¡Hasta cuándo!
Mírame y no me toques.-
@pabloaure
El sábado pasado (08 Sep) The New York Times, publicó que el gobierno de Donald Trump se había reunido en secreto al menos tres veces con militares venezolanos que planeaban un “golpe de Estado” contra Nicolás Maduro. Supuestamente las reuniones se produjeron entre el otoño de 2017 y principios de este año. Señala la reseña periodística que los “golpistas” querían apoyo logístico de Estados Unidos, que finalmente no obtuvieron. Por otra parte, la Casa Blanca sin negar la existencia de la reunión señaló: “que es importante entablar diálogo con todos los venezolanos que desean la democracia” para “llevar un cambio positivo a un país que ha sufrido mucho bajo Maduro”, O sea, entonces si es verdad que hay gente tratando de convencer a los EEUU para que intervengan. Muchos se preguntarán cómo fue posible que se hayan filtrado esas “reuniones secretas” y precisamente en este momento cuando muchas organizaciones mundiales fijan su mirada hacia Venezuela. Sin pecar de cándido en estos asuntos, en lo particular no creo que haya sido una filtración no autorizada, me late que de lo que se trata es de un “globo de ensayo” para ver la reacción de la gente. Y ya vimos que la mayoría lo vio con naturalidad. Malo para la estabilidad del régimen oprobioso de Maduro y muy bueno para el revestimiento de seriedad de EEUU.
Ligas mayores.-
En este juego de grandes ligas, EEUU no dará puntada sin dedal.
Su diplomacia es fría y calculadora, si no ve posibilidades de lograr un triunfo del que sean reconocidos como salvadores y no como invasores, no creo que se lancen una aventura como esa. Lo que nadie debe dudar es que el gobierno norteamericano está expectante y vigilante de todos los movimientos que se desarrollan en Venezuela y colaborará hasta donde sea necesario para deponer la tiranía. Quizá no serán directamente ellos, pero si una especie de coalición internacional que obligue al régimen a acatar las decisiones de los poderes constituidos, principalmente la del TSJ que sentenció a Maduro por corrupción a dieciocho años y tres meses de cárcel más multas. Por allí vendrán los tiros.
La manera de ejecutar la acción es la que quizá no se ha encontrado, pero no pensemos que no están trabajando en eso. Se preguntarán ¿Quién asumiría las riendas del país? ¿Cómo retomar la normalidad? En todo caso, las instituciones legítimas, el TSJ y la Asamblea Nacional, cumplirían un rol fundamental ante el mundo, si son ellas quienes avalen cualquier acción para el restablecimiento de la democracia. Entendamos bien, no es avalar un eventual proceso electoral, es avalar la ejecución forzosa de la sentencia del TSJ. Lo digo porque tengo entendido que tanto en el TSJ como en la AN hay las mismas diferencias que encontramos en la calle. Unos quieren seguir corriendo la arruga y otros apuestan a la salida inmediata. A todos les digo: ¡Basta de guabineo! Venezuela no resiste más burla, porque el pueblo está harto del régimen y de los farsantes que juegan a disfrazarse de opositores pero se enchufan y hacen negocios.
Recordemos que ya Obama había dictado un decreto que colocaba a Venezuela como una amenaza para Estados Unidos y Donald Trump lo ratificó. Lo que ocurrirá el 10 de septiembre en la Sesión que bajo la Fórmula Arria llevará a cabo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no solo ratificará ante el mundo la condición delincuencial de Maduro y su régimen, sino que tácitamente respaldará la sentencia dictada por el TSJ legítimo en el exilio.
Con la vara que midas.-
Los chavistas o maduristas, que son lo mismo, son unos vulgares saqueadores, que han devastado a la nación. Ellos, no deberían sorprenderse por lo que señaló The New York Times. O es que acaso, los que hoy usurpan el poder no se reunían bastante con Fidel Castro y con la guerrilla colombiana para pedirle recursos con la finalidad de dar un golpe de Estado en Venezuela, que inclusive, varias veces intentaron, pero aunque no lo lograron, si enlutaron cientos o, quizá miles de hogares y familiares de humildes militares venezolanos que sí supieron defender la soberanía, porque los jefes de aquellos militares los educaron y entrenaron para defender a Venezuela y no para parársele firme a un dictador extranjero, o permitir que se izara una bandera de otro país en territorio nacional y desde luego, mucho menos en una fortaleza militar patriota. En cambio, hoy, no solamente vemos gestos de genuflexión, porque constantemente sentimos como los capitostes milico-políticos se arrodillan ante otras naciones que han desangrado a Venezuela. Lo que pasa es que tenemos memoria muy corta.
Ahora resulta que los que hoy están en el poder se espelucan cuando hablan de golpe o de dictadura, cuando ellos fueron los padres de la violencia que penetró nuestra nación. Ellos, los que usurpan el poder, deben entender que en regímenes tiránicos no se puede hablar de golpes de Estado. Los golpes de Estado implican la ruptura del hilo constitucional, ese que ellos mismos rompieron desde hace rato.
¿Y el anillo pa’cuando?
Así las cosas, hasta el mismísimo Ernesto Samper, secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) recientemente dijo que: “Venezuela se encuentra al borde de una explosión social”. Claro, no habló de intervención militar ni de sacar a la tiranía, sino que el problema de nuestro país se resolvía “con una intervención económica porque la situación es, a su juicio, realmente crítica”. Al expresidente colombiano, se le olvida que precisamente durante los últimos 20 años a Venezuela le ingresaron cantidades astronómicas que fueron empleadas para financiar y expandir esta filosofía de la devastación que lleva por nombre Socialismo del Siglo XXI.
Alineada con las políticas económicas dictadas desde La Habana, Venezuela alimentó por muchos años a países como Argentina, Nicaragua, Bolivia, así como a otras muchas naciones pequeñas. Hoy resulta absolutamente asombroso, que el régimen cubano, que cual sanguijuela chupó de Rusia hasta que apareció Hugo Chávez, pobres de solemnidad que no producían absolutamente nada, luego de la llegada de los tiranos Castro, ahora, Venezuela se haya convertido en uno de los principales deudores de esa isla. ¿Quién puede explicar eso? Desde acá le decimos a Samper, que se baje de esa nube, nadie le dará ni un centavo a este régimen, porque no lo utilizaría en beneficio del pueblo sino para seguir atornillando a los dictadores en el poder.
Ya viene el reinicio de clases. Será el detonante pues muchos, quienes hasta ahora han aguantado callados, no podrán seguir haciéndolo ante el inminente colapso. Por eso amigos míos, a todo lo que implique tender puentes en la búsqueda de alianzas internas y externas, civiles o militares, que hagan menos doloroso el parto, no debemos escatimarle ni esfuerzo ni tiempo, porque les confieso que siento que el régimen está de “mírame y no me toques”.
Pablo Aure