Durante tres décadas, científicos españoles han trabajado en Venezuela para recuperar y conservar la biodiversidad. Ahora Chávez se ha quedado con las tierras y planta arroz
MAYE PRIMERA - Caracas - 20/03/2010
Salvaron una especie en extinción y ahora el Estado venezolano les ha extinguido a ellos. La Estación Biológica del Hato El Frío, en Venezuela, dirigida desde hace 34 años por un grupo de científicos españoles a los que se atribuye la reinserción del caimán del Orinoco en los ríos llaneros, ha sido confiscada por el Gobierno venezolano y puesta a cargo de una compañía socialista "agroecológica" que promete producir arroz con tecnología vietnamita. Los ministerios de Alimentación y de Agricultura y Tierras de Venezuela sólo han dicho, hasta el momento, que con esta medida buscan garantizar la "soberanía alimentaria del país". No ha habido más explicaciones acerca del futuro de la labor científica que se desarrollaba en la estación; mucho menos, indemnizaciones para sus antiguos propietarios.
La Estación Biológica del Hato El Frío, al norte del estado llanero de Apure, fue fundada en 1973 por iniciativa de Javier Castroviejo, doctor en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, que llegó a los llanos de Venezuela como acompañante de Félix Rodríguez de la Fuente, quien buscaba localizaciones para el rodaje de la versión suramericana de su serie El hombre y la tierra.
"Lo que vi me conmocionó", escribió Castroviejo años más tarde. Bandadas de garzas blancas, de rojas corocoras. Manadas de chigüires o capibaras, los roedores más grandes que se hayan conocido. Cardúmenes de todo tipo de peces que bullían en los ríos. Armadillos, águilas e iguanas, llenaron las pupilas de Castroviejo, que en la época trabajaba en la Estación Biológica del Parque Nacional de Doñana, en Andalucía. En estos 34 años de existencia de El Frío se han contabilizado ?y nombrado, en muchos casos? un total de 319 especies de aves, más de 200 especies de plantas, más de 225 especies de peces, 20 de anfibios, 80 de mamíferos y 50 de reptiles. Sobre su flora y fauna se han escrito más de 105 publicaciones.
La estación biológica, que se ubica en sólo 15 hectáreas de las 65.000 que abarcaba El Frío, participa activamente en proyectos de conservación y sirve de lugar de cría para el poco común caimán del Orinoco, oriundo de los llanos de Venezuela y Colombia. De la mano de la ONG Asociación Amigos de Doñana y en colaboración con organismos internacionales (entre ellos, la Unesco), se han combinado aquí con éxito programas de conservación, investigación, educación ambiental, y uso sostenible de recursos.
Cuando la Estación Biológica El Frío emprendió el plan de recuperación del caimán, en 1987, sólo existían dos poblaciones de estos reptiles en el país, de unos 500 ejemplares cada una. La caza no controlada había llevado a la especie al borde de la extinción. Desde entonces, los científicos criaron y liberaron a más de 2.311 individuos y lograron establecer una nueva población. Todos los meses de mayo, desde 1989, el equipo de El Frío liberó caimanes nacidos en cautiverio en el caño Guaritico. Sólo 2009 fue la excepción.
Un total de 250 huevos de caimán estaban a punto de eclosionar en las incubadoras de la Estación Biológica cuando una comisión del Ejército y varios funcionarios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela tomaron, el 4 abril de 2009, las tierras, las instalaciones y todo lo que crecía en el Hato El Frío. Unos días antes, el 31 de marzo, el presidente Hugo Chávez había dictado un decreto en el que ordenaba "la adquisición forzosa de los bienes muebles e inmuebles; así como las bienhechurías que conforman el fundo conocido como Hato El Frío [...] en aras de garantizar la seguridad agroalimentaria de la población venezolana actual y de sus generaciones futuras".
Chávez ya había anunciado en 2008 su intención de expropiar El Frío, como parte de su "guerra contra el latifundio" y para lograr la "soberanía alimentaria" de Venezuela que, a pesar de su gran cantidad de tierras fértiles, importa más del 80% de los alimentos que sus ciudadanos consumen. Para ello, comenzaron las inspecciones, cada vez más frecuentes, a las oficinas administrativas del hato, propiedad de la compañía anónima Inversiones Ganaderas (Invega). No así a la Estación que, bajo el control de la asociación civil Amigos de Doñana y Estación Biológica El Frío, sólo fue inspeccionada una vez: el día que la confiscaron.
Sin actas, sin mayores trámites, los soldados y los funcionarios del Ministerio de Tierras cumplieron las órdenes. "El domingo 5 de abril me comunicaron que por una orden presidencial estaban ejecutando un decreto de expropiación y que yo debía retirarme de la estación inmediatamente", cuenta Fernando Torres, administrador de la estación. "Había personal del ejército y no tuve más opción que retirarme. Todo nuestro equipo de trabajo quedó allí".
También los documentos personales del director de la estación, el biólogo español José Ayarzagüena, su biblioteca y hasta sus viejos pasaportes estuvieron secuestrados durante meses en El Frío. La mayor preocupación de Ayarzagüena, sin embargo, no eran los papeles de 32 años de trabajo, sino los ejemplares que quedaron a la deriva: los 250 huevos de caimanes, 400 juveniles de tortuga arrau (podocnemis expanda), 50 juveniles de caimán del Orinoco, un jaguar y varios morrocoyes (tortugas de tierra). El biólogo pidió razón de estos ejemplares en una carta que envió en mayo de 2009 a la ministra del Ambiente, Yubirí Ortega. Pero no recibió respuesta.
La asociación Amigos de Doñana y Estación Biológica El Frío también elevó una queja ante el Gobierno venezolano, por intermedio de la Embajada de España en Caracas, para conocer el estado de la Estación Biológica y los bienes que la conformaban. "Nos han invadido y ni siquiera nos han enviado una carta para notificarlo", ha dicho en nombre de la asociación José Ayarzagüena.