ENTREVISTA | ANGEL OROPEZA, PSICÓLOGO SOCIAL
"Si Chávez pierde por forfait el país crecerá sobre pies de barro
"No hay que triunfar sobre la leyenda o un heredero, sino sobre el padre de la criatura revolucionaria" "Con 7 millones de votos se gana, cada polo tiene cinco y s e disputan 2 millones de moderados"
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 2 de octubre de 2011 12:00 AM
Angel Oropeza, analítico, académico y pedagógico, siente que el momento se acerca. Sicólogo social, profesor de la USB y de la UCAB, a su juicio hay una conjunción de factores que repotencian a la alternativa democrática y la colocan, dentro de todas las dificultades, en la mejor posición que haya disfrutado en todos estos años, para intentar la toma democrática del poder.
-¿No usa Chávez su enfermedad como arma política si vemos que al ignorar la oposición su estado de salud real, no puede definir un estrategia electora clara y precisa?
-Como gran maestro de la incertidumbre Chávez se guarda el parte médico para impedir que la gente maneje la información. De manera que, con la sartén por el mango, genera angustia, desazón, parálisis y le saca provecho político a todo lo que hace, incluso a situaciones que no buscó, como es el caso de su enfermedad.
-Siempre manejó variables que estaban bajo su control. La enfermedad no lo está.
-Es incontrolable el origen. Pero lo importante es la percepción que la gente tenga de la enfermedad. Y allí entra el manejo político. No estamos, (en el mundo de las percepciones), ante un enfermo, sino ante un guerrero. El no sufre una enfermedad, no, él enfrenta una contrarrevolución orgánica que va a vencer. Esto refuerza el culto a la personalidad en la línea de que el único activo del chavismo es él. Con esa estrategia rehuye el debate racional (logros de gestión, desempeño) y se sitúa en el plano mítico religioso porque la fe se tiene o no se tiene, pero no se discute.
-¿No crees que el debate en el plano de lo mítico religioso es pertinente sólo si vence a la enfermedad? A menos de que él esté seguro de que será así.
-No se si lo sabe. Pero más allá de consideraciones personales, es importantísimo que este juego no se gane por forfait. El país que viene necesita nacer de una victoria electoral contundente sobre el causante de este proceso de involución que lleva 13 años. Se debe triunfar pero no sobre su leyenda, ni sobre su heredero (seguramente con poca fuerza electoral), sino sobre él. No es lo mismo ganar porque el contendor no se presentó, que lograrlo enfrentándolo a él, quien se vende como el padre de la criatura revolucionaria. Más allá del deseo que supere la enfermedad, en la perspectiva de la cultura política es urgente su curación porque hay que derrotarlo a él. De lo contrario el país puede levantarse sobre pies de barro y eso puede ser muy peligroso.
-En su última reaparición Chávez se vio como el viejo Chávez: agresivo, pugnaz y convencido no sólo de que participará en la campaña, sino de que va ganar fácil.
-El Gobierno tiene una estrategia (difícil de llevar a la práctica) que yo llamaría "la estrategia del radicalismo edulcorado". Ellos saben que la radicalización para operar el tránsito al socialismo y hacer irreversible la permanencia en el poder, genera rechazo en la opinión pública. Cuando radicaliza, Chávez baja en su popularidad, pero cuando se modera, sube. Por eso se refrena antes de cualquier campaña y cuando no lo hizo, (2007), perdió.
-Pero una vez que entra de lleno en la transición no puedes parar.
-Por una parte insisten en avanzar, pero por la otra, moderan el lenguaje. Sacan las leyes de inquilinato, de deportes, de costos y, a la par, el discurso militar se torna amenazante. Pero también rechazan el uso del rojo con tanta frecuencia, llaman a la tolerancia, refuerzan el carácter mítico de la revolución y cambian de lemas.
-Lo último resulta difícil de percibir.
-Los cálculos dicen que para ganar hacen falta siete millones de votos, considerando que el REP da algo más de 17 millones de votantes y calculando 30% de abstención. En este momento ambos polos tienen cinco millones, entonces ambos andan detrás de los dos millones faltantes, que son el sector de los moderados.
-¿Cuál debe ser la estrategia de la oposición para conquistarlos?
-La estrategia está bien diseñada porque el lenguaje es constructivo. Se ha comprendido que no basta con el "Chávez vete ya". Se comprende que más allá de las referencia al presidente, se impone la necesidad de plantear un proyecto capaz de superarlo.
-Una cosa es la campaña interna de oposición para las primarias, que reclamaría un lenguaje más agresivo para captar al votante de oposición y otra el discurso de un candidato presidencial, más inclusivo, tolerante, dirigido a conquistar moderados y chavistas.
-Eso significaría plantear dos tipos de discurso y evidenciaría una actitud de hipocresía política. Cuando estoy contigo hablo un lenguaje y cuando estoy con otros lo cambio.
-¿No es eso lo que hace Chávez?
-Sí. Justamente por eso hay que superarlo.
-Pero resulta.
-Pero ¿a qué costo? Si resultara en términos de transformación positiva del país habría que seguir haciéndolo. Pero resulta porque el tipo sigue conservando el poder. No en balde comandan las encuestas quienes, en la oposición, tienen un discurso más conciliador: Henrique Capriles y Pablo Pérez. Los más come candela, con un discurso centrado en Chávez, están en la cola. Incluso los mismos votantes de oposición parecen pensar que la historia de Chávez debe ser superada y que el mensaje debe dirigirse a los chavistas, no a Chávez. Un mensaje que descarte la retaliación y la venganza, no tanto por bondad, sino porque no se puede gobernar sobre la base de la división. El país quebrado no va ninguna parte.
-¿Cómo ves el desarrollo inicial de la campaña interna aun faltando algunos elementos para completar el cuadro electoral? ¿No hay un alineamiento que parece reagrupar a los partidos históricos ante una propuesta que se maneja en términos de reivindicar lo nuevo?
-Si bien ha habido un resurgimiento saludable de la figura de los partidos, es un mito pensar que la competencia se va a dirimir por partidos. La otrora poderosa maquinaria, capaz de pasar por encima de la voluntad popular, es historia.
-Los militantes pueden desobedecer la línea a de los partidos sin mayor conflicto. -Son mucho más libres y eso es saludable. Los partidos no pueden ser cuartelitos, ni capataces con un látigo, sino orientadores, articuladores.
-¿Es por eso que algunos pre-candidatos ni siquiera mencionan al partido que representan?
-No lo se, pero siento que no se debe caer en la trampa de hacer sumatorias. "Yo soy AD y tengo un millón. Tú eres Primero Justicia y tienes otro millón. Entonces, como estamos empatados, nos falta Un Nuevo Tiempo y su millón. El que sume ese millón gana". Eso no existe, carece de lógica y puede llevar a equívocos importantes. En todo caso, hasta ahora el balances es positivo. Yo he criticado decisiones como la fecha de las primarias, pero se ha mantenido la unidad, hay un proyecto, nadie habla de lanzarse solo y el trato entre aspirantes y partidos es saludable en una MUD ideológicamente dispersa.
-El hecho de los partidos hayan perdido ascendencia sobre la militancia, ¿no puede privilegiar la figura del candidato como principal factor, caudillesco, de una concepción y de una comunidad política?
-Pudiera ser un peligro, pero ninguno de los precandidatos con mayor opción tiene el perfil de líder carismático, ni del alter Chávez. Todos hablan un lenguaje de trabajo en equipo, de conformación de un gobierno de unidad, de incorporación de todo el mundo al proceso de conformación de un país nuevo. Entonces, si bien el peligro existe desde el punto de vista teórico, en la práctica estaría descartado.
-¿Hasta qué punto ese discurso conciliador, en un campaña armónica y casi excepcional, no puede calentarse y generar fisuras a la hora de definir el candidato?
-Ojalá se caliente en términos de contraponer proyectos y visiones de país. No en insultos. Esta campaña debe definirse en la prefiguración de país que quieres y eso requiere de un pensamiento divergente. Mientras más divergencia y diversidad, mayor riqueza. Si logramos que esta campaña se exprese en esos términos, incluso con algo de virulencia, pero siempre dentro del respeto, sin referencias personales, estaremos enviando una señal de lo que será el país que queremos. Einstein decía que "el ejemplo no es una de las mejores formas de incidir sobre otra personas, es la única".