1 de febrero de 2015, 21:58
Gobierno
de ficción
Por: José Vicente Carrasquero A.
Uno tiene ya más de quince años
escuchando cuentos. Parece que la manera de compensar la incapacidad de
planificar e implantar soluciones a los problemas de los venezolanos se
quisiera subsanar con historietas que pretenden justificar el peor desempeño de
gobierno alguno en nuestra historia republicana.
Muchos de estos cuentos han
estado relacionados con supuestos atentados contra quienes han ocupado la
presidencia. Uno tiene que obligatoriamente preguntarse: ¿quiénes están detrás
de estos supuestos magnicidios? ¿Por qué no hay personas detenidas por estas
denuncias? Más importante aún: ¿cuál es el interés de alguien de cometer tan
atroz crimen? Y surgen preguntas adicionales: ¿por qué el resto de los
presidentes de nuestras Américas no sufren de tan grave amenaza?
Todo indica que tales denuncias
ocurren cuando hay la necesidad de cambiar los temas en la agenda pública o
cuando se quiere generar sentimientos de solidaridad con los presidentes. En todo
caso, ha funcionado como mecanismo para mantener esa división artificial de
nuestra sociedad que ha caracterizado la política venezolana en los últimos
tres lustros.
El otro macro-cuento que se
mantiene permanentemente en el discurso oficialista es el de la amenaza de
golpe de estado. Este es quizás el que genera más confusión visto el control
que el gobierno actual dice ejercer sobre el aparato militar venezolano. Tan
solo el primero de Febrero, Maduro denunció que Biden, vicepresidente de los
Estados Unidos, estaba metido en un plan para derrocarlo.
Y vienen las preguntas: ¿Se puede
dar un golpe de estado sin la participación de los militares venezolanos?
¿Tiene Biden tanta ascendencia sobre nuestros militares como para llevarlos a
una ruptura del hilo constitucional? ¿Es acaso una denuncia de Maduro de la
existencia de una grave fractura en el seno de nuestras fuerzas armadas? ¿Por
qué otros países de las Américas no sufren de amenazas similares?
Ante la incapacidad de atender
eficazmente la crisis económica que nos acogota y empobrece minuto a minuto, se
vuelve a apelar a la historieta de la guerra económica que llevan a cabo los
supuestos miembros de la oligarquía venezolana. Les confieso que ante tan
trillado argumento quedo más confundido.
¿Qué es lo que tenemos en
Venezuela como gobierno? ¿Es un gobierno socialista o es una oligarquía? Porque
la existencia de oligarcas lleva a pensar que ellos son los que tienen el poder
y que los oficialistas no pintan mayor cosa. La triste realidad, sin embargo, es
que la economía venezolana nunca había estado tan intervenida por un gobierno
como en este preciso momento que usted lee estas líneas. Eso es lo que a la
postre explica la magnitud del desastre que estamos viviendo. Quienes son
incapaces de mantener un hospital funcionando o de impedir que el hampa se haya
apoderado de las calles, pretenden tener éxito manejando la industria y el
comercio del país.
Para explicar la escasez se acude
a la historieta del contrabando. No voy a negar que ese haya sido un problema
de larga data en nuestro país. Pero, por eso mismo: ¿cómo es que el contrabando
produce desabastecimiento en estos momentos y no lo hacía antes? ¿Qué ha pasado
con la guerra contra el contrabando? Se entiende que si la misma ha sido
exitosa, entonces debió haber desaparecido el problema que supuestamente
generaba.
Lo cierto del caso es que el
gobierno se maneja en el éter de una propaganda insensata que lo único que
desnuda es su incapacidad para conducir el país. Se monta todo un tinglado, una
ficción, donde el gobierno venezolano
termina siendo la triste víctima de una conspiración planetaria. Todos se han
puesto en contra de un gobiernito que, a decir verdad, no le genera dolor de
cabeza alguno a ninguno de los supuestos enemigos.
En mi modesta opinión, la
inacción de este gobierno y su permanente uso de las historietas, se debe a que
no entienden el problema por el que atraviesa el país y no logran atinar con
las medidas que se deben poner en práctica para salir del atolladero.
Antes del párrafo de cierre, un
dato: a Venezuela le entraron por concepto de petróleo entre 1999 y 2013 más
del doble de dinero que el que facturamos entre 1918 y 1998. ¡Más del doble!
A los venezolanos nos gustaría
que no nos contaran en este momento aciago, a dónde fueron a parar la inmensa
cantidad de recursos que entraron a la nación durante los últimos quince años.
¿Qué obras de envergadura representan semejante gasto? ¿Dónde están depositados
los ahorros a los que apelaremos en la época de vacas flacas? ¿Cómo nos vamos a
mantener competitivos en un mercado petrolero cada vez más reñido? ¿Cuándo es
que se van a implantar las medidas que sacarán a Venezuela de la crisis?
¿Cuándo, quienes gobiernan, van a pedir al pueblo les excuse el habernos
hundido en tan profunda crisis en plena bonanza petrolera?
Esas son las historias que estoy
seguro a los venezolanos nos encantarían escuchar.