El
11A: la verdad que Chávez ocultó.
José Vicente
Carrasquero A.
El
11 de Abril de 2002 fue una gran derrota para Hugo Chávez y su afán de
mantenerse en el poder a como diera lugar. Esa derrota duró poco gracias a
factores que no vamos a analizar en este escrito. Estamos interesados en las
víctimas de Chávez que hoy en día pagan prisión por crímenes que no cometieron.
El
jefe de seguridad ciudadana de la Alcaldía Mayor en ese momento Iván Simonovis,
los comisarios Lazaro Forero y Henry Díaz junto a los funcionarios de la
Policía Metropolitana Marco
Hurtado (comisario), Héctor Rovain (inspector jefe), Arube Pérez Salazar (cabo
Primero), Luis Enrique Molina (distinguido), Erasmo Bolívar (agente) se
convirtieron en los chivos expiatorios que Hugo Rafael Chávez Frías necesitaba
para intentar lavar su imagen ante la historia después de haber ordenado la
activación del Plan Ávila contra quienes marchaban al Palacio de Miraflores.
Convencido
de su importancia para la historia y de la grandeza de su imagen, además de lo
supremo de proyecto político, Chávez no escatimó rociar de sangre su ascenso al
poder y mantenerse en él. Como si fuese poco, dispuso de la vida de personas
cuya culpabilidad no fue comprobada para crear un cuento que difícilmente se
correspondía con la realidad de aquel duro momento en la historia venezolana
Para
un individuo como Chávez la vida de las personas no tiene importancia. Se toman
como objetos para avanzar en el proyecto político. Así lo demuestran los más de
300 muertos de las intentonas golpistas de 1992. Durante su gobierno fueron
muchas las personas que debieron huir del país o pagar prisión simplemente
porque a él le convenía.
Después
de los sucesos del 11 de Abril, Chávez se ve en la necesidad de crear e imponer
su propia versión de los hechos. Es así como personalmente decide, entre otras
cosas, que se encarcelen a los funcionarios antes mencionados y se les responsabilice
de los hecho acaecidos aquel nefasto día.
No
había intención alguna de rendirle culto a la verdad. No había intención de
reparar a las víctimas. Solo se quería crear una trama que dejara en claro que
la oposición había cometido unos crímenes y que por lo tanto debía ser execrada
y perseguida como efectivamente sucedió.
Recuerdo
que una reconocida periodista me preguntó en una entrevista radial sobre lo que
pensaba pasaría con los pistoleros de Puente Llaguno. No dude en decirle que
los iban a soltar. Que Chávez no se podía dar el lujo de encarcelar a sus
defensores. Que para eso los había armado. Para que fuesen una especie de
fuerza de choque en caso que le fallara, como efectivamente pasó, la acción
represora de las fuerzas armadas.
Vimos
un evento que la historia todavía no evalúa en su justa dimensión. Chávez, en
persona y en cadena nacional asumió la defensa de los pistoleros de Puente
Llaguno. Súbitamente, estas personas que todo el mundo pudo ver disparando
desde lo alto de la estructura quedaron liberados de toda culpa. En su lugar,
Chávez decidió que serían los jefes policiales y algunos agentes de la Policía
Metropolitana los que pagarían las culpas de la irresponsabilidad con la que
manejo el movimiento de rechazo más grande que hasta ese momento había
enfrentado cualquier presidente en nuestra historia.
Sociópata
como era, prometió conformar una comisión de la verdad que nunca se instaló.
Contó a diestras y siniestras sus propias historias sobre los acontecimientos.
Financió trabajos “independientes” que sin la rigurosidad que implica una investigación
histórica contaba una versión de los hechos muy reñida con los acontecimientos.
Es
así como Iván Simonovis cumple este 22 de Noviembre 12 años de prisión por
crímenes que no cometió. Y esta no es una opinión mía. Son las declaraciones de
un corruptísimo ex juez del Tribunal Supremo de Justicia que huyendo de la saña
chavista confiesa haber dilatado el juicio a los funcionarios hasta el hastío y
haber ordenado producir una sentencia condenatoria de 30 años a petición de
Hugo Rafael Chávez Frías.
Le
importó a Chávez la vida de estos funcionarios. Lo que pasaría con su familia.
No! Además actuó con pérfida maldad. Un juicio viciado, de familiares vejados a
la saciedad, lleno de fallas procesales de traslados sin audiencias, de
experticias que no fueron tomadas en cuenta por la juez que actuaba como
perruna subalterna de Aponte Aponte.
Aún
diciendo el corrupto ex juez, hoy protegido por el gobierno norteamericano, que
el juicio fue viciado y que obedeció a satisfacer los deseos del sociópata
Chávez, la justicia venezolana ha hecho poco o nada en reparar un daño de muy
difícil resarcimiento. La concesión de casa por cárcel no es suficiente. Lo que
corresponde para Simonovis y todos los otros funcionarios culpados por el
gobierno es la libertad plena. Además de mecanismos que les ayuden a tener una
vida más llevadera después de años de injusticia.
Esto
es parte del legado de Hugo Chávez, un megalómano que no tuvo empacho alguno en
disponer de la vida de la gente como si fuesen soldaditos de plomo. Todo para
salvaguardar su supuesto lugar triunfal en la historia. Los eventos que estamos
viviendo tiran al trasto de la basura un legado que parece más bien un castigo.
El chavismo será tristemente recordado como uno que persiguió y encarceló gente
inocente. Como si esto fuese poco la inmensa mayoría de las muertes del 11 de
Abril no fueron investigadas. Los supuestos francotiradores no eran tales. La
violencia estaba claramente del lado de un chavismo temeroso de perder el poder
y dispuesto a usar cualquier tipo de violencia o crimen para permanecer en él.
La
ruindad contra estos funcionarios ha sido tal que muchos de ellos aplican desde
hace años para beneficios procesales que no se les ha concedido. El rancio y
putrefacto chavismo no quiere ceder en esta historieta que ni siquiera maquilla el horrible comportamiento de un Chávez
que estuvo dispuesto a hacer que el pueblo fuese sometido por la boca de los
fusiles activando el Plan Ávila. Gracias a Dios no fue obedecido. Caso
contrario la historia sería mucho peor.
Es el momento de que el chavismo
remiende sus errores, la liberación plena de estos presos políticos es un
mandato ético inevitable. Pero, lamentablemente, en lo ético parece estar el
principal escollo. Después de todo chavismo y ética son polos opuestos.
IMAGEN SUPERIOR: Cortesía de El Impulso
IMAGEN INFERIOR: Cortesía de Noti Express