EXCELENTISIMOS JUECES
Vinicio Guerrero
Méndez
El mundo necesita: Hombres que sean sinceros y
honrados en lo más íntimo de sus almas. Hombres que no teman dar al pecado el
nombre que le corresponde. Hombres que no se vendan ni se compren. Hombres que
se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos. ELENA DE WHITE
En cierta
ocasión conversaba con un señor mientras
esperaba una consulta. Este me relataba
tristemente un hecho insólito que le ocurrió hace veinticinco años. Había sido condenado por un juez a pagar una condena de veinte años aún habiéndose confesado inocente.
Me sentí muy nervioso cuando me enteré de su condición de ex presidiario y a la vez conmovido por su desgracia pero
más doloroso fue su final pues resulta que meses antes de finalizar su condena se
comprobó su inocencia.
Bajo
esta condición puedo entender que el juez se equivocó pero no justifico el daño
que le causó a un inocente y cuanto más
a su familia. Estos casos pienso
son aislados cuando no existe mala intención en las partes.
Siempre
he querido pensar que en el dictamen de un juez está la mano de Dios y será mejor que así sea
porque para quienes
ejerzan la función de jueces deben sumar atributos de naturaleza moral e
intelectual, donde su finalidad última
sea la verdad y el predominio de la ley.
Los rasgos de la personalidad del juez deben ser inherentes a su investidura como mandatario
de la ley, promotor de la razón y propagador de lo bueno y lo justo. Todo ello
justifica la excelencia, basada en un código de honor inalterable, porque la
justicia es una virtud del alma.
Ser juez es ser sincero en sus determinaciones, de igualdad entre las partes y sin ningún
prejuicio. Su preparación intelectual y el conocimiento de la ley, de la
jurisprudencia y de la doctrina es esencial. Ser juez es ser forjador de la
historia, ya que sus resoluciones son pronunciadas en nombre del Estado y
tienen efectos innegables en la sociedad.
La verdad está edificada en su alta investidura,
sin ella sus dictámenes
carecerían de raíz, sin ella no sería posible depurar a la abogacía de todas
sus miserias. Pero ¡Ay si profanan esta verdad! porque
entonces serían falsos jueces.
Los jueces falsos se validan entre sí, donde uno aplaude, afirma y
establece al otro, pero no es el pueblo quien los ha legitimado para ejercer
tan importantes cargos ha sido lastimosamente su servilismo
En lugar de eso, rinden tributo y cumplen a un mandato que no avala su propia
conciencia sino que se lo impone una
fuente ¿Cuál es la fuente que los induce a emitir juicios falsos? ¿No fue acaso
Judas con su traición escarmiento para los hombres de hoy? ¿Cómo saben que no
están juzgando a Jesús? No temen vivir el resto de sus días con el rostro atormentado por la culpa de haber
condenado un inocente? ¿Por qué condenan por tan
escasas monedas? ¡Ay de ustedes! Porque si en verdad existe el mal también la
justicia. El mal tiene fin la justicia es eterna y siempre llega porque en
secreto de pocos Judas pregonará verdad.
¡Ojala! no se hayan equivocado al
emitir sentencias injustas o complacientes porque con el mismo martillo conque administran injusticia golpean sin clemencia
las estigmas de Jesús esas que hace dos mil años jueces injustos como ustedes
lo condenaron para complacer al hombre.
Sus estigmas están vivas y cada vez le serán más dolorosas mientras los jueces
de hoy no vean la verdad como la ve
Dios.
¡Libertad
para los presos políticos!
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y
expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus
opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
(Art.19 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos)
Afectuosamente,
Imperfecto.
VINICIO GUERRERO
MENDEZ