Enrique Prieto Silva.
Miércoles 14 de septiembre de 2022
El pasado 12 de junio, cuando se iniciaba el fulgor de la invasión de Rusia a Ucrania, nos referimos al “…despertar de la guerra, cuando percibíamos que la guerra se estaba transformando en un tema solo para discusión entre teóricos…”. Dijimos entonces, que “…la invasión de Ucrania por el ejército ruso, queriéndolo o no hizo revivir los momentos cruciales de la Guerra Fría, pero con mayor énfasis el reencuentro con el temor nuclear y los supuestos designios de las cinco profecías de Nostradamus, que a decir verdad, son hasta convincentes, al extremo de que nos llegan a hacer creer que el presente ha sido conducido a este designio. Según Nostradamus en sus cinco profecías para el 2022 podríamos tener 1. La muerte repentina de un líder político internacional; 2. Una crisis política y separación de la Unión Europea, considerando la separación de la Gran Bretaña; 3.Una crisis económica y hambruna, que se augura a causa del Covic y las medidas del conflicto Rusia-Ucrania; 4. Manifestaciones derivadas del cambio climático, ya en visión en todo el mundo; 5. La pandemia del Covic, que pronosticadores aderezan con una nueva Guerra Mundial.”
Sin dudas, este corto tiempo transcurrido desde junio, han generado más acciones positivas en la política mundial, que el mismo tiempo transcurrido desde la caída del Muro de Berlín; y hoy que recordamos este escrito, repetimos lo que dijimos entonces: “…siempre hemos sido optimistas y pensamos que los presagios ayudan a derrumbar las tesis pesimistas, que siempre están en la mente de algunos o muchos, que nunca tiene fe en la esperanza. Somos creyentes de que cuando nos oponemos a los malos presagios, ahuyentamos la envidia y el temor, y alimentamos la fe y la esperanza, que son los más claros alimentos para una vida con mente sana.”
Hemos visto otro acontecer profético con la muerte de la reina Isabel II de Inglaterra, pero como dijimos entonces, “¿cómo vivir en este momento sin el temor a la guerra, cuando queriéndolo o no, nos encontramos con ¡un despertar de la guerra!, y, a pesar de la distancia y la ideología, tenemos que seguir y hasta sufrir las consecuencia de la invasión de Ucrania, hecho fortuito que nos hace rememorar las enseñanzas de lo que es y ha sido la guerra; mucho más, cuando vivimos en un país de políticos irreconciliables, capaces de aceptar cualquier acción para “cambiar el régimen”, ese régimen que nos maltrata pero que no logramos identificar con la verdadera señal, como no sea con la denominación de ‘enchufados’, dictadores o usurpadores.” También, sin pensarlo, hemos visto el cumplimiento del presagio o profecía de la muerte del líder político, y quedamos a la expectativa sobre lo dicho de que la muerte de este líder “cambiaría el mundo definitivamente”. Y ahora con mayor énfasis nos preguntamos ¿cuál y cómo será el cambio?, lo que sigue siendo una expectativa que nos preocupa, ya que la invasión de Rusia a Ucrania, ha puesto al mundo a pensar, que han aflorado muchas de las esas expectativas que no afloraron con la guerra fría, pero que nos traen a colación los dilemas críticos que surgen con la expectativa de guerra.
Referimos antes, lo que decimos en nuestro tratado
“Nomenclatura de Guerra”, que: “Toda guerra conlleva
siempre lágrimas, sufrimientos, muerte, pérdidas, sangre y heridas. La guerra
es implacable con todos, con los ancianos y los jóvenes, con los cobardes y los
valientes. No todos han salido con vida en medio de la metralla, de las
explosiones de bombas, minas, proyectiles y sepultado por los escombros de los
edificios.”
Igualmente decimos, que “No hay
dudas de que todo conflicto bélico es una caja de Pandora, donde se pueden
encontrar muchas sorpresas. Con victoria o con derrota todos pierden. En el
pasado, toda victoria era compensada con un botín, pero en el presente, toda
victoria involucra una pérdida compensatoria para reconstruir y beneficiar al
derrotado.
Se logrará la paz después de la guerra, pero
quedarán las grietas y las heridas a que conducen todos los conflictos bélicos.
No hay dudas, solo quedará el sabor de justificar la guerra por la paz pero lo
único válido y verdadero es que hay que evitarla.”
Dijimos también, que “…en
este mar de incertidumbres, los venezolanos, tanto dentro como en el exterior,
vivimos en un conflicto existencial que no comprendemos, queremos la paz y la
vuelta a la democracia, pero muchos se unen al coro que pide medidas y acción
de fuerza; olvidando que la fuerza es la guerra, y para ello se prepara a la
Fuerza Armada; olvidan que en tanto, estas ocurrencias encajan en el marco de
la guerra, las cosas se tornan agobiantes e intelectualmente incómodas; olvidan,
que con el advenimiento de un bombardeo de largo alcance, es difícil o
imposible separar los combatientes de los no combatientes, es decir, no hay
forma de separar a gobierneros y opositores, a civiles y militares, a guerreros
y pacifistas; olvidan o no saben, que cuando se usa el poder aéreo para ganar
la guerra, se destruyen recursos y se mina el apoyo del pueblo con el esfuerzo
bélico…” Por fortuna, quiérase relacionarlo o no con la guerra de Ucrania, nuestros
líderes radicales en esta propuesta han reaccionado en contrario y hoy se unen
al clamor de quienes pedimos volver a la democracia y a Venezuela, pidiendo
elecciones para el cambio gubernamental.
Como referimos en el
escrito mencionado, salió a relucir la invasión rusa a Ucrania y su amenaza con
el uso de las armas nucleares y los modernos sistemas misilísticos
intercontinentales, adelanto bélico que condujo a la conclusión ilógica que la
guerra nuclear resultaría en la aniquilación mutua de los adversarios y por
tanto no serviría a una finalidad de política racional; sin embargo se temía
por el gran peligro inminente de una mente turbada por la derrota, para el
empleo del “todo por el todo”; pero como hemos dicho, no creemos que l pueblo
ruso vaya a permitir el uso de las armas nucleares, conociendo como se conoce
el llamado MAD o “mutua destrucción asegurada”.
@Enriqueprietos
REMISIÓN:
Con mi cordial saludo,