¡AUPEMOS LA RESILIENCIA OPOSITORA!
Enrique Prieto
Silva
Sábado 2 de abril
de 2022
En nuestro más reciente artículo publicado,
dijimos que era obvio el tema de la invasión de Rusia a Ucrania, imaginándonos
que sería el centro del debate por poco o mucho tiempo, sin aventurarnos a un
pronóstico, ya que para muchos era una guerra anunciada, para otros un disgusto
polemológico, pero para la mayoría, un devenir bien pensado del líder Putin,
que creyó haber conquistado el mundo politológico, para emprender una guerra a
su manera: “yo invado con bastante fuerza y me apodero del gobierno de Ucrania
antes que este país se una al enemigo OTAN”. Visualizamos su intención estratégica
de una acción relámpago con la fuerza del trinomio: tanques, aviación y misiles
indetectables, para lograr una superioridad bélica que obligaría a una
rendición a muy corto plazo.
Como lo pensamos, no sería un hueso fácil de
roer ni un objetivo militar de fácil victoria, que como pensamos y dijimos,
tendría el obstáculo conocido del retardo y malevolencia peligrosa del ataque a
localidades, aunque nunca nos imaginamos la férrea resistencia y fortalecida
defensa del sistema de armas militares de Ucrania, que han demostrado no solo
su heroica pericia, sino su acendrado nacionalismo, que han transformado la
defensa en una valerosa guerra de resistencia y represalia dentro de su mismo
invadido territorio. Obviamente, es inexplicable una estrategia militar que
coloquialmente sería una aventura en la boca del lobo.
Luego
de esta exposición entramos en el tema tratado en Venezuela, que consideramos
con sentido censor de la criticidad relativa en nuestro país, cuando el
discurso se mantiene en la lucha antichavista relacionándola con Maduro,
Guaidó, alacranes y enchufados, hasta de colaboracionistas; una sarta de
sandeces que tildan de política, pero que no va más allá de una ignominiosa
estupidez que mantiene al país en ascuas. Dijimos que apareció Maduro
respaldando a Putin (eso creído por algunos) pero luego apareció la reunión de
alto nivel de USA y su regreso a la Negociación en México, lo que generó una
sarta de disloques en discursos opositores, tanto en el exterior como en el
propio país; y venimos exponiendo una apreciación, que aparenta estar muy
cercana hoy a la verdad política, cuando seguimos diciendo que el problema de
Venezuela no es Maduro, ni el régimen, es la insulsa politiquería opositora,
manejada mayormente por “intelectuales; versados polemólogos y politólogos del
teclado”, quienes creen que el juego político se detuvo cuando surgió la
aversión: “fuera Maduro” y cuando se le calificó de usurpador, quien según el
enunciado, debía renunciar.
Pero
seguimos pensando que la debacle de los partidos de oposición, quienes en
comandita decidieron atacar y descalificar a sus líderes, proponer otros
desconocidos; pero lo peor fue promover la abstención por presumir el fraude
como bandera internacional. Esta, y la campaña externa apoyando la desidia, son
las que insisten en querer hacernos creer que la salida de Maduro por la fuerza
es la solución. Recordamos la inocua solicitud de “aplicar el TIAR” o pedir a
la FAN que se alce y saque a Maduro, voz escuchada por creyentes militares,
quienes de buena fe sacrificaron su carrera y hasta su libertad por esta causa.
No obstante y muy a pesar de otros, algunos venezolanos luchan calladamente
porque la negociación surta el efecto deseado y termine la desidia opositora
que tanto daño ha hecho a la causa.
Son muchos los que celebran el fin de las
medidas que tanto daño nos han hecho. Saben también que la economía del país
está en recuperación y que la crisis petrolera, aunque no se puede estimar el
tiempo que durará, es una oportunidad para que se recupere PDVSA y se elimine
el mito de que es irrecuperable. Muchas veces, no se entienden los criterios
económicos de algunos profesionales, además de politólogos, quienes han querido
tapar el sol con un dedo y negar lo que está a la vista, manteniendo una
actitud presagiadora fuera de contexto. Hay que insistir en que Venezuela debe
recuperar su vocación democrática, perdida desde la megalomanía militarista de
Chávez con sus secuaces. Y es aquí donde queremos exponer lo nuevo que llamamos
resilencia opositora, esa que se deriva de crecerse ante la adversidad, en un
entendido, que es volver atrás, volver de un salto, resaltando o rebotando, que
obliga a la capacidad de adaptación a un estado o situación adversos,
preparándonos para superar el estado inicial, luego de cesada la perturbación a
la que hemos estado sometidos, iniciando un nuevo estatus social y político
superior, donde estemos claros que las adversidades que hemos sufrido, se han
originado de la infausta creencia de que todo lo que se expone en ideas
socialistas, generadas de la perturbarte confusión de comunismo y social democracia,
genere nos lleve a entender la mejor forma de manejar el régimen de gobierno,
sin idealizar o idolatrar, ni a la teoría ni al mesías.
¡Nunca
más Chávez vive!
@Enriqueprietos