Por Saúl Godoy Gómez
8 Septiembre 2010
El rasgo político que distingue a Alejandro Peña Esclusa y que más preocupa al gobierno es que llena todos los requisitos para ser Presidente de la República en un futuro a corto plazo.
En este país vamos directo a un gobierno de transición, una vez que termine la pesadilla socialista chapucera de Chávez, la oposición socialista democrática en otro esfuerzo de unidad, tendrá un candidato único para ocupar la dirección del país, ese candidato a mí me parece obvio, será Antonio Ledezma, quien no sólo se lo tiene merecido, sino que estoy seguro manejará mejor que nadie, ese difícil período de transición entre dictadura y democracia.
Pero una vez que esa transición culmine y se llame a elecciones generales y libres, un candidato de centro derecha con las credenciales de Peña Esclusa, con la moral y el intelecto que lo distinguen, será el hombre necesario para la reconstrucción de Venezuela. Chávez, que tiene olfato político, lo tiene preso.
Alejandro le ha hecho un daño tremendo a su proyecto revolucionario poniendo en evidencia sus vínculos e intereses con el comunismo internacional. Desde muy temprano, Alejandro se dio cuenta del macabro plan que el Foro de Sao Paulo, con la planificación Cubana, el padrinazgo político brasileño y el financiamiento venezolano podían lograr en América Latina.
Jugando duro en la geopolítica regional, utilizando las herramientas democráticas de las sociedades abiertas, han logrado posicionar sus candidatos en comicios electorales legítimos en diversos puntos del continente, empezando con el agente de Fidel Castro en Venezuela, el Comandante Chávez, quien a fuerza de populismo, carisma y shows, pudo imponerse como el nuevo socialista y humanista en la mente y el ánimo del pueblo, engañándolos sin piedad bajo el disfraz de una supuesta doctrina bolivariana, y que apenas podía ocultar las garras y los colmillos de un totalitarismo despiadado.
Alejandro se dedicó a recorrer el mundo explicando la gran conspiración, desnudando a los nuevos gorilas de la izquierda, sus planes de constituyentes amañadas y del Poder Popular, que no era otra cosa que el colectivismo en que se perdieron China, Rusia, Vietnam, Camboya y tantos otros países, durante décadas de violencia y miseria.
Sorpresivamente, fue en la pequeña Honduras donde por fin se derrotó a esta avanzada y donde comenzó el desmoronamiento del comunismo, Colombia venía librando su propia batalla y ganando terreno para la paz democrática, Chile fue fortaleciendo sus instituciones y de esta manera, el trabajo de Alejandro fue rindiendo sus frutos.
Era demasiado obvio que un enemigo tan formidable como Alejandro Peña Esclusa no debía ni podía expresarse con libertad, de modo que el G-2 cubano preparó la truculenta celada que le permitió al régimen echarle el guante a este incómodo personaje, y sembrándole explosivos en su casa, en el cuarto de sus pequeñas hijas, y por la declaración de un supuesto terrorista, hoy detenido en Cuba, Alejandro está preso.
Conozco a Alejandro desde que asistíamos al Colegio San Ignacio de Loyola en Caracas, le he seguido la pista a su vida y a su obra, es un intelectual acucioso, amplio y por sobre todo un buen padre de familia y cristiano practicante, sobre su vida se ha tejido toda una leyenda negra que lo hacen parecer simpatizante de la extrema derecha, pero les puedo asegurar que se trata de un hombre equilibrado, pacifista a ultranza, tolerante y respetuoso de la dignidad humana.
Alejandro se ha venido preparando con una convicción a prueba de dudas sobre su papel y su contribución para con su país, cree con sinceridad en su vocación como servidor público, sus principios y su amor a Venezuela lo han llevado a arriesgar su vida y su tranquilidad en esta lucha por más de una década, sin pausa, sin apuros y sobreponiéndose a los temores ante un enemigo tan peligroso, es por ello, sin que me quede reservas al respecto, Alejandro constituye hoy en día, aún desde la celda en donde se encuentra, uno de los recursos morales más importantes del país, se trata del venezolano con más prestigio como demócrata en el mundo civilizado, es un hombre que no huye de su responsabilidad y que tiene muy claro en cómo sacar adelante a Venezuela.
El día que los venezolanos caigamos en cuenta que a este país sólo saldrá adelante con trabajo y dignidad, que se nos olviden todas esas telarañas del socialismo, de un Estado paternalista y dadivoso, de un colectivismo sin sentido y unas doctrinas sin alma, ese día verán con orgullo la figura de Alejandro, valorarán su enorme sacrificio y valentía, apreciaran su talante y ejemplo. y lo más probable, lo llevemos a la Presidencia de la República para retomar juntos el camino, que por tanto tiempo hemos perdido.