Lamentos
de cornudos
Enrique
Meléndez
La sentencia del TSJ, mediante la cual
se desconocen los efectos de los resultados de la elección primaria, no deja de
tener una cierta ironía; de hecho, produjo humor en las primeras de cambio;
pues nadie se explica que se anule un resultado, que ha sido consumado por una
voluntad general, con gente en la calle, acudiendo a la convocatoria de dicho
proceso; que es lo que ha llevado a muchos a decir que “con el ojo afuera, ya
no vale Santa Lucía”; hablo de ironía, es decir, no deja de ser una burla a la
ciudadanía; porque, en el fondo, esconde un despropósito, y es ratificar la
inhabilitación de María Corina Machado; como segundo punto de la sentencia. Es
decir, se trata de un cascarón, que envuelve dicho despropósito; pues haber
ratificado aquella medida de conculcación de un derecho político a la señora
Machado sin un “picante bolivariano”, se veía demasiado descarado el asunto;
aun cuando, corrió por las redes sociales un comentario, relativo a un impasse
que se produjo entre los magistrados y el régimen; pues, al parecer, entre los
magistrados se maneja la tesis, de que se trata de una medida muy truculenta;
pues la prórroga de esa inhabilitación, que sería la esencia en este caso, ha
debido producirse a finales de 2015, habiéndosele sido impuesta en 2014; que
ella asumió. El motivo de esta pena, de acuerdo a la versión que yo manejo,
responde al hecho, de que la señora Machado no acusó recibo entre sus ingresos
de unos cestaticket, que recibió siendo diputada, a la hora de la declaración
de su patrimonio; cosa que no es tan grave, como para venir con una prórroga de
15 años; lo que supone, como decía, una conculcación de los derechos políticos
de una persona, sólo por el hecho, de que de la noche a la mañana se transformó
en una real amenaza electoral.
Incluso, uno todavía a comienzos de
año veía el proyecto político de la señora Machado como muy peregrino en medio
de un totalitarismo, que actúa en forma implacable, conforme lo vemos en esta
oportunidad con la sentencia de marras. Por supuesto, Diosdado Cabello, tan
basto como su mazo, fue su mejor jefe de campaña; porque se encargó de hacer de
ella un mito; un mito femenino, que a muchos nos llevó a pensar en una Doña
Bárbara pasada para el lado de la civilización o, más fino aún, una Dama de
Hierro a lo Margaret Tatcher; porque, en el fondo, el proyecto político de la
señora Machado no tiene nada que ver con ese bolivarianismo chato y delirante, con el que llegó Hugo Chávez a la palestra
pública; puesto que la que la mueve es la idea del progreso; retomar la senda
del desarrollo económico y social que el país traía desde la puesta en práctica
de la tesis del Pacto de Puntofijo; del cual se cumplen 65 años en estos días;
que supone, al mismo tiempo, un asalto a la racionalidad política; perdida
desde que ese señor hizo dicha aparición, oloroso a pólvora y con el uniforme
de teniente coronel ensangrentado, y expresó en su discurso de rendición, a
propósito de su frustrado golpe de Estado, un famoso “por ahora”; que un pueblo
poco malicioso se lo consintió. A medida que Cabello pretendía chalequearle la
campaña electoral a la señora Machado, colocándole obstáculos en las rutas, por
donde transitaba, y ella los burlaba, en esa medida iba fraguando ese mito;
unido al profundo descontento de un pueblo, azotado por el hambre y la miseria;
de modo que su presencia en las tarimas, una vez que vencía todos los
obstáculos, incentivaba más la emoción en la gente.
Porque cercenarle los derechos
políticos a una ciudadana, es también cercenarle el derecho al pueblo a elegir
el candidato de su preferencia; de allí que el medio social venezolano le diera
carácter de insurrección popular a su peregrinar, al estilo de Gandhi, al
sortear caminos, para colocarla en esas tarimas; tanto más que por esa vía lo
que se persigue es una salida maquiavélica; como es la de que la oposición
abandere a un candidato de la preferencia de Nicolás Maduro, y que es lo
primero que rechaza la señora Machado. Ahora, lo más insólito de esta situación
no es tanto lo extemporánea que resulta la sentencia, sino que pretende
convertir un evento de carácter privado de la sociedad civil; cuando digo
civil, me refiero a lo orgánico de esa sociedad, al país político, como sería
la elección del candidato presidencial de la unidad, que daría lugar esa organicidad,
en un crimen político; se declare a Jesús María Casal enemigo número uno de
Venezuela; se le cite a la Fiscalía; se le interrogue durante cuatro horas, y
se le censure ante la opinión pública; así como a los demás integrantes de la
Comisión Nacional de Primarias.
He allí el reflejo del sentimiento de
abandono, que sintió la gente que nos gobierna; tan pronto se anunciaron los
resultados, y lo peor es que los centros de votación más concurridos fueron
aquellos de los sectores que en otra época constituían el llamado pueblo de
Chávez: “con hambre y sin empleo; con Chávez me restreo”. Enseguida saltó la
plana mayor oficialista a cantar fraude. Ahora, en medio de este concierto o en
medio de este “lamento de cornudos”, el único de esa banda que ha sido sensato,
ha sido Francisco Arias Cárdenas, quien los ha llamado a que abran los ojos.
Que lo único que les queda es negociar su salida. Sobre todo, porque no tienen
plata; para responderle al país, y lo que van a recibir, se llevará a cabo bajo
las condiciones, que le ha puesto el mundo occidental a esta tiranía; sobre
todo, en lo relativo al tema de las inhabilitaciones, que propiciarían un cambio
de gobierno; de acuerdo a las expectativas, que abriga dicho mundo. Por
supuesto, eso representa la joya de la corona para el régimen, y quizás la ha
ratificado en la sentencia para negociar quién sabe qué.
Date: dom, 5 nov 2023 a la(s) 06:34
Subject: artículo.