EL POPULISMO EN EL CONTEXTO POLÍTICO:
CASO VENEZUELA.
Stanislaw E. Dubis Castillo
Valencia, España
13/11/2022
Hace unos meses, un buen amigo, Humberto Seijas P., con quien comparto ideas y criterios políticos, desde luego, salvando distancia; me hizo llegar un artículo titulado “De qué se habla cuando se habla de populismo”, publicado en el diario Entre todos Progresamos, del 15 de junio de este mismo año. El autor del escrito, Horacio Bernardes, entrevista a un politólogo australiano llamado Bejamin Moffitt en relación a un libro de su autoría, precisamente titulado “Populismo. Guía para entender la palabra clave de la política contemporánea”.
En mi interpretación, el término populismo ha sido utilizado de manera intensiva en lo que va de siglo XXI, pero con un sentido muy pragmático; es decir, adaptado a realidades interpretativas individuales. Para tratar de entender el enfoque de lo que es populismo según el autor australiano, cito a Muffitt: “Si existe un concepto que parece haber captado el sabor de la política internacional en el siglo XXI, es el de populismo”, señala Moffitt en la Introducción. “Empleado para referirse a una amplia variedad de líderes (Donald Trump, Rodrigo Duterte, Hugo Chávez), partidos (Podemos, One Nation en Australia, Alternativa para Alemania), movimientos (Occupy Wall Street, Indignados) e incluso sucesos (Brexit), todos ellos prominentes y disruptivos, ese término se ha convertido en un comodín de uso difundido para diagnosticar todo aquello que resulta exaltante, preocupante o disfuncional en las democracias contemporáneas del mundo entero”.
Continuando
con la entrevista llevada a cabo por Bernardes a Moffit, pasamos a lo que este
último define como populismo. Cito nuevamente: “Defino al populismo como un
estilo político con tres características principales. Incluye 1) un llamamiento
a “el pueblo” frente a “la élite”; 2) “malos modales”, con lo cual me refiero a
actuaciones políticas transgresoras; y 3) el carácter de crisis o amenaza para
el establishment”.
Esta aclaratoria de conceptos la consideré indispensable para ubicarnos en la realidad del contexto nacional venezolano en las últimas dos décadas y unos años más. En lo personal, me parece interesante que el Sr. Muffitt cite a Hugo Chávez en su obra y lo catalogue de populista. El populismo per sé no debería ser dañino en el ámbito sociopolítico donde se practica; es un estilo político con ciertas características y condiciones. De hecho, el autor mencionado cataloga al mismo tiempo a Donald Trump como populista. La diferencia entre el populismo de Trump y el de Chávez es abismal.
Las distancias y diferencias conceptuales entre ambos líderes comienzan a marcarse por la ideología con la cual se asocian para ejecutar sus proyectos populistas. Chávez ha sido señalado miles de veces como un infiltrado de la izquierda en las antiguas FFAANN venezolanas. Por mis experiencias y vivencias, que no vienen al caso traer a colación, yo no tengo la menor duda de que fue así. Conocí personalmente a Hugo Chávez.
Si el populismo de Chávez no se hubiese asociado con la “ideología Castro comunista”, tal vez, repito, tal vez, el panorama nacional hoy día fuese diferente. La historia nos ha llevado a las circunstancias actuales y debemos afrontarlas tal y como son. Lo acontecido hasta hoy en Venezuela, es imposible revertirlo para hacerlo diferente. La principal distorsión de los conceptos iniciales del movimiento en el cual Chávez participaba, se comienza a establecer con el entramado político-delincuencial promovido por los cubanos y, al cual se fueron sumando infinidad de asistentes. No es un esquema simple el llevado a cabo, para comprender lo acontecido hasta hoy.
El caso Venezuela posee características y condiciones que no le son exclusivas. Hay otros países en el mundo que han sido absorbidos por la vorágine de ambiciones de individuos que intercalan y mezclan lo político con actividades y eventos que distan enormemente de ser catalogados como tales, más bien caen en la definición del delito puro y simple. No soy el único en decirlo; cada día somos más quienes consideramos que la salida a esta crisis venezolana habrá de ser muy compleja, dada su naturaleza.
En algún momento tuve la intención de presentar a ustedes la definición de lo que es una ideología, a título ilustrativo, pero luego deseché la idea porque el cuadro venezolano no obedece a razones ideológicas, políticas o de populismo; no, el caso Venezuela debe manejarse y resolverse como el de un poder delincuencial que asaltó completamente la institucionalidad del país y la colocó al servicio del crimen internacional organizado.
Estoy muy alejado de promover salidas forzadas, traumáticas, con derramamiento de sangre y violencia. Pero no comulgo con el planteamiento de “elecciones libres y transparentes” que pregonan los “líderes de oposición”. Lo coloco entre comillas, porque para mí no son líderes y de oposición mucho menos. Son vulgares comilitones políticos que se han aprovechado de cualquier circunstancia, momento y oportunidad para sobrevivir cómodamente en su estrato y además obtener ganancias de cualquier índole o naturaleza sin importarles las consecuencias para el país.
Observo el proceso que ocurre actualmente, con total desconcierto. Si mi abuela viviera, sin duda usaría una frase que la oí decir muchas veces en mi infancia, “es que estos no aprenden ni a coñazo limpio”. Ese contexto político, caso venezolano que cito en mi presentación no admite salidas “ideales” o tradicionales. Ni siquiera hemos llegado a la definición de las condiciones para elecciones primarias y ya hay diez mil candidatos, todos destruyéndose entre ellos, haciéndole como de costumbre un substancioso favor a quienes buscan mantenerse en el poder a toda costa. ¿Quién resulta ganador en este escenario? El delincuencial narco régimen procubano.
No he hurgado en los baúles electrónicos de “Dr. Google” para saber cuántas elecciones han celebrado los cubanos desde 1958, o Corea en más de setenta años, solo por mencionar dos países de los más emblemáticos. ¿Ha habido algún cambio derivado de las elecciones en esos países? Pues no. ¿Qué nos hace pensar que en Venezuela si va a ocurrir? Creo que la ingenuidad política de quienes manejan la situación puede ser catalogada con una palabra acuñada por Uslar Pietri en su momento y que era impensable decir: son una cuerda de pendejos.
Hace un par
de semanas escribí algo sobre líderes y liderazgos. Lo que tenemos frente a
nosotros en Venezuela, y que se han apropiado de tu voluntad política y la mía,
supuestamente fundamentados en una representación autoconferida para decidir en
nuestro nombre; no los catalogo como líderes, no me inspiran respeto, mucho
menos confianza. ¿Sabes qué si me inspiran? Rechazo, dudas, incertidumbre,
pensamientos negativos. Todo ello ganado en base a su recorrido en el mundo
político que nos consume.
Creo
haberlo mencionado con anterioridad y no me cansaré de decirlo: para que los
venezolanos podamos salir de este atolladero escabroso, debemos primero
ponernos de acuerdo para hacerlo y luego ser creativos en las alternativas. Hay
que romper los esquemas a los cuales nos quieren seguir subyugando los rayados
nombres de los políticos de la “cuarta”. Hora de decir; ya basta.
Apreciado Sammy