FOTO: Por cortesía de Maduradas
Maduro: nada que reportar.
Enrique Meléndez.
Nada de qué vanagloriarse, desde el punto de vista de obra de gobierno, salvo el culpar a los demás de semejante ineptitud; empezando por el tema de las sanciones. Una de sus cuñas publicitarias dice: ya lo peor pasó, ahora viene lo mejor. Han pasado 25 años; asumiendo, en ese sentido, una posición a la defensiva, cuando en casa se la da del más macho. ¿Cuántos detenidos van hasta ahora? Por las redes sociales rueda la información, de que los últimos fueron los dueños y mesoneros de un restaurante en Barinas, donde comió González Urrutia, que viene siendo una medida en serie, que le aplica el gobierno (Seniat y Guardia Nacional) a todos los servicios (comercio, hoteles y transporte), de los que se sirve el candidato unitario o María Corina Machado y, además se habla del señor que transportó a González Urrutia hacia Barinas en moto, nada más absurdo; primero, porque eso no va a frenar el proselitismo arrollador, que lleva a cabo por toda Venezuela el binomio González Urrutia-Machado; segundo, porque eso le hace más daño al gobierno, que a los propietarios de los respectivos servicios, desde el punto de vista de la reputación, con quienes todo el mundo tiende a solidarizarse, en detrimento de su imagen.
¿Contra soberbia humildad? Eso es lo que se responde del lado opositor. Obsérvese el comportamiento, que tuvo González Urrutia al momento de ser increpado por los empleados de Conviaza en Maiquetía, primero en la taquilla de venta de boletos, donde le dijo de todo la vendedora; luego, en el avión por parte de uno de los funcionarios de seguridad de la empresa aviadora: silencio absoluto; arrebato que indignó a toda Venezuela. Allí hay dos delitos, uno de ofensa personal, en especial, a una persona de la tercera edad; a continuación, incitación al odio dentro del avión, lo cual amerita prisión, para quien lo promueve, de acuerdo a una norma internacional, que rige la aviación, puesto que el candidato de la unidad no lo provocó: sentado en su poltrona, ni se dignó mirar al injurioso: igualitarismo hacia abajo (al momento de increparlo en el avión lo tuteaba). De hecho, el funcionario, según González Urrutia, posteriormente, le envió un mensaje, ofreciéndole disculpas; alegándole que cumplía órdenes; quizás, asesorado por algún abogado, que le hizo ver, que ese exceso suyo, a bordo del avión, sólo lo exime de la pena de cárcel una prueba de esquizofrenia por parte suya. Ahora, el sentido común sentencia en este caso: están desesperados, mejor aún, desconsolados de vista y corazón. ¿De vista? Es impresionante el fervor que despierta el binomio, en cuestión y, luego, como los colectivos se le han venido volteando al gobierno, al punto de que lo pregonan, a manera de travesura: nos dieron treinta dólares, para que acompañáramos la caravana de Nicolás Maduro; pero, igual, vamos a votar por Edmundo; que viene a ser también un fenómeno, que ha surgido al fragor de la campaña: la figura del motorizado como escolta de la señora Machado, una verdadera fuerza de choque, a la que le teme el gobierno; pues, por el momento ha prohibido el comercio de este vehículo; que no deja de ser un acto más de soberbia, propia de la conducta del bárbaro. Por lo demás, el amarillismo oficialista no le perdona la vida al candidato unitario. Aquí es donde se nota que esta gente vive de rencores; resacas de odio tercermundista empozadas en el alma, sobre todo, derivadas por el complejo de inferioridad, que se siente frente al hermano mayor del Norte. Resulta que el sujeto es de la CIA; porque estuvo en El Salvador como diplomático, y allí se dedicó a matar curas, conjuntamente, con el periodista Leopoldo Castillo; como si pertenecer a la CIA fuera cosa de militar en un voluntariado; lo cual fue un prejuicio con el que especuló mucho la corriente comunista en toda la América Latina; derivado de la época del macartismo, a lo largo de lo que fue la Guerra Fría; momento en el que el mundo marchó en el marco de la bipolaridad, y si se quería difamar a alguien en ese mundo comunista, se le acusaba de pertenecer a este cuerpo policial de espionaje; que ahora mira al comunismo como un cadáver insepulto, que todavía espanta: la ruina de los pueblos, como lo demuestra el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, de donde todo el mundo sale despavorido.
¿Qué le queda a Nicolás Maduro? Montar la fiesta en esas tarimas y ponerse a bailar. Cada cantante le sale por miles de dólares; que bien los podría utilizar en aumentos salariales o en la red hospitalaria, que está desmantelada. ¿Baila solo? Lo hace de esta manera; porque según parece, Cilita no está en condiciones de mover el cuerpo al paso de salsa casino, como lo hace Maduro, que semeja a un chamo del 23 de Enero (Caracas), a medida que se tongonea. Frente a él un público, que se ve que ha ido a la fuerza; porque sabe que todo eso es aburrimiento, tomando en cuenta que oír mentiras, es la cosa más fastidiosa del mundo. Según las malas lenguas, salen de todas las concentraciones, que han venido llevando a cabo por todo el país, y donde más abunda el autobús, que la gente, montados en cólera, echándole la culpa al alcalde o al gobernador por la poca asistencia. He allí el desconsuelo, decía, que siente esta gente en el corazón. Nadie, ni bajo el chantaje del alcalde o del gobernador puede contra este menosprecio del pueblo hacia ellos. Además, esas carantoñas que le hace Maduro a Venezuela: te amo Venezuela… Claro, como buen alumno de Chávez no le teme al ridículo; de lo que no escapa, en su conjunto, toda la campaña electoral en sí de Maduro; por lo que decíamos al principio: porque no hay un balance a rendir de obras ejecutadas por su administración, salvo que "hemos transitado por un momento de sangre, sudor y lágrimas; de modo que ahora, superadas todas las sanciones, nos proponemos llevar a cabo nuestro modelo de economía inclusiva". En el fondo la voz de Chávez mandando a votar por Maduro.
REMISIÓN:
Enrique Melendez O. melendezo.enrique@yahoo.com
Date: sáb, 13 jul 2024 a la(s) 9:39 p.m.
Subject: artículo
Date: sáb, 13 jul 2024 a la(s) 9:39 p.m.
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