La piratería informativa
Enrique Meléndez
Aún no se conocen los
detalles de los artículos, que pretende el sector oficialista, representado en la Asamblea Nacional
de Jorge Rodríguez, modificar de la
Ley del Ejercicio del Periodismo; aunque ya se ha asomado que
uno de ellos pudiera ser la eliminación de la exigencia de la colegiación por
parte del periodista, para ejercer la profesión, y la cual adquirió ese
carácter, justo, a partir de la aprobación de dicha ley en la década de 1970.
Hasta entonces se consideraba un oficio, y era ejercido por egresados de la
escuela de periodismo de la Universidad
Central de Venezuela, que se había creado en la década de
1940; pero también por autodidactas, que asimilaban en determinado periódico, y
como hasta entonces se había acostumbrado, para antes de la creación de dicha
escuela; sobre todo, muchachos con inclinaciones literarias, a quienes ponían
de reporteros; cuando no, alguno que otro mensajero, que daba la talla, y
entonces resultaba que tenía condiciones para llevar a cabo el oficio.
Por otra parte, estaba el
locutor, que se permitía hacer entrevistas en un programa de opinión radial, y
el que terminó siendo también colegiado, como aquellos de los medios impresos,
tan pronto presentaron sus respectivos recaudos, de acuerdo a la exigencia que
se puso, para dicho reconocimiento, a propósito de la creación del Colegio
Nacional de Periodistas, que dio lugar la ley; y que era, como decíamos, lo que
le otorgaba carácter de profesión al ejercicio en cuestión, es decir, estar
colegiados, y en donde entrábamos directamente los que egresamos de la Escuela de Comunicación
Social, tanto de la UCV,
como pasó a llamarse la antigua escuela de periodismo, a raíz de la reforma
universitaria de finales de la década de 1960 como de otras escuelas, que se
fueron abriendo en otras universidades de la capital y del interior del país.
En el caso de la escuela de la UCV, estamos ante una escuela
marxista; puesto que la mayor parte de los profesores, además de conocer y
transmitirnos las técnicas del tratamiento de la noticia, también manejaban la
teoría relativa a la misma o teoría de la comunicación, y la que no dejaba de
identificarse con la ideología comunista. Hay que admitir, que hasta la caída
del Muro de Berlín el marxismo constituyó la modernidad, y de aquí no se
salvaron ni los más prestigiosos intelectuales de la América latina. De hecho,
la mayor parte de sus docentes eran militantes del Partido Comunista de
Venezuela, así como del Movimiento Al Socialismo, y abordo este tema; porque
esta gente desde un principio se cuadró con el proyecto político de Hugo Chávez.
Pero, obsérvese lo malagradecido que resultó este proyecto chavista, que toda
esta gente; como otros colegas míos destacados, que dirigían programas de
opinión en la radio y la televisión, como Napoleón Bravo, como Alfredo Peña;
además de la mayor parte de los medios de comunicación siguieron por ese mismo
camino, y fueron factores decisivos, en lo que atañe a la victoria de este
señor en las elecciones de 1998; pues no se olvide que la atmósfera política de
ese momento está signada por la antipolítica, y apareció Chávez locuaz y
avasallante, que se planteó como la alternativa, dada su condición de militar.
Estábamos enajenados con una falsa moral, que se propagó por esa época; llamada
a deslastrar la imagen de nuestra clase política; sembrando falsos valores, y
en la que cayeron mis colegas; porque no se quería ver el fondo de las cosas;
había mucha envidia y odio acumulado en algunos sectores, que influyeron sobre
la conciencia; no sólo de mis colegas, sino también la de otros profesionales.
¿Qué pudiéramos decir, al respecto? Que así paga el diablo. Al final esta gente
salió con las tablas en la cabeza.
Hoy en día no existe periodismo en Venezuela; cuando
aquí se gozó de una absoluta libertad de expresión; que, además de ser muy
crítica, era creativa. Las experiencias de Tal Cual y de La Razón; que fueron los medios
impresos de más reciente aparición para la época de la República civil, fueron
patéticas, en ese sentido; aparte de que existía una muy amplia gama de
periódicos nacionales, regionales y locales. En cuanto, a los medios
audiovisuales la experiencia de Globovisión, que también fue una de las
televisoras de reciente aparición en aquellos días, fue asimismo patética. Todo
este concierto de voces, para volvernos líricos, críticas y creativas,
decíamos, desaparece. Empezando por La
Razón en los primeros años del gobierno de Chávez; un
semanario al que van reduciendo; luego de haber alcanzado importantes tirajes,
a sólo su portal electrónico; al igual que la mayor parte de esa amplia gama de
medios impresos, que decíamos. A continuación vino el despojo de la televisora
RCTV, seguido del cierre de una serie de emisoras de radio e intervención de
otras, para pasar a manos del Estado; compra de acciones compulsiva de
Globovisión y neutralización de otras televisoras privadas; hasta quedar la comunicación
social en Venezuela en un estado de abyección absoluta, en el sentido de que
los pocos medios, que quedan, están al servicio del culto a la personalidad del
hegemón, es decir, un periodismo laudatorio.
Por supuesto, lo que se quiere con esta reforma es
bochinche; partiendo de que, al parecer, se va a manejar el concepto del
“comunicador popular”, y que no es otro, sino ese personaje, sobre todo,
televisivo; que se ha venido filtrando por los palos como periodista; asimilado
en calidad de reportero impertinente, para que moleste a las figuras de la
oposición con achaques, en momentos en los que éstas declaran, o para darle carta
aval a programas escatológicos, donde estas figuras reciben insultos, burlas.
He allí la exaltación de la mediocridad: en lugar de elevar de rango a la
profesión, lo que hacen es bajarlo, y esto porque se carece de estudios
universitarios; que su ejercicio vuelva a ser un oficio; pero un oficio de mal
gusto; manejado por piratas de la información, al servicio del régimen.
Enrique Meléndez: Periodista, Escritor y Reportero, venezolano, Licenciado en Comunicación Social y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela; con estudios de post-grado en el Instituto de Altos Estudios de la América Latina de la Universidad de La Sorbona, París III, de Francia, Columnista del Semanario La Razón, en Venezuela, y autor de un diario político-filosófico, titulado: "Diario de la Quinta República: cronología de la destrucción de Venezuela", cuyo primer volumen está publicado en la biblioteca virtual de Amazon.