EDITORIAL »
Maduro, descolocado
El chavismo cambia EE UU por España en su búsqueda de un enemigo exterior de Venezuela
El País
17 ABR 2015 - 00:00 CEST
El acercamiento entre Washington y La Habana, escenificado en la
Cumbre de las Américas, ha dejado completamente descolocado al
presidente venezolano, Nicolás Maduro, cuyo discurso populista necesita
un enemigo externo que justifique y oculte los problemas internos. Por
ello, la grave crisis diplomática abierta entre Venezuela y España, con
gran carga agresiva por parte del régimen chavista, presenta importantes
diferencias respecto a situaciones anteriores.
Al contrario de lo que sostiene el mandatario venezolano, el Parlamento español no ha aprobado ninguna resolución contra su país. Lo que ha hecho es unirse al coro de reputadas voces internacionales que piden la iberación de los presos políticos en Venezuela, indispensable para salir de la profunda crisis en la que se encuentra. El Parlamento no se ha inmiscuido en la soberanía venezolana.
Al contrario de lo que sostiene el mandatario venezolano, el Parlamento español no ha aprobado ninguna resolución contra su país. Lo que ha hecho es unirse al coro de reputadas voces internacionales que piden la iberación de los presos políticos en Venezuela, indispensable para salir de la profunda crisis en la que se encuentra. El Parlamento no se ha inmiscuido en la soberanía venezolana.
La reacción de Maduro ha sido doble: por un lado, el insulto personal al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, así como a la institución del Congreso, inaceptable en un marco internacional civilizado, y la amenaza de castigar los intereses españoles en Venezuela bajo el eufemismo de “revisar exhaustivamente” las relaciones con España. Además, ayer, el expresidente Felipe González, fue denigrado por el presidente del Parlamento venezolano, Diosdado Cabello. De este modo Rajoy, González y el Parlamento español han ocupado en este momento el puesto de Bush, Obama y el Congreso de EE UU en la retórica oficialista boliviariana.
El lenguaje de Maduro no es nuevo. Siguiendo la estela de Hugo Chávez, las expresiones “racista” y “conspirador”, entre otras, abundan en sus diatribas. Lo que ha cambiado es que —a diferencia de lo que sucedió hace pocas semanas— ya no aplica ese lenguaje a EE UU. La reacción española se ha ajustado al manual de las relaciones diplomáticas. La protesta verbal ante el embajador venezolano en Madrid no es una contestación dirigida a aumentar la tensión. Al contrario. Las relaciones con Venezuela son importantes pero eso no puede hacer que se pase por alto el que importantes líderes opositores venezolanos hayan sido encarcelados de forma arbitraria. Como ha subrayado muchas veces el periodista Teodoro Petkoff —galardonado ayer con el Premio Ortega y Gasset— son arrestos “sin sentido y sin justificación”. Y el Congreso español ha acertado al denunciarlo.
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Obama presiona (11-03-15)
Ayudar a Venezuela (27-02-15)
Basta de represión (22-02-15)
REMISIÓN: Pedro Salazar M.
IMAGEN: Cortesía de DIARIO ROTATIVO / Politólogo afirma que Maduro quedó descolocado en Cumbre de Panamá