FELIZ CUMPLEAÑOS PARA MI TÍO, VICENTE MILLÁN. Por: Coronel (Av.) Sammy Landaeta Millán
Hoy quiero referirme a una persona que lo dio todo por nosotros, y lo voy a hacer escuetamente, expresándome, en sus propias palabras, porque Vicente Millán, “nunca en la vida” dejó de asistirnos, de querernos y ser un padre ejemplar.
Vicente Emilio Millán Landaeta, nació en Tacarigua, Isla de Margarita del Estado Nueva Esparta, tal día como hoy, 5 de Abril de 1920, hace 102 años, y era el segundo de los hijos de matrimonio de Marcelo Millán Malaver y Francisca Landaeta (Pancha), y la familia, de dicha unión, estuvo constituida por seis hijo a saber: María Angélica Millán Landaeta (Machía ), Vicente Emilio Millán Landaeta (Pó), Graciana Millán Landaeta (Gacha), Felipe Santiago Millán Landaeta (Chicho), Magdalena Millán Landaeta (Malengo) y Feliz Millán Landaeta (Lele) y los conocen así.
Sus labores iniciales en Tacarigua, por ser el varón, las compartía con María Angélica en ayudar a las tareas propias de la Agricultura en los sitios denominados como la Sierra, el Colorao y el Conuco de mi abuelo materno, Marcelo Millán, en las riberas de Rio La Noria. San Sebastián. Estado Nueva Esparta. Apreciamos que, en esos tiempos, su trabajo fue muy duro, y eso los décimos sobre la base del hecho que, en todo momento, rechazo tener, tierras para cultivar, a menos que fuesen árboles frutales, topochos, cambur, ají, ñame, u ocumos, blanco y chino, en el patio de la casa.
Vicente Emilio, se casó en Tacarigua con Benilde González, hija de Catalino González y Mélida de González, y en su unión matrimonial procrearon cuatro Hijos, Denix José Millán González. Vicente Rafael Millán González. Eudis Coromoto Millán González y Omar Millán González, y desde allí, trazó, nuevos rumbos a sus oficios del campesinado hacia el trasporte interurbano, conocido como chofer de Plaza, entre las poblaciones de Porlamar, Juangriego y viceversa.
Pero luego, el auge petrolero, le dio la oportunidad de ser un trabajador de primera línea, en las aéreas de servicios de pozos de petróleo. Recuerdo que mi hermana y yo viajamos en la Lancha desde Juangriego, hasta tierras firme y en la misma, venía la camioneta Desoto y luego de movilizarse en las labores principales de trasporte de pasajeros, en el área de Guanipa, decido incursionar en el área petrolera. Desde ese momento, trabajo en Anaco, Estado Anzoátegui con la Empresa Morales y Compañía, y puso en ejecución su título de Chofer profesional, para emprender tareas como gandolero en el transporte de agua salada, barro y labores achiques de residuos en las lagunas de oxidación de desechos de la actividad petrolera.
A Vicente, le sobrevino un divorcio, y allí emprendió su labor de PADRE, incansable, incuestionable, irreductible y responsable. La patria potestad le fue otorgada para custodia manutención y cuidados de de sus menos hijos, Denix. Vicente, Eudis y Omar, una decisión judicial, de gran magnitud, que requería un cambio de vida, y el traslado de sus hijos a vivir con su hermana Graciana (GACHA) en San José de Guanipa, El Tigrito, Estado Anzoátegui.
Allí sigue sus labores de gandolero clasificado en sus diferentes, tareas. Ese era un trabajo peligroso, extenuante y ahora en la Compañía Rodríguez Abarca, Sucesores de Morales y Compañía seguía ejerciendo y compartiendo con Gacha, sus labores en atender un negocio a medias como siempre decía, ubicado en la Calle 18 de octubre N° 35, que, de acuerdo a la Licencia de Víveres y Licores otorgada por el Ministerio de hacienda Nacional, se denominaba: Brisas de El Tejero, nombre quizás, derivado, de los orígenes de sus antiguos dueños.
Vicente tenía muchos amigos y compañeros de trabajo. Emprendió sus labores junto con José Antonio Núñez España, Pedro Brito, Presentación de Jesús Landaeta, (Presente Landaeta) mi difunto padre y entre sus amigos entrañables se podrían contar a Canuto Santaella. Escolástico Aguilera (Colón). Régulo Lárez. Eustaquio (Taco) Gil. Agustín Millán. Domingo Rodríguez. A sus primos Juan Guillermo Landaeta. Primo Rafael Landaeta. Lucas Landaeta. Simona Landaeta, Eloy Malaver. Chevo Malaver. Clotilde Millán, Antonio Millán. Alfredo Romero, Ventura González, José Sánchez Rojas, Cándido Sánchez. Tomasito el de Chuchú, su compadre Pablito Landaeta, y tantas personas que escapan a nuestra mente.
Parecería que muchos aspectos, Vicente vivió una vida de angustias, pero nunca desatendió la labor y responsabilidad con sus hijos. Dos eventos marcados le atribuyen una sobrevivencia, excepcional. Un día me dijo que la gandola se quedó sin frenos en lo que denominaban la subida de Tejero. Su ayudante para tratar de anclarla le puso unas cuñas y se paró medianamente, pero luego por la velocidad en retroceso, que agarro el vehículo, me dijo que se lanzó, y vio caer la gandola y el chuto, cerro abajo, reventando árboles, arbustos y piedras, que en virtud de las fallas de ese vehículo fue reasignado a trasportar tambores de aceite para las diferentes plantas en el área de Güico y zonas circunvecinas. Allí me convertí en su ayudante, porque ya Colón que fue su asistente ejemplar, había dejada de trabajar en la petrolera, y ahora hacíamos trabajos a destajo que compartía con mis labores de estudiante de bachillerato en El Tigrito y El Tigre, y en esas labores, NO dejaba de ver a personas conocidas como nuestro vecino de la calle Primero de Mayo, Carmelo Lizardi, quien vivía donde hoy reside el Señor Francisco Cones y su familia.
Posteriormente fue a cumplir labores en La Toscana. Caripito y Punta de Mata y estando por allá se presentó un segundo evento. Su hijo menor, Omar, que tenía tres años, se le presentó una dificultad que le impedía caminar y al tratar de hacerlo, constantemente se caía. Mi Mamá, lo llevó a consulta con el eminente médico, Dr. Pedro Urbina, quien certificó que tenía, Poliomielitis o Parálisis infantil, indicando que debía ser trasladado a Caracas al Hospital Ortopédico Infantil.
Con su muchacho sentando en las piernas, Vicente y Mamá salieron a Caracas y desde allí todo se circunscribe a las necesidades de Omar, internado en el Hospital Ortopédico infantil de la Capital, por el lapso de 10 meses. Hasta allá, aparte de Mamá y Vicente, pudimos ir Magdalena, María Angélica. Félix Ramón, Vicentico, Juvenal, Aleby y esas lides él consiguió a otros compañeros que tuvieron hijos con esas afecciones tales como Primo Rafael Landaeta. Eloy Malaver y también, Aníbal Rodríguez.
Las diversas citas de control y colocación de la botas y aparatos ortopédicos, devolvieron a Omar su potestad de caminar y el apoyo de sus paisanos Tacarigüeros para con Vicente, fueron su soporte, donde en Caracas nos albergaban la Señora Rosa Lina y su Esposo Tomás Gil, el Señor Romero Brito, y Aníbal Rodríguez, y su familia. Dios los bendiga.
Esas cosas también influyeron en la constitución de la familia. Ahora Vicentico vivía con Magdalena y su esposo, José Ángel Santaella. Eudis vivía con María de Lárez y su esposo Roberto Lárez y Denix se vino de Margarita para vivir con nosotros donde ahora los hijos de Gacha NO solo eran Aleby, Sandy y Juvenal, sino también Denix, y Omar, y además tenía la atención a sus hermanos Félix (Lele) Millán y Felipe (Chicho) Millán y por supuesto, la bodega.
Vicente conoció a una nueva persona y compartió su vida con ella. La Señora Margarita a quien conocimos, recordamos y respetamos, y con ella procreó, dos hijos, Neida Millán y Aníbal Millán, que iluminaron el quehacer de Vicente y enrumbaron de nuevo su vida.
Pienso que la mayor tarea, misión o historia de vida, de Vicente Millán, fueron sus hijos, y por supuesto, nosotros sus sobrinos. Cualquier situación o novedad o travesura, Mama la canalizaba con mucha prudencia porque NO se podía decir nada impactante, a un hombre que veía de trabajar después de manejar 8, 12 y hasta 24 horas en una gandola, pero era la figura representativa de la Familia, y era el padre del hogar.
Mi hermano Juvenal todavía recuerda, cuando Vicente, llego un viernes del trabajo y le dio unas realas a Mamá para que compráramos la comida el sábado en el Mercado Libre de El Tigrito, y además le dio 200 bolívares y le dijo, Gacha esto es para que le compres el equipo a Sandy, cuando se vaya para las Fuerzas Aéreas.
Trascurrió el tiempo me gradué de subteniente en la escuela de Aviación Militar de la Fuerza Aérea Venezolana, y luego, un día me fui de permiso navideño, para compartir con la familia. Cuando legue a El Tigrito había una mala notica que Vicente Millán González (Vicentico) había fallecido en un accidente de tránsito en la vía de San Antonio de Maturín. Las Navidades se convirtieron en pesar y mientras se hacia los preparativos para sacar el cadáver de la morque de la Ciudad de Maturín, sentado en el brocal de la emergencia oímos los cohetes y vimos los fuegos artificiales que anunciaban la llegada del niño Jesús mientras Vicente, Lele, Roberto y Sandy llorábamos la partida, de nuestro querido Vicentico, que por su trabajo, ya era subgerente de una Banco en Puerto Ordaz, pero teníamos que llevar el cadáver a Cumaná, donde residía su esposa o hasta El Tigrito donde estábamos todos nosotros y se decidió por esto último por razones administrativas, en acuerdo con su señora Esposa.
Ese evento trágico marcó a mi tío Vicente. Ahora NO era el mismo. La parálisis infantil de Omar lo había golpeado, pero NO con tanta intensidad, como lo hizo el trágico fallecimiento de Vicentico. Seis meses después yo ascendí a Capitán de la Fuerza Aérea Venezolano y mis familiares incluyendo a José Rojas y Zunilde de Rojas, quienes vinieron desde Caracas a acompañarnos a Maracay. Estado Aragua, y Vicente pese a la alegría que compartíamos, NO se separó de la pesadumbre por la pérdida de su hijo, razón por la cual le pedí que se quedara conmigo unos 15 días, y así lo hizo.
Después de ese evento, fuimos a una boda, en Villa de Cura, allá se casó nuestro primo hermano, Glenis Lárez. Vicente, Edgardy, mi esposa, y mis menores hijos, fuimos a compartir con mi tía Machía y Roberto Lárez, quienes se quedaron allá, y nosotros regresamos a Maracay, por supuesto hablando y cantando canciones, mientras Edgardy, manejaba de regreso. Gracias a Dios.
Cuando cumplí 10 años de servicio en la Fuerza Aérea se me presentó una propuesta de trabajo y para cumplirla, debía solicitar mi pase al retiro para volar helicópteros en la aviación civil, ya que la Compañía Petrolera Mene Grande o Corpoven comprarían unos helicópteros y estarían basados en San Tomé. Estado Anzoátegui, y eso se lo consulté con mi tío Vicente y textualmente me dijo: “Usted peleó mucho, con todo el Mundo, para irse para la Aviación. Ahora NO venga a pedir consentimiento, para venirse, porque de mi parte, NO lo tiene”. Santa palabra.
Realicé un vuelo a Santa Elena de Uairén y luego de dos o tres días, aterricé en San Tome y fuimos a almorzar a casa de mi mamá, y a llevar un Morrocoy gigante, que traía de la Selva, pero a mi tío NO lo vi. Dos días después, me tuve que regresar por tierra para sus exequias, después de fallecer presuntamente por ahogamiento mientras comía unas piezas de carne de res en casa de un vecino.
Por el Señor, Vicente Millán Landaeta, sus hijos, sus sobrinos y toda su familia guardamos gratos y grandes recuerdos. Él fue una persona excepcional, amigo de los amigos y compañero de sus compañeros, incluyéndome a mí y a su hijo Vicentico, que nos dejaba manejar, y hasta nos prestaba el carro, para que diéramos una vuelta o lo acompañáramos en sus periplos y visitas de diversos negocios en El Tigrito, cuando decidía tomarse, sus acostumbradas cervezas.
Para Vicente Millán, nuestro eterno agradecimiento, nuestro infinito amor y por supuesto nuestro reconocimiento a sus esfuerzos, a sus angustias, a sus desvelos, a su trabajo y a su tenaz disposición, porque tuviéramos una educación profesional, y por supuesto, una vida mejor.
Gracias Vicente, Gracias Tío Pó, como te decíamos. Gracias mi tío, gracias mi amigo, y gracias por siempre y para siempre por el cariño el orgullo y la familiaridad que nos distes, con gran respeto y acompañamiento, en la medida que la vida nos encontrara.
FELIZ CUMPLEAÑOS, en la eternidad. Feliz cumpleaños en el Cielo y feliz cumpleaños en la Gloria, porque te la mereces, VICENTE EMILIO MILLÁN LANDAETA, hoy que estás cumpliendo 102 años de tu nacimiento, y siempre te recordamos con amor, agradecimiento y dolor por tu ausencia. Bendícenos a todos. Tarde o temprano estaré contigo para seguir amándote. Atte. Sammy Landaeta Millán, Señora y Familia. Venezuela, 5 de abril de 2022.
Sammy Landaeta MillánTwitter: @ProtestaMilitar