Fuerza
Armada y opinión pública
Fernando
Ochoa Antich.
La opinión pública venezolana critica,
con gran severidad, el desempeño institucional de la Fuerza Armada durante
estos dieciocho años de gobierno chavista. Las causas de esa severidad son las siguientes:
el origen militar de Hugo Chávez y del llamado “Socialismo del Siglo XXI”; el
estruendoso fracaso de dieciocho años de gobierno habiendo recibido los más
altos ingresos petroleros de nuestra historia; la permanente prédica de los
Altos Mandos que involucra a la Fuerza Armada en actividades político
partidistas a favor del chavismo; la abusiva presencia en la Administración Pública
de un número inaceptable de sus miembros en situación de actividad; y, lo más
grave, la manifiesta ineficiencia demostrada en el cumplimiento de sus
funciones constitucionales: “garantizar la independencia y soberanía de la
Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa
militar y la cooperación en el mantenimiento del orden interno”…La creciente
inseguridad personal, la actuación impune de grupos de guerrilleros,
paramilitares y del crimen organizado en la frontera y los terribles hechos
vividos recientemente en Tumeremo, son un vivo ejemplo de esta grave situación.
Venezuela vive actualmente una compleja
situación política y económica imposible
de resolver sin que ocurra un cambio de gobierno. Cuando eso suceda, los jefes
militares tendrán la obligación de garantizar la paz de la República y el cabal
acatamiento de la Constitución Nacional. Enfrentar tan difíciles circunstancias
históricas pondrá a prueba sus capacidades y cualidades de liderazgo. No es la
primera vez que a la Fuerza Armada le corresponde hacerlo. En 1958, el general
Marcos Pérez Jiménez decidió no convocar a elecciones, como lo establecía la Constitución
de 1953, sino llamar a un plebiscito. Esa decisión condujo a su derrocamiento.
Una inteligente transición política garantizó las elecciones de 1958 y el
surgimiento del régimen democrático. La opinión pública cuestionaba nuestra
actuación debido a la prédica del gobierno dictatorial sosteniendo que la
Fuerza Armada era pérezjimenista
Afortunadamente, los líderes militares, de esos años, tuvieron la visión
de entender que la Fuerza Armada tenía que regresar a los cuarteles. Fueron
tiempos difíciles: nos dedicamos específicamente al cumplimiento de nuestras
funciones. Fue así como la Fuerza Armada Nacional comenzó a recuperar su
prestigio y credibilidad institucional, logrando que, hasta 1998, en todas las
encuestas de opinión, compitiéramos siempre por el primer lugar, con la Iglesia
Católica.
La gravedad de la actual crisis nacional
supera muy ampliamente a todas las vividas por nuestro país durante el siglo XX
y los primeros años del actual. Garantizar la unidad interna de la Fuerza
Armada es uno de los objetivos fundamentales a alcanzar para poder superar tan
compleja situación. La única manera de lograrla es con Mandos ética y
moralmente incuestionables, capaces de ejercer un liderazgo ejemplar, sobre
todos los cuadros de la Fuerza Armada. Eso exige dos acciones fundamentales. La
primera, encuadrar su actuación en el estricto acatamiento a lo pautado en el
artículo 328 constitucional: “la Fuerza Armada es una institución profesional,
sin militancia política, al servicio del Estado y no de persona o parcialidad
política alguna”. Si la Fuerza Armada encuadra su actuación en el contenido de
dicho artículo, se dedica exclusivamente al cumplimiento de sus funciones
legales, renuncia al absurdo culto a la personalidad de Hugo Chávez y respeta
los valores fundamentales proclamados en la Constitución Nacional: su
orientación democrática, la alternancia republicana, el pluralismo político y
el respeto de los derechos humanos; es posible que en poco tiempo pueda iniciar
la recuperación del prestigio y aceptación que otrora ostentó ante la sociedad
venezolana.
La segunda acción tendría por finalidad
orientar la actuación de todos los mandos de la Fuerza Armada en el estricto
apego a los tradicionales principios militares que han permanecido vigentes en
nuestra Fuerza Armada desde la inauguración de la Escuela Militar de Venezuela
en 1910: el compañerismo, la lealtad, la obediencia, la disciplina y la
subordinación. La aplicación de esos principios les permitiría enfrentar con gran posibilidad de éxito la muy compleja
circunstancia histórica que enfrenta nuestra Institución. Han sido demasiados
los errores cometidos en su conducción durante estos dieciocho años. Uno de
ellos, ha sido el intento de ideologizar políticamente al personal militar.
Tengo la convicción de que eso no se ha logrado en gran medida, aunque algunos
Jefes militares manifiesten permanentemente que la Fuerza Armada es chavista y
socialista. También tengo la impresión, aunque mis contactos con los cuadros
activos son muy esporádicos, que los tradicionales valores militares se han
logrado preservar por encima de esa prédica disolvente. Ante estas
circunstancias, es imperativo que la Institución retome el cauce perdido,
dirigida por Jefes con el imprescindible ascendiente profesional, para que
pueda servir apropiada y eficientemente a Venezuela. De ser así estoy seguro
que todos los factores sociales lo reconocerían ampliamente. .
Caracas,
3 de abril de 2016.
@FOchoa
Antich
FUENTE: EL NACIONAL
NOTA DEL AUTOR:
Estimado amigo:
Le agradezco su interés en hacer circular mis artículos de opinión. He
tenido la oportunidad de asistir por varios días seguidos al
hospitalito. Allí he comprobado que esos valores que yo señalo en el
artículo se mantienen a pesar del esfuerzo que el chavismo ha hecho
para tratar de ideologizar los cuadros. Creo firmemente que la
tradición ha logrado preservarlos. Ojalá no esté equivocado. Conservar
la unidad de la Fuerza Armada es fundamental ante la crisis nacional.
Cordialmente, Fernando Ochoa Antich.