¿Elección o enfrentamiento con el mal?
Los malos son menos que los buenos, pero igual son catastróficos y diezman vidas y sueños sin que hacerlo les cause el menor pesar. Con esa certeza no puedo ser tan irresponsable como para escribir desde mi ilusión
PERIODISTA VENEZOLANA | 07 de Diciembre de 2015
ebruzual@gmail.com
@eleonorabruzual
Termino de escribir esta columna y aún no puedo decir qué pasará. No puedo escribir confiada en resultados y menos en la sensatez de quienes nunca la han demostrado por carecer de ella y estar sobrados de malas intenciones, de ambiciones repulsivas, y de ser expertos en transgresión y abuso.
No puedo sino decir que los demócratas venezolanos han padecido otra vez los embates del mal. Las embestidas de quienes desde que irrumpieron en la vida de este país, aquel 4 de febrero de 1992, no han hecho más que asesinar, amenazar, mentir y transgredir. Una vez lograron llegar al poder sembraron odio y violencia, y fueron destruyendo paulatinamente los soportes de la economía, fuente de desarrollo social hoy absolutamente inexistente, y tomaron los recursos de Venezuela para lograrle a Fidel Castro su monomanía: adueñarse de Latinoamérica e imponer su ideología fracasada.
Venezuela, gracias al militar golpista devenido en caudillo continental, fue para Fidel Castro la caja chica de la que sacó recursos con los que soñó toda la vida. Hoy, después de enriquecer individualidades nacionales y extranjeras, después de financiar gobiernos mal llamados revolucionarios, después de arruinar la industria venezolana, el comercio, el agro, después de llevar a millones a un éxodo nunca visto en esta tierra, después de hacer del pobre un indigente y a la clase media empobrecerla totalmente, después de saquear las arcas del quinto mayor productor de petróleo del mundo y de beneficiarse de los precios del crudo más altos de la historia, hoy se aferran al poder como única posibilidad de salvación ya que sus horrendos crímenes no les permiten perder la impunidad que gozan al ser gobierno y al haber desmantelado la autonomía de los poderes del Estado.
Siempre fueron sociópatas, pero 17 años de impunidad les han hecho sentirse intocables, les han hecho creerse dueños del país y les han obnubilado de tal manera que creen poder obligar a la OPEP a buscar salidas imposibles que les devuelvan algo de la bonanza petrolera dilapidada. El castrochavismo delincuencial aún se cree con fuerza para imponer una reducción de la producción y de esa manera ver como sostienen los precios del crudo que han perdido más del 60% desde mediados de 2014. Reducción que conlleva la merma del botín, lo que quizá les ha llevado a incursiones en el narcotráfico, que no sabemos cuándo las iniciaron pero si estamos viendo que ya no son tan suertudas y comienzan a ocupar celdas los que hasta hace poco ocupaban costosas suites en los hoteles más caros del planeta, ocupaban mansiones, pisos, yates, aviones y desde el secuestro del Poder Judicial, obtuvieron impunidad y sentirse los amos de “La casa grande” como han bautizado la fusión de países al proyecto siniestro monitoreado desde La Habana.
¿Qué pasará? me pregunto y me preguntan. Durante todo este 6D la emoción ha ido de la mano de la angustia, angustia que nace de saber que esa Peste Roja delincuencial es capaz de cualquier cosa, desde imponer un fraude superlativo, uno más de tantos que ha ejecutado en pasados comicios, hasta desesperada como está, desencadenar la violencia más sangrienta que este pueblo haya visto.
Los malos son menos que los buenos, pero igual son catastróficos y diezman vidas y sueños sin que hacerlo les cause el menor pesar. Con esa certeza no puedo ser tan irresponsable como para escribir desde mi ilusión. Escribo sí desde el conocimiento que tengo de esa pandilla enseñoreada que nos ha mostrado de lo que es capaz. Escribo tratando de dominar la angustia que me da pensar que un delincuente cercado y desesperado es peligroso en extremo. Que más acosado, más malvado y más brutal.
Las mentiras dieron resultados cuando fueron acompañadas de dádivas. Cuando ya no hay como seguir pervirtiendo al pueblo con ofertas engañosas que acompañan con una bolsa de comida o un electrodoméstico se hace difícil la ceguera colectiva. Siempre he pensado que Hugo Chávez sin los milmillonarios recursos que el azar le puso en sus manos hubiese durado muy pocos años. Hubiese durado -quizá por nuestras décadas de cultura democrática- un período presidencial nada más. Esa cúpula putrefacta que se aferra al poder la creo capaz de todo. Son peligrosos delincuentes que hoy enfrentamos con votos y ahora hay que hacerlos valer con coraje. Ese hatajo de hampones ya solo tiene su infinita maldad y su enfermiza prepotencia. Nosotros tenemos la fuerza de la mayoría, el coraje de la razón y la fe del demócrata, tres pilares invencibles.
FUENTE: DIARIO LAS AMÉRICAS
ebruzual@gmail.com
@eleonorabruzual
Termino de escribir esta columna y aún no puedo decir qué pasará. No puedo escribir confiada en resultados y menos en la sensatez de quienes nunca la han demostrado por carecer de ella y estar sobrados de malas intenciones, de ambiciones repulsivas, y de ser expertos en transgresión y abuso.
No puedo sino decir que los demócratas venezolanos han padecido otra vez los embates del mal. Las embestidas de quienes desde que irrumpieron en la vida de este país, aquel 4 de febrero de 1992, no han hecho más que asesinar, amenazar, mentir y transgredir. Una vez lograron llegar al poder sembraron odio y violencia, y fueron destruyendo paulatinamente los soportes de la economía, fuente de desarrollo social hoy absolutamente inexistente, y tomaron los recursos de Venezuela para lograrle a Fidel Castro su monomanía: adueñarse de Latinoamérica e imponer su ideología fracasada.
Venezuela, gracias al militar golpista devenido en caudillo continental, fue para Fidel Castro la caja chica de la que sacó recursos con los que soñó toda la vida. Hoy, después de enriquecer individualidades nacionales y extranjeras, después de financiar gobiernos mal llamados revolucionarios, después de arruinar la industria venezolana, el comercio, el agro, después de llevar a millones a un éxodo nunca visto en esta tierra, después de hacer del pobre un indigente y a la clase media empobrecerla totalmente, después de saquear las arcas del quinto mayor productor de petróleo del mundo y de beneficiarse de los precios del crudo más altos de la historia, hoy se aferran al poder como única posibilidad de salvación ya que sus horrendos crímenes no les permiten perder la impunidad que gozan al ser gobierno y al haber desmantelado la autonomía de los poderes del Estado.
Siempre fueron sociópatas, pero 17 años de impunidad les han hecho sentirse intocables, les han hecho creerse dueños del país y les han obnubilado de tal manera que creen poder obligar a la OPEP a buscar salidas imposibles que les devuelvan algo de la bonanza petrolera dilapidada. El castrochavismo delincuencial aún se cree con fuerza para imponer una reducción de la producción y de esa manera ver como sostienen los precios del crudo que han perdido más del 60% desde mediados de 2014. Reducción que conlleva la merma del botín, lo que quizá les ha llevado a incursiones en el narcotráfico, que no sabemos cuándo las iniciaron pero si estamos viendo que ya no son tan suertudas y comienzan a ocupar celdas los que hasta hace poco ocupaban costosas suites en los hoteles más caros del planeta, ocupaban mansiones, pisos, yates, aviones y desde el secuestro del Poder Judicial, obtuvieron impunidad y sentirse los amos de “La casa grande” como han bautizado la fusión de países al proyecto siniestro monitoreado desde La Habana.
¿Qué pasará? me pregunto y me preguntan. Durante todo este 6D la emoción ha ido de la mano de la angustia, angustia que nace de saber que esa Peste Roja delincuencial es capaz de cualquier cosa, desde imponer un fraude superlativo, uno más de tantos que ha ejecutado en pasados comicios, hasta desesperada como está, desencadenar la violencia más sangrienta que este pueblo haya visto.
Los malos son menos que los buenos, pero igual son catastróficos y diezman vidas y sueños sin que hacerlo les cause el menor pesar. Con esa certeza no puedo ser tan irresponsable como para escribir desde mi ilusión. Escribo sí desde el conocimiento que tengo de esa pandilla enseñoreada que nos ha mostrado de lo que es capaz. Escribo tratando de dominar la angustia que me da pensar que un delincuente cercado y desesperado es peligroso en extremo. Que más acosado, más malvado y más brutal.
Las mentiras dieron resultados cuando fueron acompañadas de dádivas. Cuando ya no hay como seguir pervirtiendo al pueblo con ofertas engañosas que acompañan con una bolsa de comida o un electrodoméstico se hace difícil la ceguera colectiva. Siempre he pensado que Hugo Chávez sin los milmillonarios recursos que el azar le puso en sus manos hubiese durado muy pocos años. Hubiese durado -quizá por nuestras décadas de cultura democrática- un período presidencial nada más. Esa cúpula putrefacta que se aferra al poder la creo capaz de todo. Son peligrosos delincuentes que hoy enfrentamos con votos y ahora hay que hacerlos valer con coraje. Ese hatajo de hampones ya solo tiene su infinita maldad y su enfermiza prepotencia. Nosotros tenemos la fuerza de la mayoría, el coraje de la razón y la fe del demócrata, tres pilares invencibles.
FUENTE: DIARIO LAS AMÉRICAS