Fidel Castro, la
historia no te absolverá
Fernando Ochoa Antich
El impacto que tuvo la figura de Fidel Castro en la
juventud latinoamericana de la década de los años sesenta creó, después de sus
sorprendentes aventuras: el Asalto al Cuartel Moncada, la invasión del Granma,
los combates en la Sierra Maestra, el derrocamiento de Batista y su entrada
triunfal a La Habana el 1°de enero de 1959, la equivocada ilusión de que eso
era posible repetirlo en toda la América Latina. También, influyó en ese
sentido el fuerte y creciente sentimiento antinorteamericano surgido como
consecuencia del apoyo que habían recibido las dictaduras militares en nuestro
continente de parte del gobierno republicano del presidente Dwight D.
Eisenhower y el surgimiento de la Guerra Fría. Coincide esta circunstancia
histórica con una importante oportunidad para la América Latina motivada por el
ascenso al poder del presidente demócrata John Kennedy, quien aspiraba
mejorar las relaciones con la América Latina a través de la Alianza para
el Progreso y el retorno de la democracia en Venezuela después del
derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez y el triunfo de Rómulo
Betancourt y su partido Acción Democrática en unas elecciones universales,
directas y secretas con un importante apoyo popular.
Esa ilusión condujo a una parte muy importante de la
juventud de América Latina a tomar el camino de las armas como medio para
conquistar el poder político, desconociendo el camino trazado, desde la década
de los años treinta del siglo XX, por las élites políticas, tanto conservadoras
como socialdemócratas, de establecer regímenes democráticos similares a los
existentes en Europa y en los Estados Unidos. Es así, como surgieron
movimientos guerrilleros a partir de un grupo de jóvenes que realizaba estudios
en Cuba y contactaron al “Che” Guevara, quien ya se había propuesto propagar la
revolución cubana a toda América Latina. Fueron entrenados militarmente, y
decidieron acompañar al “Che” en su aventura boliviana, en la cual perdieron la
vida su líder y ese grupo de jóvenes latinoamericanos ante el sorprendente
abandono de Fidel Castro y la eficiente ofensiva del Ejército Boliviano. Otro
buen ejemplo es el Perú. El Movimiento de
Izquierda Revolucionario se gestó progresivamente tras una discusión interna
dentro del APRA de tendencia socialdemócrata. Ese grupo dirigido por Luis
Felipe de la Fuente, siguiendo la tesis guevarista de los focos, trató de crear
cinco frentes con muy poco éxito ya que no tuvo respaldo popular. El Ejército
peruano los cercó, los atacó eficazmente y los derrotó. En uno de esos ataques
murió su líder fundamental y dichos grupos armados fueron desapareciendo.
Sendero Luminoso, fue otra organización terrorista de tendencia ideológica
marxista, leninista, maoísta que desató brutales acciones contra todos los
estamentos de la Sociedad peruana a partir de 1980. Al detener a su jefe
Abimael Guzmán en 1992 se debilitó totalmente. La Comisión de la Verdad
sostiene que Sendero Luminoso causó la muerte de 31.331 peruanos. En Venezuela
surgió el movimiento Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, FALN, en 1962,
integrado por miembros del PCV, MIR, URD y sectores disidentes, los cuales
fueron derrotados y se acogieron posteriormente a la política de pacificación
del presidente Rafael Caldera, 1968-1973. En Colombia, las FARC, existentes
desde la década de los cincuenta, adquieren popularidad con su nuevo discurso
de orientación marxista. Sin embargo, a partir de los ochenta se vinculan
estrechamente al narcotráfico y a otras formas de crimen organizado. Después de
encontrarse al borde de la derrota y de haber causado una tragedia de miles de
muertos colombianos, están incorporadas a un proceso de paz.
Además de esos movimientos
armados surgieron otros grupos guerrilleros, de los cuales solo mencionaré algunos por limitaciones de espacio, es
decir, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El Salvador (1979),
el Movimiento Tupamaro en Uruguay (1973), Montoneros en Argentina (1970) y el
Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el cual fue el único
exitoso al lograr derrocar a la dictadura de Anastasio Somoza. Esos grupos y
otros de menor importancia de movimientos guerrilleros, todos fracasados,
surgieron en esos años en la América Latina por el fuerte impacto del triunfo
de la Revolución Cubana. El resultado de la acción de estos grupos fue un
rotundo fracaso, que devino en el debilitamiento de varios de los gobiernos
democráticos de la región, permitiendo el surgimiento de golpes de Estado y un
nefasto clima de inestabilidad política en el continente latinoamericano,
además de una elevada y no menos lamentable pérdida de vidas humanas, sobre
todo de nuestra juventud, que truncó por mucho tiempo el desarrollo de sistemas
democráticos necesarios para el normal desenvolvimiento de nuestras sociedades.
En resumen, la influencia de Fidel Castro y su malhadada revolución en América
Latina solo puede cuantificarse en términos de desgracia para nuestros pueblos,
incluida Cuba. Su afirmación hecha en una entrevista en 2010: “El modelo cubano
ya no funciona ni siquiera para nosotros”, es un claro reconocimiento de lo
inútil que ha sido su régimen en términos de progreso y calidad de vida para
los propios cubanos. Sin embargo, ante este descomunal fracaso, el castrismo
creó el Foro de Sao Paulo con el objeto de subvertir la democracia en América
Latina. Afortunadamente, también se encuentra en un proceso de marcada
decadencia.
Definitivamente, la
influencia de Fidel Castro y su revolución, solo significó una lamentable
tragedia para Latinoamérica, pero muy especialmente para su país. En torno a su
figura y gracias a la eficiente propaganda comunista, se creó una imagen de
invencibilidad ante los Estados Unidos de Norteamérica. La verdad es que
siempre fue sostenido por la Unión Soviética hasta su desaparición, cuando
quedó demostrado su fracaso, pero fue posteriormente rescatado por Hugo Chávez
con el dinero de los venezolanos. Para colmo copió su sistema económico que nos ha conducido a la
tragedia venezolana. Ahora, Nicolás Maduro insiste en mantenerse en el poder
creyendo que puede repetir la historia de los Castro. Un verdadero absurdo. En
conclusión, la ilusión castrista fue un inmenso fiasco para la América Latina.
Esa es la verdad. Actualmente, sólo tiene una alternativa. Buscar a un nuevo financista, paradójicamente, en su
enemigo histórico. Hoy, después de sesenta años de dictadura castro comunista,
Cuba hereda una economía en ruinas, un pueblo sometido a la permanente
violación de sus derechos humanos y una sociedad totalmente aislada del mundo.
Caracas, 3 de diciembre de 2016.
fochoaantich@gmail.com.