ESTADO BOLIVAR /Wikipedia
PORTACHUELO/
René Núñez (*)
Jueves, 11 de noviembre de 2010
Para el desarrollo del estado Bolívar
sólo se requiere voluntad política...
sólo se requiere voluntad política...
Qué manía de algunas individualidades políticas,
gremiales y profesionales, salvos honrosas excepciones, de plantear
nuevos modelos de desarrollo cuando no se ha logrado la evaluación de
los resultados de otros en ejecución o por lo menos demostrado su
fracaso o su éxito. Un tema nada fácil por lo complejo y lo redundante
en discursos políticos.
En estos últimos doce años, como diría el Chavo del 8 sin querer queriendo,
a la acalladita desde el poder central se nos viene imponiendo uno sin
haberlo discutido menos consultado con los ciudadanos, y nada tiene que
ver con el desarrollo humano; sino con el control total de nosotros sin
derecho a evolucionar con libertad e independencia; pues el Estado ha de
ser el único responsable de pensar y decidir por todos. De eso trata el
socialismo-comunismo del siglo XXI.
Por ello, sus activistas "provocadores" andan apurados acá en Guayana intentando convencer a la gente, en especial a los trabajadores con la figura política-ideológica control obrero, por una parte, y las comunas por otra.
El plan de desarrollo de Guayana se inició bajo la tutela de la IV República,
construyéndose el Complejo industrial del hierro, del acero, del
aluminio, del carbón, incluyendo el hidroeléctrico. Otro objetivo
cumplido fue la creación alrededor de este parque industrial de Ciudad
Guayana, una ciudad planificada como muy pocas en el país,
desafortunadamente hoy fuera de control. Asumió igualmente la
gerenciación de servicios básicos como el agua, la luz, el aseo, la
vivienda, el asfaltado ante la incompetencia de la Gobernación y de las
alcaldías por falta de recursos.
Todo este esfuerzo del Estado
trajo como consecuencia la instalación de talleres metal-mecánicos,
empresas proveedoras de insumos y de servicios industriales y de
mantenimiento. Como la captación de talentos profesionales y técnicos de
todo el país, llegando a ser Ciudad Guayana una de las ciudades con el
más alto promedio técnico-profesional poblacional de América Latina.
Para coordinar y asegurar los objetivos antes citados, se fundó la CVG
como ente rector del diseño y la ejecución del proyecto; atribuyéndole
la presidencia de la república años después el rango de ministerio bajo
la dirección del ingeniero Sucre Figarella.
¿Qué pasó después?
Vino la descentralización político-administrativo del Estado, donde la
Gobernación y las alcaldías adquirieron autonomía e independencia de
gestión, obligándose la CVG reasignar coordinaciones y responsabilidades
a gobernaciones y alcaldías como las de los servicios básicos e incluso
lo referente a vialidad y vivienda. No cabe duda, la CVG cumplió con su
misión inicial, el paso a seguir debió ser su reestructuración o
eliminación de conformidad con la nueva realidad política
descentralizadora. Decisión que ningún gobierno de turno se atrevió
tomar por el miedo al costo político que implicaba la medida; adicional a
la falta de una propuesta alternativa clara y justa para resolver el
destino del personal de CVG. Lo cierto fue que CVG siguió funcionando
burocráticamente convirtiéndose con el tiempo en un elefante blanco más;
aunque ahora los revolucionarios la han ocupado para la tarea
ideológica de promoción del socialismo-comunismo del siglo XXI. Basta
revisar en estos últimos doce años la cantidad de presidentes de CVG
designados por el gobierno central, para darse cuenta uno del
descontrol, el despilfarro e ineficacia que allí sigue imperando.
En las últimas semanas se ha retomado de nuevo el tema del modelo de desarrollo de Guayana,
unos apuestan su agotamiento, otros no; lo chistoso del debate que
recién comienza por la prensa, es que algunos de sus críticos más
severos son responsables por su silencio cómplice durante los últimos
años, claro "la teta" de las empresas básicas, imagino, se los impidió.
Si algo estamos de acuerdo
es en no seguir apoyando nuestro desarrollo regional sobre la base
única de las empresas productoras de materias primas; es hora de pensar
en el proceso transformador aguas abajo. De esto se ha venido hablando mucho desde 1990 pero nadie ha materializado la propuesta.
En conclusión, los proyectos aguas abajo
siguen en espera de una voluntad política de un gobierno que de veras
crea en el desarrollo integral del estado Bolívar, y no solamente en
producción de materia primas. Nunca es tarde para iniciar ese proceso
con apoyo de todos los sectores que hacen vida industrial, comercial,
profesional, académica, gremial y partidista. ¿Por qué Brasil y nosotros no?
Tenemos los insumos naturales, el clima, las comunicaciones por
doquier, ventajas comparativas y sobre todo la capacidad profesional y
técnica para atreverse en esa dirección, la única posible para reducir
la dependencia extranjera y bajar los costos. Ya deberíamos haber estado
explotando desde hace rato toda la línea blanca electrodoméstica;
repuestos y carrocerías de vehículos, equipos livianos y medianos, vías
férreas y pare usted de contar. No más explicaciones, ni propuestas, ni
excusas. Simplemente se requiere de voluntad política para asumir a
Guayana como polo estratégico de desarrollo del país. Si se puede. Pero
con comunismo no.
(*) Internacionalista
Edición 1.131, hasta el próximo miércoles. Le invito a oír de lunes a viernes, de 1:00 a 2:00 de la tarde: Diplomacia de Micrófono por La Mejor FM. 91.5 Guayana
Edición 1.131, hasta el próximo miércoles. Le invito a oír de lunes a viernes, de 1:00 a 2:00 de la tarde: Diplomacia de Micrófono por La Mejor FM. 91.5 Guayana
FUENTE: Correo del Caroní