No hay mal que por bien no venga
22 de marzo. Toda una semana sumergido en el misterioso mundo de las redes sociales. El mundo entero está atento a lo que allí se escribe o se dice.
Los venezolanos no podíamos ser diferentes, es la única manera de, al menos poder comparar opiniones e informaciones, porque los medios de comunicación tradicionales o son medios propagandísticos a favor del régimen o, están al acecho de una censura exagerada: “no digas tal cosa, ni se te ocurra mencionar tal palabra, las cifras son estás y no aquellas, no hablen del número de camas en las unidades de cuidados intensivos con respiradores que existen en el país”. Por tal motivo se recurre a las redes sociales donde también aparecen “noticias” falsas, por eso la necesidad de contrastar opiniones e informaciones. Por ejemplo: ayer se hizo viral un mensaje en el que se decía que unos colectivos mataron en el 23 de enero de Caracas a tres personas que estaban jugando dominó y el supuesto motivo fue por desacatar la orden de la “cuarentena social”. Me cuesta creer que ese haya sido el verdadero motivo. La otra versión nos dice que ese múltiple asesinato fue por ajuste de cuentas. Esta última versión me parece más verosímil y no me cuesta creerla, porque los sicarios, ante la no creencia generalizada en el sistema de justicia, se han convertido en una forma de control social. Muy grave. Pero cierto. Gravísimo ese asesinato, bien sea por “desobedientes” o por ajusticiamiento. Señal inequívoca de la crisis social en la que está inmerso nuestro país.
El asunto político como tal ha desaparecido. No se percibe a la oposición ni tampoco al gobierno. Hay una especie de paralización. Nada de CNE o de elecciones. Tampoco del cese de la usurpación. Esto al parecer ya se definió: un régimen que somete y un pueblo inseguro que todavía no ha asimilado la magnitud del problema.
Hoy es domingo. Misas por televisión. ¿Quién podía imaginar que llegaríamos hasta acá?
Por lo pronto la credibilidad y/o la verdad ha sido la única víctima que ha cobrado el Coronavirus en Venezuela. Y ojalá siga siendo la única que ya es bastante.
No sé si alguien de los que me está leyendo conoce de alguna defunción por causas del COVID-19 en nuestro país. Algunos envían mensajes que tratan de explicar que ese asunto del virus es un invento del régimen para tapar el asunto de la gasolina. Por lo pronto, yo sí creo que el coronavirus es una realidad, aunque no conozca a nadie que haya sido contagiado, tampoco creo que las cifras que anuncian los voceros de Maduro son ciertas. Y no creo, porque a esa gente no le creo nada desde hace tiempo.
En lo que sí creo es en el sentido común. Me explico. ¿Si alguien no trabaja, díganme cómo obtiene recursos? ¿Si una persona está encerrada en su casa cómo trabaja? Sigo tratando de explicarme. Entendamos que la mayoría de los venezolanos compra en la tarde lo que se va a comer en la noche, simple y llanamente porque se dedica al comercio informal o a determinados oficios: buhoneros, camioneteros, plomeros, mecánicos, peluqueros y a un sinfín de actividades que le proporcionan el sustento diario. Entonces ¿cómo carrizo se alimentarán? La respuesta se las dejo a su imaginación. Luego, debemos analizar cuál será el comportamiento del régimen cuando los ciudadanos lo desobedezcan. No habrá guarimbas, no es Maduro vete ya, no estamos hablando del cese de la usurpación. Es algo mucho más sublime: es de la alimentación de lo que estamos hablando.
Se aproximan momentos impredecibles en los cuales surgirán eventos que le darán un giro definitivo a lo que hasta ahora hemos vivido durante muchos años. En un principio habrá una gran anarquía, pero de allí surgirá otra clase de dirigencia política que acabará con la casta que hemos soportado en los últimos 40 años. Los que emergerán no serán producto de los medios de comunicación ni de las clases económicas dominantes. Nada de eso. El Coronavirus, así como extermina biológicamente a la gente, también exterminará a quienes han desangrado al país, que no solamente son los chavistas, sino también a los que se han hecho de la vocería opositora para cohabitar y lucrarse junto al bandidaje.
Los cambios no se darán por componendas o por “pactos sociales” elaborados por las mismas personas que nos trajeron hasta acá.
Solo es cuestión de tiempo.
Estas reflexiones las hago durante la vigencia de una cuarentena social, la cual cumplo por voluntad propia y no por imposición del régimen. Cuando considere que debo salir lo haré. Por lo pronto estoy en aislamiento por razones precautelativas.