A mediados de los años 90, me gradué en la “Escuela Naval de Venezuela” como Oficial de la Armada, con el rango de Alférez de Navío, y trabajé en diferentes Batallones de Infantería Marina. Unos tres años despues, fui promovido a Teniente de Fragata.
Entre finales de los años 90 y principios del 2000, fui asignado a la
frontera Colombo-Venezolana, en el Estado Apure, Venezuela, en un sector
conocido como El Amparo, cerca del Puente Río Arauca Internacional, en
el Comando Fluvial Fronterizo Teniente de Navío Jacinto Muñoz, también
conocido como Puesto Naval El Amparo Naval.
Había 150 militares en el Comando Fluvia Fronterizo, y otros 150
militares que estaban asignados en diferentes puestos navales bajo la
jurisdicción del Puesto Naval El Amparo. Este Comando Fluvial
Fronterizo estaba bajo la jurisdicción del llamado Teatro de
Operaciones Nº 1, el cual es una unidad militar del Ministerio de la
Defensa de Venezuela localizado en el pueblo de Guasdualito, en el
Estado Apure, Venezuela.
En el año 1998, se comentó ampliamente que el ex Teniente Coronel Hugo
Chávez estaba postulándose para Presidente por el partido político
“Movimiento Quinta Republica”, también conocido como “MVR”, y entre
los oficiales, sub-oficiales y personal de tropa se rumoraba que Hugo
Chávez iba a mejorar a los militares y la vida militar porque él venía
del ejército. Evité hablar de política porque la formación y educación
militar que había recibido nos abstenía para tomar una posición politica
específica. Fui entrenado para defender la soberanía del país y sus
instituciones democráticas, y no tenia sentido para mi el realizar
comentarios políticos.
Durante 1998, y luego de que Hugo Chávez quedara electo Presidente de
Venezuela y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales,llevé a
cabo, y de manera personal, operaciones regulares en la frontera, una
vez por semana, mientras que otro personal militar realizaba otras
actividades de patrullaje, de modo que estábamos todos los días
presentes en la frontera. Durante mi patrullaje semanal, me tocaba
detener a diferentes personas, pero como una vez al mes me tocaba
detener a Colombianos a quienes identificaba como miembros de
las Guerrillas del ELN o de las FARC, y que se encontraban en territorio venezolano, y quiénes llevaban consigo identificaciones así
como folletos de propaganda de dichos grupos al margen de la ley.Tomaba a
esos guerrilleros y los llevaba al “Comando Fluvial Fronterizo,
Teniente de Navío Jacinto Muñoz”, también conocido como el Puesto Naval
El Amparo, y de allí, oficiales del ejército del Teatro de Operaciones
No. 1 venían a recogerlos, los llevaban al puesto del pueblo de
Guasdalito, en el Estado Apure, Venezuela, a fin de realizar sus
investigaciones legales y militares de rutina.
A finales del año 2000, inmediatamente después de Hugo Chávez había sido re-electo Presidente por un término de seis años, un nuevo Comandante fué asignado al Comando Fluvial
Fronterizo,Teniente de Navío Jacinto Muñoz. Se llamaba Capitán de Navío
Norman Miranda Aguilera, un fuerte simpatizante del Presidente Hugo
Chávez y de su Revolución Bolivariana. Al mismo tiempo, el General de
Brigada Vidal Rigoberto Martínez fue nombrado como nuevo Comandante del
Teatro de Operaciones No. 1. Se rumoreó en mi Comando Fluvial Fronterizo
que el General de Brigada Vidal Rigoberto Martínez también era un
fuerte simpatizante del Presidente Hugo Chávez y de su Revolución Bolivariana.
Como dos semanas después de que los dos nuevos comandantes tomaran
posesión de sus cargos, me encontraba asignado al Puesto Naval Río
Arauca Internacional bajo la jurisdicción del Comando Fluvial
Fronterizo, Teniente de Navío Jacinto Muñoz, y estaba reemplazando al
Comandante de ese puesto porque él se encontraba realizando una comisión
militar en otro sitio. En ese momento había cuatro soldados al frente
del puesto naval, y uno de los soldados detuvo a un hombre que estaba
manejando una bicicleta. El soldado le pidió a ese hombre sus documentos
de identidad, y notó que ese hombre tenía una insignia de las
Guerrillas del ELN, y no tenía ningún documento de identidad.Ese soldado
me informó acerca de esa novedad, escribí un informe con respecto a
este evento, y notifiqué al Comando Fluvial Fronterizo,Teniente de Navío
Jacinto Muñoz,el cual a su vez notificó al Teatro de Operaciones No. 1.
Una comisión del Teatro de Operaciones No. 1 fué enviada al Puesto
Naval en el que me encontraba, y ese hombre Colombiano fue detenido y
llevado al Teatro de Operaciones No. 1.
Como dos semanas después, soldados de mi Puesto Naval detuvieron al
mismo hombre colombiano que había sido identificado como miembro del
ELN. Esto llamó mi atención porque pensé que ese hombre había
escapado.Notifiqué de inmediato al Comando Fluvial Fronterizo acerca de
esta irregularidad, y después de tres horas recibí la orden del Comando
Fluvial Fronterizo para que lo soltáramos por órden directa del Teatro
de Operaciones No. 1.Estaba realmente desconcertado por este tipo de
decisión ya que nunca había visto que un hombre claramente vinculado con
las Guerrillas del ELN fuese liberado. Le comenté esto al que estaba de
primero en comando en el Puesto Naval, al Teniente de Navío cuyo nombre
no voy a revelar; sin embargo, él no estaba nada sorprendido por este
tipo de decisión.
Como una semana después, el General de Brigada Vidal Rigoberto Martínez
visitó el Puesto Naval al cual yo estaba asignado, y realizó una reunión
en la Comandancia del Puesto Naval Río Arauca Internacional. En el
momento de esta visita, el Comandante del puesto,el Teniente de Navío
cuyo nombre no voy a revelar, no se encontraba en el sitio ya que se
había ausentado por tres días, y el General de Brigada Vidal Rigoberto
Martínez me dijo que no le estuviera comentando a nadie que un miembro
de las Guerrillas del ELN había sido liberado por el Teatro
de Operaciones No.1 porque ese hombre del ELN simplemente no existía;
que no existía ningún distintivo del ELN en los papeles que yo había
enviado con la detención de ese hombre colombiano al Teatro de los
Funcionamientos No. 1, y que yo debí haber cometido un grave error. Le
dije al General de Brigada, Vidal Rigoberto Martínez,
muy respetuosamente, que yo mismo había visto la identificación del ELN.
Entonces, el General de Brigada Vidal Romero Martínez me dijo esto: “A
ESTAS ALTURAS, USTED DEBERIA SABER QUE A VECES LAS PERSONAS VEN LO QUE
NO DEBEN VER.” Le dije que no entendía lo que él me había querido decir
por sus palabras, y este General me dijo: “MIRE, LAS COSAS ESTAN
CAMBIANDO. AHORA MISMO EN NUESTRO PAIS. NO DEBERIAMOS ESTAR PERDIENDO
TIEMPO EN ETIQUETAS DE NOMBRES Y HACIENDO CONCLUSIONES A LA LIGERA PORQUE LAS
ETIQUETAS CON NOMBRES SON PRUEBA DE NADA”. Entonces, le dije a este
hombre que no entendía sus palabras ya que nosotros, como oficiales de
la Armada, habíamos sido entrenados para defender la soberanía de nuestro
país y nuestras instituciones democráticas, y que un hombre con una
insignia del ELN en territorio venezolano era de hecho una amenaza en
contra de nuestra soberanía nacional. Entonces, el General de Brigada
Vidal Rigoberto Martínez me dijo lo siguiente: “USTED DEBERIA DE ESTAR
CONSCIENTE DE QUE EXISTE UN PROFUNDO PROCESO REVOLUCIONARIO QUE SE ESTA
LLEVANDO A CABO AHORA MISMO EN NUESTRO PAIS POR PARTE DE NUESTRO
COMANDANTE EN JEFE, HUGO CHAVEZ. ALGUNAS DE LAS COSAS QUE SE ESTAN
ENSEÑANDO EN LAS ESCUELAS MILITARES ESTAN BAJO REVISION Y CAMBIO EN
ESTOS MOMENTOS, Y MIENTRAS USTED SEA MAS COOPERATIVO Y VIGILANTE A ESTE
NUEVO PROCESO REVOLUCIONARIO, MAS RAPIDO SE DESARROLLARA DENTRO DE LAS
FUERZAS ARMADAS DE VENEZUELA.” Entonces, no dudé en decirle lo
siguiente: “CON TODO EL DEBIDO RESPETO, MI COMANDANTE, CREO QUE
NO DEBEMOS ESTAR MEZCLANDO LA POLITICA CON NUESTRO TRABAJO EN LAS FUERZAS ARMADAS.” Y este general concluyó:
“ESCUCHE PACHECO, NO SE OLVIDE DE LO QUE LE ACABO DE DECIR, POR SU
PROPIO BIEN Y POR EL BIEN DE SU PROPIA CARRERA MILITAR”.
Una semana después de aquella visita, se suspendió el patrullaje diario
que se realizaba a lo largo de la frontera Colombo-Venezolana, y la
excusa que dieron nuestros superiores en la Armada era “falta de
presupuesto”. Para mí, estaba muy claro que el Gobierno venezolano le
permitía al ELN y a las Guerrillas de las FARC operar libremente en
territorio Venezolano. No estaba de acuerdo con todas las cosas que
estaba viendo dentro de la Armada, por lo que un mes después viajé a
Caracas, y pedí ser transferido fuera de la Frontera, y un mes
después, me enviaron a que tomara un curso especializado. Estuve fuera
de la frontera por unos siete meses.
Durante el tiempo qu eestuve fuera de la frontera, tomando el
curso,comencé a buscar trabajo fuera de las Fuerzas Armadas
Venezolanas.Supe que una importante institución del Estado Venezolano
estaba solicitando funcionarios de seguridad y supervisores en esa área.
Para esa posición de trabajo, aquella institución del Estado Venezolano
estaba buscando a personas que habían estado en las Fuerzas Armadas y
que tuvieran experiencia en manejo de personal.
Tres meses despues de iniciado el curso especializado, tuve una entrevista preliminar, y dos meses después, me entrevistaron y presenté mi curriculum vitae.
Luego de culminar el curso, pedí ser dado de baja de la Armada porque no
estaba de acuerdo con el Proceso Revolucionario del Presidente Hugo
Chávez ya que el mismo estaba convirtiendo a nuestras Fuerzas Armadas
en una milicia de un proyecto político personal.
El proceso a través del cual pedí ser dado de baja de la Armada fue una
pesadilla para mí. Duró alrededor de veinte (20) días, y tenía que pasar
por unas seis (6) entrevistas. Esta solicitud tuvo que ser aprobada
finalmente por el Ministro de la Defensa de Venezuela, quien en ese
momento era el Sr. José Vicente Rangel, quien luego fue Vicepresidente
de Venezuela.
Después de que pedí ser dado de baja de la Armada, finalmente conseguí
una oferta del trabajo en una Institución del Estado Venezolano.
Un mes despues de culminado el curso, y como parte del procedimiento de
la baja en la Armada, fui entrevistado por el Contraalmirante Leonardo
Rodríguez Tineo, quien era Comandante Naval de Educación.Esta persona
me preguntó por qué estaba pidiendo ser dado de baja. No quise mencionar
el hecho de que el Proceso Revolucionario del Presidente Hugo Chávez
estaba convirtiendo a nuestras Fuerzas Armadas en una milicia para su
proyecto político, por lo que había visto en la frontera
Colombo-venezolana, por miedo a recibir represalias por parte de las
Fuerzas Armadas. Le dije que la Armada no había llenado mis expectativas con respecto a la estabilidad financiera y de ingresos, y
que tenía una atractiva oferta de trabajo en una institución del Estado
Venezolano. El Contraalmirante Leonardo Rodríguez Tineo me dijo que él
había hablado con el General de Brigada Vidal Rigoberto Martínez,quien
era el Comandante del Teatro Operaciones No. 1 en el área fronteriza
Colombo-venezolana, en donde estuve asignado, y me dijo que se estaban
haciendo cambios dentro de las Fuerzas Armadas, y que al yo pedir ser dado de baja de la Armada, no estaba apreciando esos
cambios y que estaba menospreciando a las Fuerzas Armadas
Venezolanas,las cuales me habían dado una formación y educación militar.
Le dije que yo apreciaba toda la educación militar y formación que
habia recibido de la Armada pero que necesitaba hacer un cambio en mi
vida.Entonces, este hombre me dijo que tenía que entender que mi carrera
y formación no había terminado, más ahora que había un proceso de
cambio ocurriendo en nuestro país y que las Fuerzas Armadas Venezolanas estaban
llamadas a jugar un papel importante en ese proceso. Cuando
este Contraalmirante me dijo esto, entendí que él estaba hablando acerca
del Proceso Revolucionario del Presidente Hugo Chávez, aunque él no lo
mencionó abiertamente. Entonces, le dije a ese hombre que yo pedía la
baja principalmente por razones económicas y financieras.Finalmente, el
Contraalmirante Leonardo Rodríguez Tineo me dijo que dejara mi solicitud en su escritorio, y que él se encargaría de la misma.
Como cinco días después, pedí hablar con el Contraalmirante Leonardo
Rodríguez Tineo, y me dijo que mi caso lo estaba manejado el
Contraalmirante Armando Laguna Laguna, quien era Comandante de la
Armada. Le pregunté al Contraalmirante Leonardo Rodríguez Tineo por qué
tenía yo que hablar con el Comandante de la Armada si yo estaba bajo su
jurisdicción; sin embargo, él me dijo que no quería saber más de mí, y
que yo era un traidor a la patria por dejar la Armada; y aquel hombre me
pidió que dejara su oficina.
Como tres días después, fui a hablar con el Contraalmirante Armando
Laguna Laguna, quien era el Comandante de la Armada, y esta persona me
maltrató verbalmente, e incluso me amenazó. Este hombre me dijo que al
dejar la Armada, yo era un traidor y un vende patria, y que yo tenía que
andar con mucho cuidado porque sabía cosas que no debían salir a la luz
pública, que me estaba prohibido hacer comentarios a cualquier persona
con respecto a la vida militar en la frontera Colombo-Venezolana, y que
solo firmaría mi baja si yo le prometía que iba a obedecer sus ordenes.
Me sentí amenazado por sus palabras, y por miedo a tener cualquier
problemas con la Armada, le prometí que iba a obedecer sus órdenes. El
Contraalmirante Armando Laguna Laguna me dijo que si yo no
estaba totalmente alineado a los cambios, que había hecho lo correcto, y
que él iba a aprobar mi baja bajo la condición de que no hablara.
Un mes después, comencé a trabajar en el área de seguridad de una de las
instituciones del estado, cuyo nombre no revelo para no comprometer a
mi familia, que aun se encuentra en Venezuela. Como parte de mi trabajo,
tenía que salvaguardar la integridad de las instalaciones físicas de la
institución así como la integridad física de todo el personal dentro de
la misma y sus alrededores. La sede de esta institución se encuentra
relativamente cerca del Palacio Presidencial de Miraflores.
Un sábado, un mes después de iniciar mi nuevo trabajo, cerca de las 8:30
p.m., recibí una amenaza telefónica en mi teléfono celular en la que un
hombre no identificado me dijo que debía tener cuidado porque me
estaban vigilando, que nada me iba a pasar con tal de que mantuviera mi
boca cerrada y no hiciera nada estúpido. Traté de preguntar quién
llamaba, pero no obtuve ninguna respuesta porque ese hombre me colgó.
También recibí amenazas telefónicas similares unas dos veces por mes. No
le presté mucha atención a esas llamadas en ese entonces porque estaba
más que seguro que yo no estaba haciendo nada malo o ilegal.
A finales del 2001, empecé a participar en marchas de la oposición con
mi novia, Andreina Novoa, durante los fines de semana. Nosotros
participamos principalmente en la Avenida Bolívar, la cual está al lado
de los edificios del Parque Central, en Caracas, cerca de donde ella
vivia con sus padres. Aunque no era miembro de un partido político
específico, era una persona que tenía la fuerte convicción de que el
Presidente Hugo Chávez no era un Presidente democrático por la
experiencia que había tenido en la Armada donde vi como las Fuerzas
Armadas estaban convirtiéndose en una milicia a favor del proyecto
político de Hugo Chávez; específicamente, la Revolución Bolivariana.
El jueves el 11 de abril de 2002, por la tarde, cerca de las 3:30 p.m., había una gran protesta en la calle organizada por la “Coordinadora Democrática”, la cual estaba marchando hacia el Palacio
Presidencial de Miraflores a través de la Avenida Bolívar, y la misma
pasaba cerca de la institución para la cual yo trabajaba. Cerca del
Palacio Presidencial de Miraflores, había simpatizantes del Presidente
Hugo Chávez por todos lados, incluyendo miembros de los Círculos
Bolivarianos y de la Guardia Nacional Venezolana. Como parte de mi
trabajo, envié al guardia de seguridad para proteger la entrada
principal de la institución del estado para la cual trabajaba; sin
embargo, encontré resistencia por parte de muchos de los guardias de
seguridad bajo mi mando, porque la mayoría de ellos eran simpatizantes
del Presidente Hugo Chávez, y se negaron a impedir el acceso a
los alrededores de los grupos chavistas que estaban siendo convocados
por Juan Barreto por televisión. Desde mi sitio de trabajo pude ver
cuando miembros de los Círculos Bolivarianos incendiaron un camión de la
Policía Metropolitana de Caracas, la cual está identificaba con el
Alcalde del Área Metropolitana de Caracas, Alfredo Peña, un fuerte líder
de la oposición en contra de la Revolución Bolivariana. No pude
controlar a mis propios guardias de seguridad aquel día porque ellos
decían que las personas a las que nosotros le estábamos quitando el
acceso a las instalaciones de la institucion para esconderse con sus
armas, estaban protegiendo a su Presidente, y que eran su propia gente; en otras
palabras, muchos de los guardias de seguridad de la institucion del
estado para la cual trabajaba eran simpatizantes del Presidente Hugo
Chávez, y algunos de ellos me preguntaron si yo estaba en contra de
Chávez. Intenté explicarles que se suponía que nosotros protegíamos
tanto la integridad de las instalaciones físicas de la institución como
la integridad física de todo el personal dentro de la misma y sus
alrededores; sin embargo, la mayoría de aquéllos guardias de seguridad
creyeron que yo estaba en contra del Presidente Hugo Chávez. Esta
situación quedó fuera de control, y no pude hacer nada para
impedirla.Los simpatizantes de Chávez y los miembros de los Círculos
Bolivarianos utilizaron las instalaciones de la institución del estado,
para la cual trabajaba, para hacer bombas Molotov, y lo peor de todo
aquello es que aquellos grupos chavistas hacian las bombas Molotov
delante de la Guardia Nacional de Venezuela quienes no hicieron nada
al respecto.
Dos días después, el sábado 13 de abril de 2002, viví una situación
similar en la institución para la cual trabajaba. Durante el día entero, había protestas en las calles, realizadas por simpatizantes del
Presidente Hugo Chávez, incluyendo miembros de los Círculos
Bolivarianos de diferentes barrios, los cuales exigían el regreso de
Hugo Chávez a la Presidencia de Venezuela. De nuevo, la mayoría de mis
guardias de seguridad se negaron a proteger la entrada principal de la
institución del estado, y les permitieron a los manifestantes a que
entraran a la institución para protegerse.
Después de estos dos eventos, la mayoría de los guardias de seguridad
bajo mi mando se negaban a proteger el edificio de la institución para
la cual trabajaba cada vez que los simpatizantes del Presidente Hugo
Chávez, incluyendo miembros de los Círculos Bolivarianos, marchaban por
los alrededores. Intenté impedir que esto pasara de nuevo, y hablé con
el Presidente del Sindicato de Trabajadores de la Institución porque no
podía despedir a ninguno de los guardias debido a restricciones del
Sindicato;, sin embargo, mis esfuerzos fueron infructuosos porque el
Presidente del Sindicato era un fuerte simpatizante del Presidente Hugo
Chávez. Como resultado de mi trabajo,tanto el Presidente del Sindicato
como los guardias de seguridad que estaban bajo mi mando me identificaron como un “ESCUALIDO” y como una persona que estaba en contra de la Revolución Bolivariana del Presidente Hugo Chávez. Algunos guardias de seguridad
hasta me desafiaron, diciédome que ellos no iban a obedecer mis órdenes
si yo no permitía que los miembros de los Círculos Bolivarianos
protestaran en los alrededores de la institución porque ellos decían que
tal institución pertenecía al pueblo de Venezuela y a la Revolución.
A mediados de abril del año 2002, las amenazas telefónicas realizadas a
mi celular se intensificaron. Eran hechas por diferentes hombres que no
se identificaban, y ahora decían que yo había sido identificado como
“ESCUALIDO” quién estaba en contra de la Revolución Bolivariana, que yo
era un traidor por dejar la Armada y por estar en contra de la
Revolución. Esas amenazas telefónicas se hicieron una o dos veces por
semana.
Para dejar de recibir amenazas telefónicas a mi celular, a finales de
mayo del 2002, cambié el número de mi teléfono celular. En ese momento,
pensé que haciendo esto, esas personas que me estaban llamando se
olvidarían de mí. Por otro lado decidí no contestar ninguna llamada
desconocida.
No obstante, unos tres meses después, fui a recoger a mi novia Andreina
Novoa a la Universidad Central de Venezuela, también conocida como “UCV”
donde tomaba clases de postgrado, y luego fuimos recoger a su hermana,
Maria Alejandra Novoa, que estaba en la casa de uno de sus amigos, muy
cerca de la “UCV”, en un sector conocido como “Santa Mónica.” Estacioné
el carro delante del edificio para llamar a su hermana a través
del Intercomunicador. Eran como las 8:30 p.m. De repente, sentí que
alguien me tocó con un algo frío de metal en la espalda. Me voltee y vi a
un hombre joven que me apuntaba con su arma a mi pecho, mientras me decía: “OYE TU, COÑO DE TU MADRE,
“ESCUALIDO”,TRAIDOR Y VENDE PATRIA. NO TE MUEVAS, O TE QUIEBRO”. Yo
estaba sorprendido, y le dije que se quedara tranquilo, que él podía
llevarse mi dinero y mi automóvil si quería. Mientras decía esto pude
ver que había dos motocicletas, tipo scooter, detenidas, una delante y
otra en la parte de atrás de mi automóvil. Había dos hombres jóvenes en
esas motocicletas, mientras otro hombre estaba delante de la puerta de
mi automóvil, apuntando su arma a mi novia que estaba en el asiento del
piloto. El hombre que me apuntaba con su arma me dió la orden de moverme
y poner mis manos en mi carro. Pude ver a mi novia que se pasaba
al asiento trasero mientras que el otro tipo la apuntaba con su arma, y
los otros dos hombres que estaban en las dos motocicletas, se fueron. El
hombre que me apuntó con su arma, me ordenó que me metiera en el
asiento trasero del automóvil. Me metí en el asiento trasero de mi
automóvil, y mi novia estaba sorprendida y aterrada. Nos fuimos.
Mientras que uno de los hombres manejaba, el otro nos seguía apuntándo
con su arma, y dijo que ellos iban a darnos una lección por estar en
contra de la Revolución Bolivariana. Este hombre nos ordenó que nos
agacharamos y que cerraramos nuestros ojos. Estos hombres nos empezaron a
decir que ellos pertenecían a la Quinta República y que yo pertenecía a
la Cuarta; que él sabia que yo había estado en la Armada, que yo era
un traidor y un vende patria y un oficial mediocre; que no había tomado
en serio las advertencias que me habían dado; que ahora yo estaba en
contra la Revolución Bolivariana e intentando joder el trabajo
evolucionario que realizaban los Círculos Bolivarianos al no dejarlos
manifestarse. Este hombre también siguió diciendo que yo merecía la
muerte por estar en contra de la Revolución y por ser un traidor. Mi
novia no paró de llorar, mientras yo seguía diciéndole al hombre que nos
dejara ir. Pense que esa noche ibamos a morir. Esos hombres siguieron manejando todo el tiempo, hasta que se
detuvieron en un sector conocido como “Coche”, en las afueras de
Caracas. Ellos nos ordenaron que saliéramos del automóvil, y que nos
arrodilláramos. Entonces, el hombre que nos seguía apuntando con su arma
me dijo: “ESCUCHA, COÑO DE TU MADRE, TE ESTAMOS VIGILANDO. ESTA ES UNA
ADVERTENCIA. NO JUEGUES CON LA REVOLUCION DE NUESTRO COMANDANTE CHAVEZ.
HOY NOS LLEVAMOS TU CARRO; MAÑANA PODREMOS TOMAR LA VIDA DE CUALQUIERA
DE USTEDES.” Y esos hombres se metieron dentro de nuestro automóvil, y
se fueron.
La pesadilla entera duró aproximadamente tres horas. A las 11:30
p.m.,empezamos a caminar hacia la casa de un familiar, y tardamos cerca
de veinte minutos en llegar a su casa. Una vez allí, algunos de nuestros
vecinos nos llevaron en carro a la Estación de la Policía Técnica
Judicial, también conocida como “PTJ”, que se encuentra en la
urbanización Santa Mónica. Estando ahí, hablé con los agentes de policía
de turno, les expliqué lo que pasó exactamente;específicamente,
que mi novia y yo habíamos sido secuestrados por dos simpatizantes
del Presidente Chávez; que nuestro secuestro se llevó a cabo por motivos
políticos, y que ellos se habían llevado mi automóvil. El agente de
policía que estaba escuchando mi testimonio me dijo, en un tono irónico,
que nosotros más bién debíamos agradecerle a Dios que nada nos hubiera
pasado, que nos habian podido matar, y que dicho evento nos había pasado
porque éramos miembros de la oposición y estábamos en contra del
Gobierno del Presidente Hugo Chávez, y que sólo podían levantar un
informe con respecto al robo de nuestro vehículo. Insistí en levantar un
informe policial en el que pudiera mencionar el secuestro, pero él dijo
que no iban a hacerlo. Conseguí un informe policial en el que la
policía sólo mencionó acerca del robo de mi vehículo, y nada más.
La falta de protección policial que encontré en la estación de la “PTJ”,
me dejó sin ninguna esperanza. Era un sentimiento terrible no poder
conseguir protección en ninguna parte.
Para protegerme de cualquier problema futuro, evité salir por la noche.
También cambié las rutas para ir a trabajar y retornar a casa.Mi novia
también hizo esto. Mi novia quedó psicológicamente traumatizada por el
secuestro. Mi novia y yo ya teniamos planes para casarnos, y a pesar de
toda esta situación, decidimos no cambiar nuestros planes. Así que llevé
a mi novia a un Psicólogo para ayudarla a olvidar la terrible
experiencia que nosotros habíamos vivido. Para mí, la vida tenía que
continuar, y nuestros planes de bodas también.Ademas, había la esperanza
generalizada de que el Presidente Chávez pudiera salir del poder de una
manera democrática y constitucional, de modo que creí que era solo una
cuestión de tiempo el sacar al Presidente Chávez del poder.
A mediados de agosto de 2002, recibí una llamada telefónica en mi
teléfono celular de un Capitán de Corbeta, cuyo nombre no divulgaré por
cuestiones de seguridad, y a quien conocía desde la época en la Escuela
Naval de Venezuela. El me dijo que él se había enterado que yo había
pedido ser dado de baja de la Armada, y que él estaba consciente de que
yo no estaba de acuerdo con el Proceso Revolucionario del Presidente
Chávez. Ese Capitán de Corbeta me invitó a asistir a una reunión
informal a realizarse el siguiente sábado en la tarde en un restaurante
del este de la ciudad de Caracas, Venezuela. Él me dijo que varios
oficiales militares estaban discutiendo cómo podían protestar, dentro de
la Ley y la Constitución, el ascenso de oficiales debido a su lealtad con el Proceso Revolucionario del Presidente Hugo
Chávez, entre otros temas, y que él quería saber si yo podía darles
algún tipo de apoyo logístico para su causa. Le dije que estaba
planeando mi boda en ese momento y que podríamos buscar la forma de
poder ayudarlos.
A principios de octubre de 2002 tomé mis vacaciones, y mi novia Andreina
Novoa las tomó pocos días después. Aunque esa semana nos ibamos a
casar, participé en la gigantesca marcha del 10 de octubre de 2002 para
pedir la renuncia del Presidente Hugo Chávez.
Luego de esa marcha, nos casamos y salimos de viaje de luna de miel
hasta finales de octubre de 2002, y poco días después regresé a mi
trabajo. Luego de casarnos, mi esposa y yo nos mudamos a la población de
Catia La Mar, en el Litoral Central, a 25 minutos de Caracas,frente a
la playa, en el Estado Vargas, a fin de vivir en un apartamento.
A finales de octubre del 2002, y mientras estaba en mi luna de miel, supe que varios oficiales militares se habían declarado en “desobediencia legítima”, sin romper la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, para pedir la renuncia del Presidente Hugo
Chávez, de acuerdo al artículo 350 de la Constitución que dice:
“El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por
la independencia, la paz y la libertad, desconocerá a cualquier
régimen, legislación o autoridad que contrarie los valores, principios y
garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos.”
A mediados de noviembre de 2002, contacté a mi amigo el Capitán, y le
dije que había contactado a una empresa privada en Caracas, y que por
medio de la misma se podría proporcionar apoyo logístico a los oficiales
militares de la Plaza de Altamira. Le dije que era mejor hablar
personalmente acerca de eso. Después de esa semana, nos reunimos en la
Tasca-Restaurant Guillermo Tell dentro del “CENTRO CIUDAD COMERCIAL
TAMANACO”, también conocido como CCCT, en Caracas. Nos encontramos el
sábado a las 5:30 p.m., y le dije que había encontrado el apoyo del
dueño de una empresa quien iba a proporcionar cinco camionetas para
cubrir las necesidades de transporte de los militares de la Plaza
Altamira.
La primera semana de diciembre de 2002 contacté una vez más a mi amigo
el Capitán, y le dije que necesitaba encontrarme con él porque tenía más
cosas. En ese momento no mencioné nada por teléfono como medida
preventiva. Nos encontramos en la Plaza Altamira el jueves por la noche a
las 7:30 p.m., y le dije que había contactado algunos amigos en la
oficina central de una empresa de celulares en Caracas, quienes
podrían proporcionar alrededor de veinte teléfonos celulares a los
militares que se encontraban en la Plaza Altamira. Al día siguiente,
hubo una masacre en la Plaza Altamira, en la que tres personas fueron asesinadas y alrededor de veinte heridas.
Durante la huelga general en diciembre del 2002 y enero del 2003, tuve
algunos problemas en mi trabajo, muy similares a aquellos que
experimenté el 11 y 13 de Abril de 2002. Se realizaban protestas en las
calles y saqueos por parte de simpatizantes del Presidente Hugo Chávez y
miembros de los Círculos Bolivarianos en contra de varios
establecimientos comerciales de los alrededores de la Avenida Urdaneta
de Caracas. En ese momento, la mayoría de mis guardias de seguridad se
negaron a seguir mis órdenes para proteger la entrada principal del
instituto, y ellos les permitieron a los manifestantes esconderse dentro
de las instalaciones. En tres ocasiones diferentes, los guardias
vinieron a mí a decirme: “ESCUCHE, MI TENIENTE, MEJOR DEJE DE METERSE
CONTRA ESOS MANIFESTANTES PORQUE ELLOS ESTAN PROTEGIENDO A NUESTRO
PRESIDENTE.” Uno de ellos me dijo en otra ocasión: “TENIENTE PACHECO,
¿ESTA UD. CON EL PUEBLO O EN CONTRA DEL PUEBLO?.” No pude colocar una
denuncia en contra de la insubordinación de esos guardias de seguridad
porque el Presidente del Sindicato era simpatizante del Presidente Chávez.
También, durante la huelga general, mi esposa y yo participamos en las
marchas diarias y en los “Cacerolazos” a las 8:00 p.m., en Catia La Mar,
donde estaba localizada nuestra casa, y también en la zona en donde
vivian mis suegros, cerca de Parque Central, en Caracas.
Finalmente, durante la huelga general, empecé a participar en algunas de
las reuniones que los militares disidentes realizaban en el Hotel “Four
Season”, al frente de la Plaza Altamira. Mi participación consistió en
brindale apoyo logístico a esos oficiales militares que permanecían en
la Plaza. Les llevé comida, cobijas, agua, así como los automóviles que
había conseguido y los teléfonos celulares. Participé en estas reuniones
desde mediados de diciembre de 2002 hasta mediados de mayo del 2003.
A mediados de mayo de 2003, recibí la primera amenaza telefónica en mi
casa en Catia La Mar, Estado Vargas, Venezuela, cerca de las 10:30 p.m.
Esta llamada telefónica fue hecha por un hombre que preguntó por
“DANIEL PACHECO”, y él me dijo esto: “COÑO DE TU MADRE, SABEMOS QUE
ESTAS ENVUELTO EN LAS ACTIVIDADES REVOLUCIONARIAS EN CONTRA DE LA
REVOLUCION DE NUESTRO COMANDANTE CHAVEZ. MENOSPRECIASTE NUESTRAS
ADVERTENCIAS. NO SOMOS TONTOS, COÑO DE TU MADRE, SABEMOS QUE ESTAS
CASADO Y QUE TE MUDASTE PARA CATIA LA MAR. TE VAMOS A JODER, TRAIDOR Y
VENDE PATRIA.”
Esta amenaza telefónica me asustó porque la persona que llamó sabía en
donde vivíamos mi esposa y yo. Para protegernos, mi esposa y yo
acordamos irnos de Venezuela por un periodo de un mes con la esperanza
de que esas amenazas cesaran en el futuro. Mi esposa y yo le pedimos a
nuestros empleadores que adelantara nuestras vacaciones. Yo pude
adelantar mis vacaciones para mediados de mayo de 2003; sin embargo, mi
esposa no pudo hacerlo. En vista de esto, mi esposa y yo decidimos que yo viajaría solo fuera del país durante un mes mientras
ella se mudaba a la casa de su madre en Caracas. Viajé a los Estados
Unidos a finales de mayo de 2003, y ese mismo día mi esposa se mudó a
casa de su madre.
Un mes después, a finales de junio de 2003, mi esposa Andreina Novoa
recibió una llamada telefónica de uno de nuestros vecinos en Catia la
Mar, en la que le dijeron que varios hombres en motocicletas rondaban
la calle en donde estaba ubicado el apartamento, y que los mismos le
lanzaron piedras a nuestro apartamento, rompiendo varias ventanas
mientras gritaban mi nombre, diciendo que yo era un escuálido, un
traidor, y un vende patria, y que también gritaron “VIVA LA REVOLUCION
BOLIVARIANA”, “LA REVOLUCION MARCHA A PASO DE VENCEDORES”, y “MUERTE A
LOS OLIGARCAS Y TRAIDORES DE LA CUARTA REPUBLICA”. Mi esposa se asustó
porque esos hombres todavía me estaban buscando, y sabían en donde
vivía.
Al día siguiente, regresé de mi viaje a los Estados Unidos, y supe por
mi esposa que los Círculos Bolivarianos habían ido a nuestro apartamento
en Catia La Mar. Me asusté porque comprendí que esas personas todavía
me estaban buscando. Para protegernos, continuamos viviendo en el
apartamento de su madre y no regresamos a nuestro hogar en Catia La Mar.
Pocos días después, la madre de mi esposa tuvo un accidente de
automóvil, y la enviaron a un hospital. Durante ese fin de semana en el
que mi esposa pasó todo el tiempo con su madre, hablé con un tío de mi
esposa, el Sr. Andrés Acosta, y me dijo que había tenido noticias de uno
de sus vecinos, el cual era Coordinador de un Círculo Bolivariano en la
zona de Montalbán, en Caracas, que mi nombre aparecía en una lista de
personas que estaban dando apoyo logístico a los militares disidentes de
la Plaza Altamira, y me dijo que debía tener cuidado. El Sr. Andrés
Acosta es un simpatizante del Presidente Chávez, y conoce a las personas
del partido político “Movimiento Quinta Republica”, también conocido
como “MVR”, y a las de los Círculos Bolivarianos en la zona de
Montalbán; sin embargo, él nos dijo que no se ha inscrito en ese partido
debido a su edad.
Después de hablar con su tío, me asusté muchísimo. Hablé con mi esposa y
le expliqué lo que su tío me había dicho; específicamente, que yo había
sido identificado por los Círculos Bolivarianos como una de las
personas que apoyaban a los militares de la Plaza Altamira, y que mi
vida estaba en grave peligro. Mi esposa se negó a huir del país conmigo
en ese momento porque ella estaba muy preocupada por la salud de su
madre. Yo renuncié a mi trabajo, y huí de Venezuela para los Estados
Unidos a principios de julio de 2003 a fin de salvar mi vida.
Unos veinte días después de mi huida, cuando mi esposa regresaba al
apartamento de su madre, cerca de Parque Central, en Caracas, después de
salir de la ESTACION DEL METRO DE BELLAS ARTES en Caracas, la
asaltaron dos hombres a mano armada, quitándole todas sus pertenencias.
Mi esposa se puso muy nerviosa porque temió que aquéllos que la robaron
podrían estar vinculados de algún modo con los Círculos Bolivarianos. Le
dije a mi esposa que renunciara a su trabajo y que viajara a los
Estados Unidos a fin de proteger su integridad psicológica, considerado
que ella ya había estado en tratamiento psicológico cuando fuimos
secuestrados en julio de 2002.
Mi esposa renunció a su trabajo, y a principios de agosto de 2003, viajó a los Estados Unidos para reunirse conmigo.
Ya han pasado casi cinco años, y tenemos miedo de regresar a Venezuela. En lo personal, temo tortura física y psicológica, secuestro, e incluso la muerte, por parte de simpatizantes del Presidente Hugo Chávez, incluyendo a miembros de los Círculos Bolivarianos y miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela que apoyan
el Proceso Revolucionario que se está llevando a cabo en mi
país,Venezuela. Esas personas ya han amenazado mi vida en varias
ocasiones porque defendí la Constitución venezolana y las Leyes de mi
país, las cuales son los pilares fundamentales de nuestra Democracia y
Libertad,y porque siempre las coloqué por encima del proyecto
político del Presidente Hugo Chávez, quien quiere convertir a nuestras
Fuerzas Armadas en una Milicia Partidista de su Revolución
Bolivariana.También he sido perseguido en Venezuela por haber colaborado
con los
oficiales militares que se declararon en desobediencia legítima en la Plaza Altamira de Caracas.
Ya he sido identificado como enemigo del Proceso Revolucionario del
Presidente Hugo Chávez, y mi vida y la vida de mi esposa y de nuestro
pequeño hijo nacido en los Estados Unidos corren un grave peligro si
regresamos a Venezuela.Y para empeorar las cosas, no existen
instituciones en Venezuela a las que yo pueda acudir para proteger mi
vida, la de mi esposa, y la de mi
hijo, nacido en los Estados Unidos, ya que las mismas estan secuestradas por Hugo Chavez y sus agentes revolucionarios que conspiran en contra de nuestra forma de vida republicana. Por otro lado, los grupos chavistas violentos armados que defienden la revolución chavista, así como un sector de las Fuerzas Armadas que
apoyan la Revolución Bolivariana, tienen la capacidad de localizarnos a
mí, a mi esposa y a nuestro hijo en cualquier parte de Venezuela si
regresamos, ya que actuan con total libertad e impunidad en todo el
territorio nacional, y de paso cuentan con la protección y el apoyo del
Gobierno de Venezuela.
Esperamos el día que se acabe esta pesadilla para regresar a nuestra amada patria Venezuela.
FDT.
FUENTE:
http://orvex.org.p11.hostingprod.com/ruedalo_hrc_digno_soldado.html
"No se puede enseñar nada a una persona; solo se puede ayudarla a encontrarlo dentro de si misma".
Galileo.
Este mensaje es transmitido INVOCANDO la proteccion de la DECLARACION UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS, artículos 2, 12, 19 y 30; adoptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General 217 A (iii) del 10 de diciembre de 1948.