ASI NACIÓ EL MESIAS
Vinicio Guerrero Méndez
“Hallareis al niño envuelto en pañales, echado en un pesebre”
(Lucas 2:12)
La promesa mesiánica de la Biblia, sin duda estaba siempre en los labios de las mujeres hebreas. Alguna de ellas siempre esperaba que su hijo fuera el Mesías. “Saldrá estrella de Jacob y levantárase cetro de Israel” (Num. 24:17). Esto conservaba la esperanza de la venida del Mesías, y era causa de que las madres judías desearan un niño en cada alumbramiento.
Por años los orientales de las tierras bíblicas han cuidado los niños tal como cuando Jesús nació. En vez de permitir al niño el libre uso de sus extremidades, se enreda de manos y pies con bandas de pañales, y así lo convierten en un bulto desvalido semejante a una momia. Al nacer, al niño se le baña y se frota con sal; con sus piernas juntas y sus brazos a los lados, es envuelto apretadamente con bandas de lino o de algodón de diez a doce centímetros de ancho, y de cuatro a cinco metros de largo. La venda también se pasa bajo su barba y sobre su frente.
El profeta Ezequiel indica que estas mismas costumbres al nacimiento del niño se practicaban en su tiempo. El día que naciste ni fuiste lavado con agua para atemperarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelto con fajas” (Ezequiel 16:4) Todos estamos familiarizados con las palabras de Lucas, de cómo cuidaron al niño Jesús: “Hallareis al niño envuelto en pañales, echado en un pesebre” (Lucas 2:12)
“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño.
Afectuosamente,
Imperfecto.
VINICIO GUERRERO MENDEZ
vinguerrero@hotmail.com
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