Carta
al Secretario General de la OEA
Por. Fernando
Ochoa Antich.
Señor Luis Almagro
Secretario General de la OEA
Washington.
Defender
los principios, con dignidad y firmeza, como usted lo ha hecho en su respuesta
a la ofensiva carta de Elías Jaua, ha producido en mí una profunda admiración
hacia su persona. También creo interpretar el sentimiento de la gran mayoría del pueblo venezolano al
agradecerle profundamente sus acciones en defensa de nuestra democracia. En
verdad, Venezuela es regida, desde hace más de dieciséis años, por un gobierno
que se dice democrático por su origen electoral, pero que es en realidad un régimen de marcada tendencia
totalitaria y militarista. Usted señala que la “democracia es el gobierno de
las mayorías, pero también lo es garantizar los derechos de las minorías”. Eso
nunca ha ocurrido en Venezuela durante estos años de gobierno chavista, ya que
el mentor de esta farsa, Hugo Chávez, mantuvo siempre que los opositores a su
régimen no eran adversarios políticos sino enemigos que había que destruir
“hasta hacerlos desaparecer como núcleo social”.
Voy a tratar de resumirle los grandes
problemas políticos que enfrenta Venezuela, aunque estoy seguro que usted los
conoce perfectamente bien. Es verdad, que en estos dieciséis años se han
realizado numerosas elecciones, pero también
es cierto que en dichos procesos electorales no ha habido la equidad
necesaria entre el oficialismo y la oposición, creando tal ventajismo a favor
del gobierno que los resultados no han sido aceptados por amplios sectores de la opinión pública
nacional. De allí que, aún siendo el
señor Nicolás Maduro legalmente presidente de la República, su
legitimidad es permanentemente cuestionada como consecuencia de las
innumerables violaciones de la Constitución Nacional que cometió para poder ser
candidato presidencial y la certeza que tienen millones de venezolanos de que
no habría triunfado en las elecciones presidenciales contra Henrique Capriles
si no se hubiera encargado ilegalmente de la presidencia de la República para abusar, como lo hizo, indebidamente del poder..
El socialismo del siglo XXI no cree en
la democracia representativa, ni en el estado de derecho, ni en el pluralismo democrático y mucho menos en la
alternancia republicana. Su tendencia totalitaria se expresa, entre otros muchos
hechos, en la total falta de independencia de los poderes públicos. Si usted
analiza esa concentración de poder se dará cuenta como todos los poderes
públicos son controlados de manera absoluta por militantes del chavismo, para
que de esa manera sus decisiones sean siempre orientadas a satisfacer los
intereses políticos del régimen. Un caso realmente grave ha sido la
partidización del poder judicial y su utilización en la persecución de la
oposición política. Todas las sentencias en contra de sus líderes han sido
manipuladas por los distintos jueces al negarles
totalmente el debido proceso. Los juicios contra López, Ledezma, Rosales, Scarano y
Ceballos son apenas los nombres más conocidos de una larga lista de presos y exiliados políticos
de este régimen, el cual viola flagrantemente las libertades ciudadanas.
Uno de los objetivos fundamentales del
chavismo fue destruir el sentido institucional de la Fuerza Armada violando de
manera flagrante el artículo 328 de
nuestra Constitución que establece “que la Fuerza Armada es una institución
esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado
para garantizar la independencia y
soberanía de la Nación… En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio
exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política
alguna”. Se ha llegado al extremo en la violación constitucional que algunos mandos se han atrevido a señalar
en actos militares que la Fuerza Armada es chavista, revolucionaria y
socialista. Además es público el permanente adoctrinamiento político que
reciben sus cuadros, a los cuales se les
obliga a asistir a actos del PSUV y a rendir culto a la memoria del fallecido
teniente coronel Hugo Chávez. No
escapará a su claro criterio que esa partidización de la Fuerza Armada
compromete el pluralismo político y la alternancia republicana
Entre las razones de su polémica con
Elías Jaua está su solicitud para que la OEA realice una total e imparcial observación
de nuestro próximo proceso electoral. Usted con gran acierto planteó el fondo del problema: “la oposición está
pidiendo una garantía más para el día de las elecciones y es nuestra
participación… Si no le das esa garantía y hay un fondo político para no
hacerlo, eso es además injusto”. Definitivamente, el Consejo Nacional Electoral no aceptará la observación de la
OEA., ni tampoco la de la Unión Europea. El motivo es claro: la oposición, lo indican
todas las encuestas, ganará de manera aplastante las elecciones parlamentarias.
De ocurrir, ella obtendría una mayoría calificada de diputados que le permitiría iniciar una importante transformación
política. El régimen temeroso de esta realidad espera modificar esa tendencia
electoral de manera fraudulenta mediante su tradicional ventajismo y la
comisión de un número infinito de irregularidades. Perderán el tiempo. La
avalancha de votos será de tal magnitud que será imposible impedir el aplastante
triunfo de la oposición
Los venezolanos esperan que usted, en
sus funciones como Secretario General de la OEA, mantenga, aunque sea desde
lejos, una permanente vigilancia sobre los acontecimientos políticos que, con
certeza, ocurrirán en nuestro país y haga escuchar su autorizada voz, como lo ha hecho
recientemente un importante número de jefes de Estado y de gobierno, si el régimen de Nicolás Maduro trata de
impedir que el proceso electoral se desarrolle en las condiciones normales de
unas elecciones democráticas o trate de impedir, de alguna manera, que el
resultado electoral no se respete plenamente.
Atentamente,
Fernando Ochoa Antich.
Ex canciller de Venezuela