Los
nuevos imperialismos
Fernando
Ochoa Antich.
Las cada día más complejas relaciones
entre Rusia, China y Venezuela exigen de un detenido análisis para determinar
sus graves consecuencias. En ningún caso estoy afirmando que es inconveniente
establecer nuevas relaciones políticas y económicas con esos países o con
cualquier otro. Diversificar nuestros vínculos internacionales es un paso
importante, pero considero muy negativo que Venezuela empiece a jugar, como una
ficha, en el tablero mundial, sea manejada por
Rusia o por China. Permitir que se utilice a nuestro país en el
enfrentamiento geopolítico que ha empezado a surgir entre estos dos nuevos
imperialismo y los Estados Unidos es una imprudencia inaceptable. La política
internacional exige de frialdad y tino, siendo sumamente delicado que se maneje
en base a odios o a imposiciones ideológicas. Venezuela es una potencia media
de la América Latina. Ese es el papel que debe jugar…
Además, es muy peligroso entrar en un
juego de ese orden, dependiendo la economía venezolana del mercado petrolero
norteamericano. El gobierno de los Estados Unidos nos compra más de 700.000 de barriles diarios. No creo que la
adquisición realizada por China de 600.000 barriles, pagados por adelantado,
pueda reemplazar el mercado norteamericano. Esto se agrava, ante el hecho del
tipo de petróleo que Venezuela exporta y las complicadas características del
exigente patrón de refinación. En fin un difícil problema, que se complica
cuando ha empezado a conocerse las posibilidades petroleras canadienses,
norteamericanas y mexicanas. Hay que considerar en el análisis que Estados
Unidos, Canadá y México pertenecen al ALCA, y que además son aliados políticos.
Tampoco se puede olvidar el gran cambio generado en la política petrolera
mexicana…
Un
aspecto que es necesario resaltar en cualquier análisis que se haga de nuestra
realidad geopolítica, es la creciente debilidad que se observa en la capacidad
de Venezuela para decidir con plena autonomía su política internacional. Si
analizamos nuestra historia, sólo es posible comparar la actual y dolorosa
etapa de mal llamada Revolución Bolivariana con la vivida durante los primeros
años del siglo XX. La deuda nacional, producto de la guerra de independencia y
de los malos gobiernos liberales, nos condujo a la invasión de las potencias
europeas. Es verdad, que en estos tiempos eso no ocurre, pero las deudas hay
que pagarlas, se quiera o no se quiera. Venezuela, después de la cancelación de
la deuda en 1930, no había vuelto a solicitar créditos internacionales. Lo
hizo, durante el primer gobierno del presidente Pérez, con la finalidad de
financiar un importante proyecto de desarrollo: la Gran Venezuela.
Las
consecuencias fueron a la larga muy negativas…En exacta justicia, Carlos Andrés
Pérez preservó un importante equilibrio financiero al mantener el endeudamiento
nacional similar al monto depositado en el Fondo de Inversiones de Venezuela,
pero el proyecto de desarrollo era de tal magnitud que se requerían fuertes
inversiones en el tiempo. La única manera de lograrlas era garantizando el
natural incremento de los precios petroleros. Lamentablemente, eso no fue es
posible. Dichos precios, a partir del gobierno de Luis Herrera, empezaron a
variar de una manera difícil de predecir hasta que al final se mantuvieron, por
más de una década, a la baja. De todas maneras, el endeudamiento nacional sólo
alcanzó 30.000 millones de dólares, de los cuales se lograron pagar cerca de
4.000 millones de dólares en casi veinte años de gobiernos democráticos. De
todas maneras, muchas de las obras se concluyeron.
Esa
no es la circunstancia actual. El endeudamiento nacional, el cual puede
alcanzar la sorprendente cifra de 230.000 millones de dólares, sólo ha financiado gastos corrientes. La deuda
rusa, que alcanza varias decenas de millones de dólares, fue utilizada casi
exclusivamente en gasto militar. En el caso de China, las relaciones económicas
son más amplias, pero es tal la opacidad que envuelve esos acuerdos que es muy
difícil precisar sus alcances y requisitos. Existen rumores de que los créditos
obtenidos cumplen onerosas condiciones financieras: “Venezuela paga un interés
a la tasa Libor y un plus internacional y que además existe un elevado nivel de
corrupción”. Es verdad, que el petróleo se cancela a precio internacional, pero
“cada barril tiene un descuento de $ 2,50, debiendo cancelar además el flete
hasta Singapur que puede alcanzar cerca de 3 dólares por barril”. Los
venezolanos deberíamos conocer con detalle lo que se oculta detrás de esas
negociaciones…
Caracas,
27 de julio de 2014.
@FOchoaAntich
REMISIÓN: Fernando Ochoa