¡LA TORTURA MILITAR!
Enrique Prieto Silva
Domingo, 30 de junio de 2019
Desde que insurgió la militaridad en la política con Chávez, nunca
cesará la malignignidad de atosigarnos con poemas y cantos baladíes, que aún se
mantienen en la creencia de que solo un gobierno militar puede sacarnos de esta
crisis, que precisamente, ha sido la consecuencia de un gobierno militarista, que
nos atosigó con Chávez vivo, que sin descaro ni escarnio se mantiene con el
¡Chávez vive! que propugnan los más comprometidos en la parranda que casi
termina.
Pero es curioso, muchos nos imaginamos a una Venezuela libre del militarismo
soez que hemos tenido, pero algunos nos enfrentan creyendo que la solución
política actual se soluciona con una intervención militar y llaman a los militares,
como si fueran marionetas de un teatro, a alzarse contra Maduro para que cese en
su usurpación, como si Maduro fuera el problema que enfrentamos, olvidando que
este no es el problema, sino la ruptura de una democracia tendente e la sanidad y
pureza, en lo posible, que cayó en manos de una sarta de aventureros antipolíticas,
que han creído que la riqueza de Venezuela, que existe, debe ser repartida por igual
entre todos, por el hecho de ser naturales por sangini y soli sin aportar ninguna pisca
de trabajo.
En otras palabras, el género de la democracia kafkiana, donde todo es bonito,
tierno y agradable, olvidando o desconociendo que el mundo de Kafka, de la mano
de su incomparable narrativa, genera un eco de soledad y sinsentido existencial que
muy pocos autores han logrado alcanzar sin separarse de hacer ficción. No es esa
la democracia que siempre sueñan los liberales, los que piensan y así actúan,
pensando y laborando por lograr un mundo de paz existencial, pero veraz y no
solitaria. Un mundo cada vez mejor, donde todos quepamos y podamos pensar en
su mejoría, sin distingo de clases ni jerarquías, mucho menos de parcialidades,
“ellos y nosotros”, como surgió en esta chavismo infernal y voraz que todos
queremos no solo devorar, sino digerir como el mal alimento, para no volverlo a
deglutir.
Pero este pensamiento nos obliga a sincerar nuestras creencias, posibilidades y
deseos, no basta con pensarlo, sino que es necesario accionar sin hipocresía como
la que hoy vemos en la palestra. Queremos salir del dictador y de la dictadura, pero
queremos que sea a nuestro modo, sin que corramos ningún riesgo.
Por eso, algunos piden la intervención militar extranjera que venga a barrernos
el patio para nosotros poder hacer la fiesta, o que nuestros militares ofrenden sus
vidas para reponer el sistema democrático que otros ayudaron a descomponer
hasta perderlo. Y allí queda clara su intención, después de la intervención militar,
poder recuperar las posiciones que lograron con la hipocresía de su chavismo feroz,
donde obligaron a los militares a creer que estaban gobernando, con sátrapas
colocados en cargos públicos para la corrupción, donde robaron y dejaron robar y
hoy, cuando las arcar no tienen alimento, quieren hacernos creer que son unos
“Santos niños de Toche”, arrastrados por la inmaculada concepción que los ampara.
Es una perversión lo que ocurre en los militares. Hay un enfrentamiento por
traición del chavismo-madurismo y todo aquel que quiera luchar por ayudar en el
cese de la usurpación es arremetido sin escarnio, es lacerado por el miedo a perder
la impunidad que han siempre han tenido en el gobierno, que no es de los militares,
sino de la parranda de chavistas que usurpan el poder, amparados por el TSJ
corrompido y perverso, que desde hace tiempo obligaron a los militares a meterse
en la política para entramparlos como están ahora.
Es triste decirlo, pero los políticos que aúpan a los militares, creen que es por el
“cese de la usurpación”, y no quieren entender, que ni con fuerzas extranjeras ni
con militares incautos que les creen, saldremos de este marasmo, que no es guerra
clásica para usar a Clausewithz, pero debemos entender que nunca un
enfrentamiento cesa sin que se acuerde una salida para la paz.
¡La salida es política! No hay que perderse en kafkianismos que nunca han
conducido a victorias veraces. El chavismo lo demostró con el famosos
¡Venceremos! ¿Cuál ha sido su victoria? ¡La tortura militar!