Bobocracia
José
Vicente Carrasquero A.
Venezuela
se mantiene en un estado de atraso y miseria que le impide entrar, como el
resto de las naciones de la región, a enfrentar los retos que impone el siglo
XXI. Y no puede ser de otra manera cuando la mayor riqueza de la historia fue
dilapidada de forma escandalosa sin que se puedan dar pruebas fehacientes de
que los gastos incurridos fueron de beneficio para el país.
Como
protagonistas de esta vergonzosa historia tenemos a un grupo de personas que se
han hecho llamar revolucionarios y que con Chávez a la cabeza, contribuyeron al
saqueo del tesoro nacional creyendo que estaban promoviendo la consolidación de
una potencia. Estas personas se caracterizan por su poco entendimiento de lo
que significa un país y por su poca capacidad para dirigirlo. Según el
diccionario, a estos individuos se les conoce como bobos.
En
una expresión de ingenuidad y candor nos dicen que Venezuela será una potencia.
El desconocimiento del término se hace evidente en la medida que van argumentando.
No se puede decir que los dirigentes del país tengan el conocimiento necesario
para sacarnos de la miseria y llevarnos por la senda del desarrollo.
Los
últimos dieciséis años están llenos de ejemplos. Solo hay que revisar el triste
estado de abandono en que se encuentra la infraestructura del país. No se puede
hacer una potencia en un país en el que el racionamiento eléctrico se usa para
justificar la incapacidad de los administradores del sistema y el robo o mal
uso de los recursos que se han destinado
al sistema de generación de energía.
El
asunto de los trenes ha terminado siendo un gran cementerio de obras
inconclusas y fortunas mal habidas. Basta circular por la Regional del Centro para
ver kilómetros de esa obra de ferrocarriles inconclusa que supuestamente
comunicaría distintas localidades del país. Y ese es un nimio ejemplo cuando se
hace un inventario de puentes no concluidos como el tercer puente sobre el
Orinoco o no comenzando como el segundo sobre el lago de Maracaibo.
Los
bobócratas hablan de potencia mientras los venezolanos se ven asediados por
enfermedades que ya habían sido erradicadas en los sesenta del siglo pasado.
Los que padecen de cáncer mueren de mengua esperando una atención que nunca
llega. Los bobos no entienden que cuando mantienes medicinas a precios
irrisorios están abriendo todo un mercado paralelo que se aprovecha de esos
subsidios.
La
bobocracia, después de más de tres quinquenios malbaratando el dinero de los
venezolanos, viene con la brillante idea del racionamiento de alimentos,
medicinas y demás elementos necesarios a través de un sistema interconectado de
capta huellas. Hay que ser verdaderamente ignorante para pensar que así se
construye una potencia.
Los
bobos que nos gobiernan se siguen empeñando en imponer más controles sobre una
economía que languidece al borde del colapso. Es más que claro que el gobierno
no cuenta con un solo economista que entienda la realidad de lo que está
pasando. Es de bobos esperar que puedan
entonces producir una solución para los problemas que aquejan a los
venezolanos.
En
el colmo de la bobería encontramos esto de combatir el hampa por las buenas.
Llegando a la desfachatez de llamar buenandros a quienes asesinan y roban a
cientos de venezolanos todos los días. El hampa desbordada nos ha escamoteado
entre otras cosas esa soberanía que según la constitución reside en el pueblo.
¿Quién se puede sentir soberano auto arrestado en su casa para evitar ser
víctima del hampa?
Hay
que ser verdaderamente bobo para creer que el control de cambios sirve para
impedir la fuga de divisas. Por el contrario, la promueve. Nadie en su sano juicio mantiene posiciones en monedas
que no son libremente canjeables en el mercado internacional. El control de
cambio ha terminado siendo un nido de alimañas que se enriquecen todos los días
haciendo trampas a unos bobos que de verdad creen que pueden controlar. Por
cierto, solamente unos bobos pueden hacer una rueda de prensa para denunciar
que una página web y unas casas de cambio en Cúcuta pueden fijar a placer el
precio de la moneda.
Como
respuesta al asalto cometido contra el tesoro público por la boli-burguesía, la
fiscal anuncia haber dictado pena contra unos individuos que en medio del
festín resultaron ser los que se robaron las sobras que dejaron los nuevos
magnates que disfrutan de sus fortunas mal habidas con total impunidad fuera
del país. Todo eso para que unos bobos piensen que se están tomando medidas
contra los delitos cambiarios. Los verdaderos ladrones están a salvo. Los
bobócratas son sus cómplices.
Solamente
un bobócrata puede argumentar que Venezuela es víctima de una guerra económica
que ellos, los bobos, no han sido capaces de evitar. ¿A cuenta de qué habría
una guerra económica contra el país? ¿Por el petróleo? Bobo-argumento. Si fuese
por eso, Brasil, Colombia y Ecuador debían también ser blancos de esos ataques.
Lo cierto es que el argumento de la guerra económica es una expresión de la
desesperación del bobo que no sabe qué hacer en la situación que vive el país.
Un
error de dimensiones universales de la bobocracia lo constituye la demanda a
medios de comunicación nacionales por difundir una noticia que sale publicada
en medios internacionales y que además forma parte de un libro de amplia
difusión. Los bobócratas han subestimado el impacto negativo que esta acción ha
tenido en la ya degradada imagen del gobierno venezolano. Pareciera una burda
imitación de las medidas que el capo Pablo Escobar tomaba contra los medios que
denunciaban su participación en el narcotráfico.
La
bobocracia arruinó el país. No tienen la capacidad para resolver nuestros
problemas. No saben cómo hacerlo. Peor aún, no los entienden. Venezuela tiene
que decirle no a los bobos. Los venezolanos estamos obligados a comenzar a
imponerles la agenda a los políticos en general. No podemos seguir siendo
víctima de un manejo atolondrado de nuestras riquezas.
Venezuela
debe tomar la senda del desarrollo antes de que se haga realidad la terrible profecía
del Doctor Francisco Herrera Luque en su libro póstumo 1998.
http://www.fundacionherreraluque.org/2012/04/libro-1998-de-francisco-herrera-luque.html#.VVT73VXtmko