Imágen Nº 1:
Avión Canberra de la Fuerza Aérea bombardeando el Fortín Solano
Una reflexión al artículo anexo.
Apreciados compañeros de armas y amigos, reciban un cordial saludo. El día 02 de Junio del año 2009 escribí este artículo que les anexo, sobre uno de los sucesos mas triste de la década del 1960-1970, ocurrido en la ciudad de Puerto Cabello, históricamente atada a la fecha definitiva de nuestra Independencia, cuando el 18 de Noviembre de 1823 salieron las últimas tropas españolas del suelo nacional, remanentes del triunfo de la Batalla de Carabobo del año 1821 las cuales se encontraban refugiadas en el castillo San Felipe. Antes las actuales circunstancias que hoy vivimos, ojalá el Dios Todopoderoso y la Virgen de Coromoto impidan y que no suceda jamás otro nefasto enfrentamiento armado entre venezolanos y menos aún por causas derivadas de coacciones y envilecimientos de doctrinas ideológicas fracasadas, ajenas al verdadero sentir y herencia democrática de nuestro pueblo. La Patria es primero !! O.S.R.
LA
SOMBRA DE “EL
PORTEÑAZO...”
GD.
Oswaldo Sujú Raffo.
El próximo 2 de Junio se cumplen 47 años de la
rebelión militar, funestamente conocida como “El Porteñazo”. En esta importante
y estratégica ciudad, muy ceñida a nuestra Historia, ocurrió el enfrentamiento
armado de mayor envergadura de los últimos tiempos, solo superada por la
sangrienta batalla que, en sus calles,
diera el general Antonio Paredes en 1899
en defensa del gobierno de Ignacio Andrade. El caso de “El Porteñazo” al
igual que “El Carupanazo” presentan un denominador común: La catequización
ideológica procomunista de oficiales de nuestra F.A.N; la presencia de notables
lideres del PCV y del MIR capturados en el sitio de los hechos y una estrategia
política en acuerdos con la subversión rural y urbana, alentada y
logísticamente apoyada por el régimen de La Habana. Describir lo sucedido en
estas 72 horas de terror, nos llevaría muchas páginas, lo cierto es que no se
ha dicho toda la verdad y nadie puede
precisar la cifra exacta de las víctimas . El Batallón de Infantería de Marina
N. 2 fué sublevado por oficiales que tomaron parcialmente la Base Naval y al
Destructor Zulia, anclado en el muelle por reparación. Fueron detenidos casi
la totalidad de la oficialidad y luego se movilizaron hacia la ciudad para
establecer líneas de defensa, incrementadas por civiles armados y por los
guerrilleros recién liberados del
Castillo Libertador. El gobierno reaccionó rápidamente y antes de que los
rebeldes se extendieran fuera del área de la ciudad, hacia San Felipe, Morón y Las Trincheras
según sus planes, entraron en acción conjunta las tropas del Batallón “Carabobo
41”, reforzado por Compañías de fusileros de los Batallones “Piar 31”, “Girardot
32”, Paracaidistas “Aragua”, una compaña de tanques AMX-13 del “Bravos de Apure”, una Bateria de
Artillería del “Grupo Salom”, pelotones de la Policía Militar, el Destafac 55 con unidades del Destafac 57 y
el Móvil. Estas unidades de tierra contarían con el apoyo de una escuadrilla de bombarderos Camberras, Vampiros y Sabre Jet
F-86 de las Fuerzas Aéreas. Con instrucciones de dominar en el menor tiempo
posible la insurrección, evitando la posible propagación a otras Guarniciones,
las fuerzas leales al Gobierno actuaron de manera enérgica y antes de las 48
horas estaba tomada la ciudad. Esa pesadilla de horas que debió parecer una
eternidad para el pueblo porteño, puso en evidencia el coraje, solidaridad y
espíritu de sacrificio del venezolano. La actitud del T.F Justo Pastor
Fernández Márquez, quien vestido de sacerdote y acompañado por dos marineros
pudo liberar a los altos oficiales de la Base Naval, detenidos al comienzo de
la insurrección y lograr luego el apresamiento de los tres lideres de esa conspiración.
La valentía de nuestros soldados, de ambos bandos, por su sacrificio ante la
causa justa y ante el engaño, la reciedumbre de nuestra oficialidad ante la
difícil situación de combate en localidades, la
inmolación del pueblo porteño atrapado entre dos fuegos y ese ejemplo de abnegación y servicio al prójimo
del Monseñor Luis María Padilla, Capellán de la Base Naval quien, a riesgo de
su propia vida, auxilió a los moribundos y les otorgó la absolución. Su imagen
en la masacre de La Alcantarilla, auxiliando al Cabo 2. Pedro Garcés, del
Batallón Piar 21, le dió la vuelta al mundo y ganó el Premio Pulitzer, foto
tomada en el sitio por el arriesgado fotógrafo Héctor Rondón. Así como también
, el fotógrafo José Blasco y tantos otros héroes anónimos, plasmaron en sus
cámaras lo dantesco de “El Porteñazo”, en medio de una constante lluvia de
mortíferas balas, en calles sin luz y bajo un pertinaz aguacero. Solo queda la
recordación de un suceso triste que
volvió a repetirse un 4 de Febrero y un 27 de Noviembre de 1992, es decir 30
años después.
Lo paradójico de éste capítulo de nuestra
Historia, es que quien motivó este enfrentamiento fraticida en Puerto Cabello,
es el mismo que alimentó y apoyó con milicianos, armas y otros recursos la
subversión rural y urbana de la décadas del 60 y 70, que ensangrentaron al país
y vistió de luto a la familia venezolana. Es el sátrapa Fidel Castro quien se
ha entrometido en las Instituciones nacionales y quien hoy sustenta su
oprobioso régimen, con los recursos que le regalan desde Miraflores, su pupilo
y eterno admirador.
La Historia nunca pasa, siempre está latente como
enseñanza de lo que debe ó no ser. Ya se debe haber aprendido la lección, en
esta Venezuela tuya, mía y nuestra. La Patria es primero. Fuera los chulos
invasores. Hasta luego !!
IMAGEN SUPERIOR Nº 1
Imágen Nº 2:
Monseñor Luis María Padilla, Capellán de la Base Naval, auxiliando al Cabo 2.
Pedro Garcés. (Premio Pulitzer)
Imágen Nº 3:
Monseñor Luis María Padilla, Capellán de la Base Naval quien, a riesgo de su propia vida,
auxilió a los moribundos y les otorgó la absolución.
IMÁGENES INFERIORES Nº 2 y 3:
Por crédito y cortesía de sus autores en LA PROTESTA MILITAR