy por eso te voy a quitar lo farsante” Juan Gabriel
Los farsantes
No sé si fue el jefe del cartel de la mafia boba, Miguel Rodríguez 
Torres, y sus demenciales y cinematográficas tragedias conspirativas las
 que me hicieron volver a escuchar los desgarradores dramas musicales de
 Juan Gabriel, lo cierto es que fue al divo michoacano y su 
interpretación de “La farsante” quien me hizo entender la trama bufa que
 han tejido Nicolás Maduro y su jefe, Fidel Castro, tras la enfermedad y
 muerte del teniente Hugo Chávez para adueñarse de Venezuela.
Quién iba a imaginar que un canto popular latinoamericano, siempre 
visionario y terapéutico, me haría aguzar los sentidos y abrir los ojos 
ante tan enigmático deceso.
Recomiendo a los lectores que escuchen a Juan Gabriel -la reina 
blanca de la fiesta mexicana-, y su “La farsante”, para ver si se les 
prenden los sentidos como a mí y le mentamos la madre a coro al 
madurismo y a sus jefazos los Castro, por farsantes.
Hugo Chávez: tengo cáncer
Aunque conocemos de sobra lo embustero que Fidel Castro ha sido y es,
 no fui jamás uno de los incrédulos que pensó que la enfermedad de 
Chávez se trataba de otra de sus farsas.
Cuando Hugo Chávez se pronunció públicamente sobre su enfermedad y 
anunció que la “pelota de béisbol” que le encontraron en la zona pélvica
 contenía células cancerígenas, supe desde el primer instante que era en
 serio.
Sin embargo, debo confesarlo, no pensé que fuera a morir, pensé que 
con los avances científicos y la evolución de los tratamientos médicos, 
Chávez sanaría su cáncer.
Dilma Rousseff, Fernando Lugo y Luis Inácio Lula da Silva habían 
logrado sanar -o mejorar- sus respectivos cánceres al ser tratados con 
éxito en el Hospital Sirio Libanés, con medicina verdadera no farsas 
cubanas ni brujerías.
¿Por qué Hugo Chávez no habría de curar su enfermedad?
Hugo Chávez: me curé del cáncer
Mi pensamiento al respecto cambió cuando insospechadamente Chávez 
decidió ponerse en las manos médicas de Fidel Castro y sus prisioneros 
de la medicina cubana.
Hugo Chávez no tenía salvación. No sólo porque la medicina cubana 
tiene años de retraso respecto a la medicina venezolana y mundial, sino 
porque Castro, cuya megalomanía no admite ninguna competencia, acabaría 
con su aprendiz de dictador, cometiendo lo que en el derecho se conoce 
como un “homicidio culposo”.
No me alegré, lo digo honestamente. Me hubiese gustado ver a Chávez 
tras las rejas o derrotado democráticamente, pero en manos de su médico 
de cabecera, Fidel, su destino estaba escrito: moriría.
Castro, un embebido del poder, un fingidor de siete suelas, es 
conocido por las traiciones con las que se deshizo, entre muchos otros, 
del Ché Guevara o de Camilo Cienfuegos. Cuando en torno a la enfermedad 
de Chávez surgió el más estricto y disciplinado secretismo entendí lo 
obvio: el discípulo había caído en las garras siniestras de su maestro.
Lo confirmé aún más cuando Chávez -todavía delirante por la cantidad 
de drogas que contraindicadamente le estuvieron suministrando para 
mitigar el dolor y mantenerlo vivo hasta las elecciones- llegó de uno de
 sus viajes a Cuba anunciando “estoy libre de enfermedad”, que estaba 
curado.
Estaba totalmente perdido en la farsa médica cubana y del maquinador del mal: Fidel Castro.
Hugo Chávez: Nicolás Maduro será mi sucesor
Lo incomprensible, por indolente, inhumano y maquiavélico, es que 
hayan obligado a Chávez a rechazar el ofrecimiento de Dilma y de Lula 
para ser tratado con medicina real y eficaz en Brasil.
Fidel nuevamente se salía con la suya, su psicótica megalomanía 
triunfaba. Además, empujó a Chávez a completar una suicida campaña 
electoral que lo llevó sin ninguna duda a la muerte.
Hoy sabemos que el haber rechazado la oferta de los brasileños y el 
haber desconfiado de Venezuela y de su medicina lo llevó al cruel 
respiro final, al estertor, a la muerte.
Considero que Castro lo tenía todo previsto, por no decir 
planificado. Sacrificaría a su discípulo e impondría a un criado como 
sucesor: Nicolás Maduro, su cómplice, para adueñarse de Venezuela.
Maduro, el criado obsecuente, quien años antes había sido adoctrinado
 en Cuba, era la garantía absoluta para lograr lo que Rómulo Betancourt y
 nuestras fuerzas militares le habían negado al comunismo cubano en los 
años sesenta, a fuego limpio.
Nicolás Maduro: Chávez ha muerto
Fidel Castro, consciente o inconscientemente, su brujería médica y su hipocresía, llevaron a Chávez a la tumba, lo asesinaron.
Lo que seguramente era un cáncer tratable, como tantos otros, terminó
 siendo la excusa perfecta para acabar con la vida del teniente de 
Sabaneta. ¿Por qué? Porque con Chávez tenían un aliado y benefactor, 
pero sin él serían dueños totales de Venezuela (como hoy lamentablemente
 es un hecho ante la mirada complaciente de nuestros militares).
Su cómplice incontrovertible es Nicolás Maduro, el único autorizado, 
aparte de Castro, para conocer el verdadero estado de salud y 
tratamiento de Chávez. Entre ambos manejaron con fina perversidad a 
Chávez y lo condujeron en alfombra roja rojita a su desenlace mortal. 
Aquella irresponsable conversación de cinco horas con el convaleciente y
 agónico Chávez fue la estocada última.
Nicolás Maduro anunció la muerte de Chávez y dio inició a la traición
 más grave que ha conocido Venezuela en su historia: la entrega de 
nuestro país y de nuestra riquezas al invasor cubano y a su patrón, el 
dictador Fidel Castro.
No creo que paguen su culposo crimen (o no tan culposo). Sin embargo,
 Juan Gabriel nos ha dado con su canto la posibilidad de mentarles la 
madre a ambos -a coro- por farsantes. Eso hacemos: mentarles la madre 
por un lado, pero, por otro, luchar con más fuerza y convicción para 
liberar a nuestro país de la farsa castrocomunista.
A falta de militares que nos reivindiquen y honren, este escrito es mi artillería, mi fuego limpio…
FUENTE: Noticiero Digital 
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de GRANMA 






