DESPERTANDO EL ALMA
JUN 14. REFLEXIÓN DEL DÍA.
(Cristóbal Castro)
Hoy en día es difícil diferenciar entre un cristiano y uno que no lo es; porque en la manera de vivir de ambos no hay mucha diferencia. Esta reflexión puede parecer un poco religiosa, u ortodoxa o exagerada, pero nos preguntamos: ¿Entonces de que sirve ser cristiano si siempre seremos los mismos?
No nos estamos dando cuenta que nuestra verdadera identidad como hijos de DIOS se está perdiendo. Sin darnos cuenta nos estamos comportando como siervos y no como hijos, y poco a poco comenzamos a cambiar de nombre, cultura, valores, etc. La gente nos dice que no debemos preocuparnos por llevar una vida entregada totalmente para DIS, si al final seremos "salvos siempre salvos", pero las bendiciones se nos están perdiendo. En la Biblia Daniel nos enseña que no importando el lugar donde estemos, o circunstancias que estén pasando, siempre el nombre de nuestro DIOS debe ser glorificado.
Imagínese a cuatro muchachos hebreos, adolescentes, arrebatados de sus cómodos hogares en Jerusalén y llevados a la distante Babilonia. Puesto que todos eran príncipes que pertenecían a la familia real, quizás no estaban acostumbrados a esta clase de trato. De ellos aprenderemos 4 puntos de cómo ellos cuidaron su identidad.
A. Un nuevo hogar (vv. 1–2).
Ya no los rodeaban las cosas de DIOS como en Jerusalén, ni tampoco tenían la influencia de sus padres y maestros piadosos. Cuando algunos cristianos se alejan del hogar, se gozan en la oportunidad de «bajar la guardia y darse a la vida»; pero no fue así con Daniel y sus amigos.
B. Nuevo conocimiento (vv. 3–4).
La antigua sabiduría judía debía descartarse; a partir de ahora debía ser la sabiduría del mundo, la de Babilonia. Tenían que aprender la sabiduría y el lenguaje de sus captores. El rey esperaba que este «lavado de cerebro» haría de ellos mejores siervos. El pueblo de DIOS a menudo tiene que estudiar cosas que no concuerdan con su Palabra. Como Daniel y sus amigos, debemos actuar lo mejor posible para no abandonar nuestra fe.
C. Nuevas dietas (v. 5).
Durante los siguientes tres años se suponía que los cuatro jóvenes debían comer de la dieta del rey, la cual, por supuesto, era contraria a las leyes dietéticas de los judíos. Sin duda el alimento se ofrecía a los ídolos de la tierra y, para los jóvenes judíos, comerlo hubiera sido blasfemia.
D. Nuevos nombres (vv. 6–7).
Al mundo no le gusta reconocer el nombre de DIOS y sin embargo el nombre de cada uno de los jóvenes tenía el nombre de DIOS incluido en el suyo. Daniel («Dios es mi juez») fue cambiado a Beltsasar («Bel protege su vida»). Bel era el nombre de un dios babilónico. Ananías («Jehová es gracia») llegó a ser Sadrac («el mandato del dios lunar»); Misael («¿Quién como Dios?») llegó a ser Mesac («quién es como Ajú», uno de los dioses paganos); y Azarías («Jehová es mi ayudador») vino a ser Abed-nego («el siervo de Nego», otro dios pagano). Los babilonios esperaban que estos nuevos nombres contribuirían a que los jóvenes se olvidaran de su DIOS y poco a poco llegaran a ser cada vez más como los paganos con quienes vivían y estudiaban.
Los babilonios pudieron cambiar el hogar de Daniel, sus textos, el menú, el nombre, pero no pudieron cambiar su corazón. Él y sus amigos se propusieron en sus corazones que obedecerían la Palabra de DIOS; rehusaron conformarse al mundo. Por supuesto, pudieron haber puesto excusas y «seguir la corriente» de la mayoría. Pudieron haber dicho: «¡Todo el mundo lo hace!», o «¡Será mejor obedecer al rey!» o «¡Obedeceremos en lo exterior, pero conservaremos nuestra fe en privado!» Pero no hicieron componendas. Se atrevieron a creer en la Palabra de DIOS y a confiar en Él por la victoria. Rindieron sus cuerpos y entendimientos al Señor, como enseña Romanos 12.1–2, y estaban dispuestos a permitir que DIOS hiciera el resto.
Daniel pidió una prueba de diez días, que no sería un tiempo muy largo dado que tenían tres años de preparación por delante; el jefe de los mayordomos accedió a su plan. «Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con ÉL» (Pr 16.7). El siervo temía cambiar las órdenes del rey, por el riesgo de que algo les ocurriera a los jóvenes y a sí mismo, de modo que la prueba que Daniel propuso fue una buena solución al problema. Por supuesto, DIOS honró su fe. A los muchachos se les dio legumbres y agua durante diez días, evitando así el alimento contaminado de los babilonios. Al final de la prueba los cuatro muchachos estaban más saludables y más hermosos que los demás estudiantes que comían de la mesa del rey.
Tú tienes la última palabra para decidir si quieres tu identidad como hijo de DIOS, o la identidad que el mundo ofrece. No te canses de hacer el bien, al final DIOS respalda a sus hijos fieles.
Que DIOS bendiga tu vida.
LO SIENTO; POR FAVOR, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS
SOMOS AMADOS Y APRECIADOS MUCHÍSIMO Y PARA SIEMPRE
NO TENEMOS NADA QUE TEMER
NO HAY NADA QUE PODAMOS HACER MAL
YO SOY HIJO DE DIOS Y POR LO TANTO HEREDERO DE TODAS LAS RIQUEZAS DEL UNIVERSO
ARSENIO GONZÁLEZ EL NEGRO E' MACHA
CUMANÁ, 14-06-2021
Twitter: @aragonzal