Tiempos
de dictadura
Fernando Ochoa Antich.
El título de este artículo lo tomé del
extraordinario documental realizado por Carlos Oteiza para caracterizar el
régimen del general Marcos Pérez Jiménez: una dictadura eficiente en la
construcción de grandes obras de infraestructura, pero inclemente violador de
los derechos humanos y de las libertades ciudadanas. Su gobierno se inició en
1952, después del fraude electoral realizado en los comicios para elegir la
Asamblea Nacional Constituyente, ante el amplísimo triunfo del partido URD,
liderado por Jóvito Villalba, y el golpe de Estado perpetrado por las Fuerzas
Armadas Nacionales, cuyo Alto Mando designó a Marcos Pérez Jiménez
presidente provisional de Venezuela. Los desafueros continuaron y al año
siguiente fue aprobada de manera ilegítima la Constitución de 1953 y se hizo
designar presidente constitucional. Su obra de gobierno, en relación a la
infraestructura creada ha sido reconocida por importantes historiadores. Sin
embargo, el desarrollo vertiginoso de la construcción generó dos grandes crisis
económicas debido al exceso de gastos, en los cuales incurrió: la de 1956,
superada por la entrega de concesiones petroleras y la de 1958, que además de
económica, fue también política y condujo a su derrocamiento, después de la
insurrección militar del 1° de enero de 1958 y la rebelión civil en los días
posteriores.
Uno de los temas más bizantinos que los venezolanos hemos sostenido en
nuestras discusiones, durante estos dieciocho años de régimen chavista, ha sido
determinar su verdadera esencia como régimen político. Las opiniones varían
entre una dictadura militar tradicional, un régimen totalitario, una neo
dictadura y una seudo democracia. En verdad, en mi criterio, estamos en
presencia de una dictadura, independientemente de la denominación que se le
quiera dar. Obviamente, en la actualidad se hace mucho más difícil implementar
un régimen de este tipo bajo los mismos parámetros utilizados en los siglos XIX
y XX, en virtud de la globalización de los derechos humanos y tantas otras
restricciones impuestas por la comunidad internacional. De allí la denominación
de neo dictadura, pero que en esencia, no deja de ser lo mismo. Con respecto a
lo militar, no existe dictadura sin el apoyo de una fuerza armada. Sin embargo,
para aclarar la situación creo conveniente comparar en sus similitudes y
diferencias los gobiernos de la dictadura Perezjimenista y de la autodenominada
Revolución Bolivariana. Un aspecto que, hasta este momento, los diferenciaba
claramente era la realización de procesos electorales. Marcos Pérez Jiménez,
atemorizado después de la derrota electoral en las elecciones para Asamblea Constituyente
de 1953, nunca más aceptó convocar a elecciones. Durante el gobierno de Hugo
Chávez parecía que la manera natural de legitimarse era vivir en un permanente
proceso electoral. Esa característica ha sido modificada totalmente al Nicolás
Maduro reconocer la acelerada caída de su popularidad y la consecuente
imposibilidad de ganar una elección, lo cual lo ha llevado a cercenar el
derecho constitucional de los ciudadanos a expresar su voluntad política
mediante el voto. En consecuencia, en este sentido existe una total similitud
entre la dictadura Perezjimenista y su régimen.
Un factor muy importante a considerar para definir la esencia de un régimen
político es verificar la existencia o ausencia de una plena libertad de
expresión. Durante el pérezjimenismo fue restringida totalmente la libertad de
prensa a través de una Junta de Censura que revisaba el contenido de todos los
periódicos antes de publicarse. Lo mismo ocurría con la radio y la televisión,
donde se imponía la autocensura. Desde el principio del régimen
chavista se mostró un marcado interés en controlar todos los medios de
comunicación. Su primer paso fue transformar de manera inescrupulosa y
descarada el canal del Estado en un medio de propaganda del gobierno. Después
del 11 de abril se inició una verdadera campaña militar para imponer una
severa censura a la libertad de opinión. Se utilizaron distintos medios
tanto legales como fácticos: se reformó la Ley de Comunicaciones y se le
dio carácter orgánico, ampliando el poder del Estado para limitar
ampliamente la libertad de opinión y se le denominó Ley de Comunicación del
Poder Popular señalándole responsabilidades al Estado para garantizar la
sostenibilidad de los medios alternativos y comunitarios, los cuales fueron
inmediatamente controlados por el PSUV; se aprobó la ley de Responsabilidad
Social en Radio y Televisión, aplicándose de inmediato en contra de Radio
Caracas Televisión mediante la negativa
a renovarle la concesión y la
confiscación arbitraria de todos sus equipos de transmisión; se crearon o
compraron 5 nuevos canales de televisión y un gran número de
emisoras de radio y medios escritos orientados a difundir la ideología marxista
y defender la gestión del gobierno. En definitiva una dictadura comunicacional,
o lo que ellos llaman “la hegemonía comunicacional”. He aquí, que en cuanto a
la restricción de la libertad de expresión, la Revolución Bolivariana se
equipara también con la dictadura Perezjimenista. Son muchas las similitudes
que podemos encontrar entre ambos regímenes, como por ejemplo su carácter
represivo, la existencia de presos políticos y pare usted de contar, que por
razones de espacio no es posible ampliarlos en este artículo. Sin embargo,
podemos mencionar como una diferencia lo relativo a la inversión en obras de
infraestructura. La dictadura de Pérez Jiménez fue capaz de modernizar al país
significativamente. Hugo Chávez y Nicolás Maduro, con el mayor ingreso que
Venezuela ha tenido en su historia, lo han dilapidado en populismo y
corrupción, sin dejar nada tangible que permita a los venezolanos sentirse
orgullosos. Sencillamente destruyeron a Venezuela
Un aspecto curioso de analizar es la similitud
de la crisis que enfrenta actualmente el régimen neo dictatorial de Nicolás
Maduro con la que provocó el derrocamiento de la dictadura Pérezjimenista; con
las naturales diferencias por ser tiempos históricos distintos. Al acercarse el
final del período presidencial, en medio de una creciente crisis económica y de
opinión pública, la oposición democrática representada por el partido Copei, ya
que Acción Democrática, el PCV y URD se encontraban ilegalizados, planteó la
posibilidad de lanzar la candidatura de Rafael Caldera para competir con la del
general Marcos Pérez Jiménez en unas elecciones a realizarse en el mes de
diciembre de 1957. La respuesta fue su detención, liberación, asilo en la
Nunciatura y posterior viaje al exterior. A los pocos días, el régimen
militar planteó al Congreso Nacional la convocatoria de un plebiscito, el cual
ganó fraudulentamente. El 1° de enero de 1958 se produjo una insurrección
militar de un número muy importante de cuadros medios, siendo atacado el
palacio de Miraflores por pilotos de la aviación militar. Dominada la insurrección,
el general Pérez trato de hacer importantes cambios en su gabinete,
aceptando una presión militar del general Rómulo Fernández, recién nombrado
ministro de la Defensa, quien solicitó fueran exiliados Laureano Vallenilla y
Pedro Estrada. Al día siguiente, el general Fernández fue detenido y
enviado a Santo Domingo. La crisis continuó de una manera indetenible hasta que
fue derrocado por las Fuerzas Armadas ante el estallido de una incontrolable rebelión
popular, en medio de una huelga general.
No hay duda que las dos crisis son parecidas. La situación económica no
tiene solución mientras Nicolás Maduro permanezca en la presidencia de la
República y no haya un cambio de régimen político. Sin embargo, la respuesta ha
sido la de impedir el derecho de los venezolanos a expresarse libremente en un
Referendo Revocatorio, mediante una grosera utilización de tribunales penales
comprometidos con el PSUV. Posteriormente, se nos ha querido engañar con una
convocatoria a un falso diálogo, que sólo permitirá ganar tiempo para que se
consolide la permanencia de Nicolás Maduro en el poder. En esas condiciones no
hay manera de que nadie se atreva a invertir en nuestro país, ni siquiera en
petróleo, ante las graves y escandalosas noticias que surgen sobre la
estabilidad financiera de PDVSA. Imaginarse que es posible conseguir un
préstamo a bajo interés para fortalecer nuestras reservas, que apenas
alcanzan a 10.000 millones de dólares, es una quimera, mientras el precio del
dólar crece de manera incontrolable. La caída de la popularidad de Nicolás
Maduro, que señalan todas las encuestas, empieza a transformarse en un
sentimiento de rechazo que compromete, cada día más, la paz social y la
estabilidad de su gobierno. Otro aspecto a evaluar es la situación militar,
pilar de sostén de un régimen tan impopular. No puedo opinar sobre su actual
realidad ya que no tengo suficiente
información. De todas maneras, estoy convencido que tiene que haber un fuerte
descontento en los cuadros activos de la Fuerza Armada Nacional en medio de una
tan inmanejable crisis de opinión como la que enfrenta Nicolás Maduro. No soy
partidario de la participación militar en la solución de las crisis políticas,
pero nos encontramos en una circunstancia que demanda el concurso de todos.
Deseo confiar en la inteligencia de los mandos, para asesorar, leal y
responsablemente, al presidente Maduro sobre el camino más conveniente para
superar la grave crisis nacional. Pienso que ese camino es la renuncia o las
elecciones generales La tragedia que enfrentan los venezolanos así lo exige.
Caracas, 27 de noviembre de 2016.
fochoaantich@gmail.com.