ENTRE MITOS Y REALIDADES
Stanislaw E. Dubis C.
Valencia. España.
08/11/2022
El mundo nos ha brindado un verdadero carrusel de eventos en esta última semana en los más diversos campos y ubicaciones. Político en Brasil, naturales en Venezuela, de guerra y sus amenazas en Ucrania y ahora Corea (Norte y Sur), económicos casi que globales, clima, Maduro en Egipto, etc. La lista de sucesos en tan breve lapso tiende a ser infinita, las capacidades de asombro y asimilación son sobrepasadas con facilidad.
A pesar de esa vorágine informativa y de noticias que ocurren en todo nuestro planeta, trato de mantenerme focalizado en un aspecto que, para mí, es crucial. Continuar con la propuesta de ideas de potenciales maneras de cómo recuperar a Venezuela del marasmo al cual ha sido llevada y sumergida en su más penosa realidad.
Hace algunos días, por Twitter, vi un video de alguien que comparaba en la sociedad actual las personas que fundamentaban su vida en la lógica, es decir, una vida racional, en contra de las personas que viven fundamentados en realidades emocionales. Para no hacer tan larga la descripción, el autor concluye que, el número de personas cuyo comportamiento es básicamente emotivo supera a las personas que viven y actúan de manera racional. En otras palabras, lo que no tiene sentido es aceptado por un mayor número de personas como normal. Los que piensan que eso está equivocado son minoría.
El problema no sería para nada grave si hubiese un pacto tácito de aceptación en busca de un equilibrio de convivencia; pero no es así. La minoría “racional” representa un grave peligro para quienes constituyen la inmensa mayoría. Esa inmensa mayoría es manipulada por los medios de comunicación y las redes sociales. Lo que relativamente “no es correcto”, se lleva a ser aceptado como lo correcto y quien piense distinto “es un enemigo” de una realidad ficticia. ¿quién tiene la razón?
Ahora bien, usted se estará preguntando: ¿a dónde pretendemos llegar con esa disertación filosófica? Simplemente buscamos el camino para referirnos al concepto del control social, “ingeniería social” o manipulación de masas. ¿Es de alguna manera nuevo ese enfoque de manejo y sometimiento del ser humano? La respuesta es no. Basta con hurgar un poco en los anaqueles filosóficos conceptuales y encontraremos a “El mito de la Caverna” escrito por Platón por el año 380 A.C. Las personas buscamos descargarnos de, o asumir responsabilidades y transferirlas. Yo las llamo sociedades acomodaticias: “Somos víctimas de” (las circunstancias políticas).
Todo este trayecto de divagaciones filosóficas recorrido, es básicamente ilustrativo para ayudarnos a entender lo que está ocurriendo en Latinoamérica. ¿Cómo es posible aceptar (para la minoría racional) que la izquierda se haya apropiado de los casi la totalidad de los gobiernos de la región? La respuesta es simple si se quiere internalizar de esa manera. La izquierda ha utilizado mecanismos muy antiguos y los ha adaptado a nuestras realidades. ¿Les ha funcionado? Ya sabemos que sí; de hecho, se han apoderado del control gubernamental regional casi en su totalidad. Que sean exitosos en sus gestiones, es harina de otro costal.
Hace unos días, me llegó un video de un sacerdote católico, Pbro. Juan Jaime Escobar, en el cual casi al inicio, habla de un problema existencial de nuestro mundo “moderno”. El sacerdote hace referencia a una película llamada “El libro de Henry”, en el cual un niño de 11 años, superdotado mentalmente, pero con problemas de un tumor terminal, le hace entender a su madre, de la manera más simple, cual es el verdadero problema de la sociedad actual: la apatía.
Nos movemos en un mundo que funciona más o menos así: hay eventos graves que ocurren en mi entorno, pero no me afectan: ergo, no me importa, ese no es mi problema. El marxismo lo entendió y lo sigue aplicando con éxito. Aplican sus principios filosóficos utópicos aprovechándose de la indiferencia colectiva. Triunfa la ignorancia, las decisiones emocionales versus las racionales. La izquierda vende ilusiones, las masas las compran, no las analizan. La esperanza en un mundo complejo de realidades, además de ser fácil, es totalmente gratis.
Hagamos retrospección en la realidad venezolana que es la que nos atañe. En mi interpretación, hemos llegado al punto de no retorno, no voy a mencionar las causas porque, como he dicho antes, son harto conocidas y analizadas. Surge un encantador de serpientes en 1992. Es elegido presidente en 1998. Después de 24 años de fracasos y más fracasos aún persisten. Casi el 30 % del país ha huido por una razón u otra y los que quedan solo se preocupan por sobrevivir. No tienen otra motivación, no hay deseo de luchar.
Aproximadamente y de acuerdo con las encuestas, de esos que aún quedan, un 5% son “enchufados”, vale decir, encontraron como sobrevivir la crisis saltándose principios y valores. El 95 % restante sufre, tiene miedo, no quiere salir de la caverna de Platón, no es su problema. Se han convertido en una masa acomodaticia en espera de que venga alguien y resuelva la situación que les afecta. Es decir, no hay voluntad para hacerlo. Hoy en nuestro país prevalece una sociedad fundamentalmente apática.
La “ingeniería social” intentada por el comunismo o la izquierda política, para edificar nuevas realidades carece de fundamento. Las sociedades no obedecen a principios netamente científicos, las sociedades crecen sobre voluntades colectivas y decisiones aleatorias y circunstanciales, las cuales se toman en base a la realidad del momento, y eso es imposible, conceptualizar o planificar como si se tratase del diseño de un edificio. Pero esos grupos utilizan “armas” distintas para conseguir su objetivo.
Podemos, tal vez, concluir que las sociedades son entes complejos, que difícilmente responden a una planificación o diseño conceptual, pues se van a mover de acuerdo a sus intereses, a menos que las mismas sean sometidas como lo han sido en muchos países: Cuba, Corea del Norte, Irán, Nicaragua, Venezuela, etc.
El miedo permite control por quien lo genera, el control lleva al conformismo, el conformismo deriva en sumisión o aceptación y la sumisión finaliza en apatía: No me importa nada. Quien no quiera entender o ver que en este punto estamos en Venezuela y es la realidad existencial como sociedad, es porque pertenece la mayoría conformista. Como explicaba al principio, pareciera que cada día somos menos los que vemos lo que ocurre y nos oponemos a ser sometidos.
Mi planteamiento es que, en las
circunstancias actuales, la caverna descrita por Platón, es a donde nos han llevado los
políticos, tanto de gobierno como de la “pseudo oposición”, manipulando los más
esenciales conceptos de control social. Venezuela requiere de ese líder que se
decide salir de la realidad ficticia en que vivían los seres de la caverna,
soportar burlas y hasta ataques del resto de quienes vivimos en esa caverna que
es nuestro país hoy.
Al menos a mí, como venezolano, me resulta imposible cifrar esperanza en caras y nombres desgastados durante más de cuarenta años y mucho menos en los más recientes, por su vulgar concupiscencia política con el narcorégimen. Hay que ver y sentir la necesidad de asumir como reto individual el rescate del país. Hay que salir de ese conformismo acomodaticio de que “no es mi problema”, porque si lo es. Venezuela es mi problema, tu problema y en conclusión, el problema de todos.
Mi pregunta final es, y lo escribo en
mayúsculas, casi como gritando: ¿ES QUE RESULTA IMPOSIBLE PONERNOS DE ACUERDO
PARA VOLVER A SER UNA SOCIEDAD RESPETADA
Y RESPETABLE? ¿ES IMPOSIBLE SALIR DE ESTA CAVERNA?
REMISIÓN: