La intervención militar
EDDIE A. RAMÍREZ S.
martes 22 de octubre de 2013 12:00 AM
¿Por qué intervienen los
militares para cambiar el rumbo político de un país? ¿Se justifican
estas intervenciones? La teoría de que los militares intervienen por
ambición política solo es cierta en algunos casos. Generalmente, esas
intervenciones se producen porque existe un malestar colectivo más o
menos generalizado y los militares perciben que los civiles no pueden
resolver los problemas que aquejan al país. En el fracaso de los civiles
en el ejercicio de gobierno está la excusa y a veces la justificación
que esgrimen los militares para actuar.
Cuando los poderes del Estado son autónomos y al frente de los mismos hay funcionarios íntegros, los países logran evitar mediante los controles institucionales y con elecciones las indeseables intervenciones militares. Las crisis se presentan cuando se cierra la vía electoral, cuando se viola la Constitución o cuando se produce un estado de anarquía que impide la gobernabilidad.
Por ejemplo, la intervención militar del 18 de octubre de 1945 se justificó para desplazar los restos del gomecismo dentro del ejército y de la administración pública. El bonachón Medina Angarita quería imponer a su sucesor, por lo que no estaba dispuesto a realizar elecciones en las que todos los venezolanos pudiesen votar. En esa oportunidad los militares buscaron y obtuvieron el apoyo del partido Acción Democrática. El 24 de noviembre de 1948 se produjo como reacción al malestar por el sectarismo de AD, lo cual han reconocido muchos de sus dirigentes. ¿Pudo evitarse este golpe que contó con el apoyo tácito del partido Copei? Desde luego que sí, pero faltó madurez política. La intervención militar del 23 de enero de 1958 contó con apoyo popular y se produjo por los atropellos del régimen y porque el dictador Pérez Jiménez cerró la vía electoral.
Varias intervenciones militares fallidas ocurrieron posteriormente. En todas ellas el argumento fue que los civiles no gobernaban de acuerdo a los intereses del país. Según algunos "el pecado de los militares no es por intervenir en momentos de crisis, sino por perpetuarse en el poder". Sin embargo, en condiciones normales no deben ser árbitros que deciden cuándo intervenir, sino expresar sus inquietudes e incluso ejercer presiones, si el caso lo amerita, a través del alto mando. El 11 de abril del 2002 ese mando actuó correctamente al recomendar dialogar y, posteriormente, al desobedecer la orden de Chávez de arremeter contra una manifestación pacífica, aunque después faltó comando para una transición adecuada.
Hoy el alto mando es sumiso, la Fuerza Armada está dividida y hay varias docenas de oficiales en el exilio. La incógnita es ¿cómo evalúan los militares activos la doble nacionalidad de Maduro, la creación de las milicias, la injerencia de los cubanos, la marcha hacia el castrocomunismo, el entreguismo a Guyana y las constantes violaciones a la Constitución? A los civiles no nos corresponde despejar esa incógnita, sino votar el 8 de diciembre, seguir protestando los atropellos y convocar una Constituyente.
Como en botica: Nuestra solidaridad con el diario 2001. La censura sigue ganando terreno. Ahora también importamos gas de bombona desde Catar.
Cuando los poderes del Estado son autónomos y al frente de los mismos hay funcionarios íntegros, los países logran evitar mediante los controles institucionales y con elecciones las indeseables intervenciones militares. Las crisis se presentan cuando se cierra la vía electoral, cuando se viola la Constitución o cuando se produce un estado de anarquía que impide la gobernabilidad.
Por ejemplo, la intervención militar del 18 de octubre de 1945 se justificó para desplazar los restos del gomecismo dentro del ejército y de la administración pública. El bonachón Medina Angarita quería imponer a su sucesor, por lo que no estaba dispuesto a realizar elecciones en las que todos los venezolanos pudiesen votar. En esa oportunidad los militares buscaron y obtuvieron el apoyo del partido Acción Democrática. El 24 de noviembre de 1948 se produjo como reacción al malestar por el sectarismo de AD, lo cual han reconocido muchos de sus dirigentes. ¿Pudo evitarse este golpe que contó con el apoyo tácito del partido Copei? Desde luego que sí, pero faltó madurez política. La intervención militar del 23 de enero de 1958 contó con apoyo popular y se produjo por los atropellos del régimen y porque el dictador Pérez Jiménez cerró la vía electoral.
Varias intervenciones militares fallidas ocurrieron posteriormente. En todas ellas el argumento fue que los civiles no gobernaban de acuerdo a los intereses del país. Según algunos "el pecado de los militares no es por intervenir en momentos de crisis, sino por perpetuarse en el poder". Sin embargo, en condiciones normales no deben ser árbitros que deciden cuándo intervenir, sino expresar sus inquietudes e incluso ejercer presiones, si el caso lo amerita, a través del alto mando. El 11 de abril del 2002 ese mando actuó correctamente al recomendar dialogar y, posteriormente, al desobedecer la orden de Chávez de arremeter contra una manifestación pacífica, aunque después faltó comando para una transición adecuada.
Hoy el alto mando es sumiso, la Fuerza Armada está dividida y hay varias docenas de oficiales en el exilio. La incógnita es ¿cómo evalúan los militares activos la doble nacionalidad de Maduro, la creación de las milicias, la injerencia de los cubanos, la marcha hacia el castrocomunismo, el entreguismo a Guyana y las constantes violaciones a la Constitución? A los civiles no nos corresponde despejar esa incógnita, sino votar el 8 de diciembre, seguir protestando los atropellos y convocar una Constituyente.
Como en botica: Nuestra solidaridad con el diario 2001. La censura sigue ganando terreno. Ahora también importamos gas de bombona desde Catar.
FUENTE: EL UNIVERSAL