DESPERTANDO EL ALMA
NOV 08. REFLEXIÓN DEL DÍA
PEREZA Y TESTARUDEZ
Había una vez un matrimonio que vivía feliz y estaba muy compenetrado. Y todo sería perfecto de no ser porque ambos tenían los mismos defectos: los dos eran muyyyy perezosos y muyyyy testarudos.
Y aquí empezó nuestra historia… Resulta que un día, la mujer se levantó sin ganas de hacer nada. Ambos se dieron cuenta de que apenas quedaba pan para desayunar. Y el hombre dijo a su mujer:
– María, ¿No ves que no queda pan para esta noche? Tendrás que amasar esta misma tarde.
Y la mujer, que no tenía ganas de amasar, respondió:
– No serán estas manos las que amasen… Hazlo tú si quieres.
– Pero María, que no tendremos pan para comer…
– Amasa tú, te digo, que tienes unos brazos muchos más fuertes que los míos.
– María, ¡no me enfades!
– Quico, ¡no me pongas de los nervios!
– Pues yo no amaso.
– Y yo tampoco.
– Nos vamos a enfadar.
– Depende de ti…
– Muy bien, pues algo debemos hacer para no reñir.
– Pues tú verás.
– Como ninguno tenemos ganas de amasar, lo hará el primero que hable.
Y así fue cómo una buena comitiva de vecinos, encabezada por el señor alcalde, se dirigió a la casa de María y Quico. Llamaron a la puerta. No respondió nadie. Y tras unos minutos de dudas, decidieron tirar la puerta abajo, temerosos de lo que pudieran encontrar dentro de la casa.
Temblorosos, los vecinos se agazaparon tras el alcalde, que estaba aún más nervioso, y movía de un lado a otro con miedo su bastón de mando. Al llegar al dormitorio, vieron a la pareja, cada uno de un lado, como dormidos. No se movían. Y aunque estaban despiertos, ninguno quería dar señales de vida para no tener que hablar. Estaban pálidos por llevar tantas horas sin comer.
– ¿Están…?- comenzó a decir uno de los vecinos sin terminar la frase.
– ¡María, Quico! ¡Decid algo!- les gritó el alcalde.
Ni 'mu'. No decían nada. Así que quitándose el sombrero y santiguándose, el alcalde comenzó a rezar por sus almas. Los vecinos le siguieron.
Una de las mujeres presentes creyó ver estremecerse a la pareja, pero por no parecer 'loca', decidió no decir nada.
– Les daremos sepultura hoy mismo… – dijo apenado el alcalde.
Y poco después, seis forzudos hombres se llevaron los supuestos cadáveres de la pareja hasta el camposanto. Ni un suspiro se oyó de Quico y María, los dos muy callados para no perder la apuesta.
Dejaron los cuerpos en el suelo mientras preparaban la sepultura. Los dos se quedaron frente a frente y nadie advirtió que entreabrieron los ojos y se miraron con recelo. Él pareció por un momento que iba a hablar, pero se negaba a perder, así que cerró con fuerza los ojos y se mordió la lengua. Y ella bostezó, con el riesgo de ser vista, y volvió a cerrar los ojos.
Dos hombres agarraron el cuerpo de María y lo depositaron en el ataúd. Y después fueron a por el cuerpo del marido, pero los allí presentes solo pudieron dar un grito de terror. Después otro más terrorífico y al final, salieron todos corriendo como alma que se lleva el diablo.
Y es que Quico, que no quería terminar sepultado en vida, terminó diciendo, justo antes de que le agarraran:
– ¡Socorro, socorro, que estoy vivo!
Y tanto el alcalde como los vecinos presentes sintieron que les daba un infarto, pero más aún cuando en ese instante vieron que María asomaba medio cuerpo por el ataúd y decía con una sonrisa triunfal:
– ¡Ahora, amasas tú!
LO SIENTO; POR FAVOR, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS
SOMOS AMADOS Y APRECIADOS MUCHÍSIMO Y PARA SIEMPRE
NO TENEMOS NADA QUE TEMER
NO HAY NADA QUE PODAMOS HACER MAL
YO SOY HIJO DE DIOS Y POR LO TANTO HEREDERO DE TODAS LAS RIQUEZAS DEL UNIVERSO
ARSENIO GONZÁLEZ
EL NEGRO E' MACHA
CUMANÁ, 08-11-2021
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