NO ME CORTEN MI PAN
Vinicio Guerrero Méndez
“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; Haced esto en memoria de mí”. (Lucas 22:19)
El pan tiene un significado místico y sagrado. La costumbre de partir el pan en vez de cortarlo, se encuentra a través de las Escrituras. En lamentaciones 4:4 leemos: “Los chiquitos pidieron pan y no hubo quien se los partiese”. En algunos lugares se tiene tanta reverencia hacia el pan que no son capaces de levantarse para saludar a su huésped, si están partiéndolo, sino que se espera hasta que se haya terminado el ritual para hacerlo. Los orientales sienten la importancia de la petición desde que se siembra la semilla hasta que se amasan las tortas es hecho en Oración al Señor: “Danos hoy nuestro pan de cada día” (Mat. 6:11) de allí viene la costumbre universal de partir el pan y no de cortarlo. Es a los hombres que realmente aprecian el valor del pan, a quienes primero les dijo Jesús “Yo soy el pan de la vida, el que viene a mi no pasara hambre, el que cree en mi no pasará nunca sed” (Jn 6:35)
Se dice que los nativos de Palestina nunca usan el cuchillo para cortar el pan, y piensan que “es absolutamente malvado el cortar el pan, sino que siempre deben partirse con sus dedos”. El cortar el pan, se piensa que es como cortarse la vida uno mismo.
Cristo partió el pan cuando instituyo la Ordenanza de la Cena del Señor, la expresión vino a referirse a la ordenanza (Mat. 26:26) “Y comiendo ellos, tomo Jesús el pan y lo bendijo, y lo partió y dio a sus discípulos”. Así leemos en Hech. 20:7 “el primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba”
Dos clases de pan se usaban en los días en que los eventos bíblicos tuvieron lugar: pan de trigo y pan de cebada. Había entre ellos la siguiente distinción: el pan de cebada era y (quizás no lo sé si aún hoy), es usado por las clases pobres, siendo que si una familia podía adquirir pan de trigo se consideraba haber llegado a un buen lugar en la escala social.
El joven que tenia cinco panes de cebada y los dio a Jesús, y vio que se multiplicaban para alimentar a cinco mil gentes (Jn 6:9) Su contribución humilde hizo posible aquel milagro, y la multitud quedo satisfecha con esa clase de pan.
Con frecuencia y en la actualidad, como en los días de las escrituras, el pan se cocía ya en horno. El horno primitivo consistía en un tubo grande a tierra en medio de una barraca. El combustible se arroja dentro del tubo, y cuando este se calienta con el fuego, oleadas de humo y lenguas de fuego salen del pozo. La barraca sin chimenea principia a aparecer como un cráter activo.
Malaquias debe haber visto un horno semejante, cuando escribió las siguientes palabras, “He aquí, viene el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa” (Mal. 4:1) Tan cierto como que hoy estamos viviendo situaciones difíciles y dramáticas provocadas por las mentiras y la avaricia de un gobierno que ha convertido la sagrada natividad del Señor, en puñales afilados prestos a cortar el pan que es nuestra propia vida. Tanta maldad no ha sembrado más que odios y rencores entre los ciudadanos de este hermoso país. Manto de la amistad que otrora cultivamos entre hermanos con abrazos, gritos y vivas por una feliz navidad y un próspero año nuevo lleno de paz y felicidad.
Afectuosamente,
Imperfecto.
VINICIO GUERRERO MENDEZ
vinguerrero@hotmail.com
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