Maduro en El Cairo
Enrique Meléndez.
Diosdado Cabello dice que Nicolás Maduro fue reconocido internacionalmente, a propósito de la invitación que se le hizo, para que participara en la cumbre ambiental, que se desarrolló esta semana en Egipto, y apareció de manera clandestina; como suele suceder cada vez que sale al exterior, y lo que lo favorece el hecho, de que desde Chávez a esta parte ya los jefes de Estado no solicitan a la Asamblea Nacional un permiso, para salir del país; lo que ya es violatorio de sus normas, que funcionan en el marco de un estado de derecho; tomando en cuenta que son hombres de Estado, y no ciudadanos corrientes, que disponen de sus vidas, como les da la gana; de modo que cada uno de sus pasos tiene que ser reportado a la ciudadanía, que preside; pues de otro modo se hubiera sabido, y entonces los cazarecompensas en alerta.
La circunstancia es que alguien hacía notar que había llegado a El Cairo y no le había pasado nada; con motivo de esa recompensa de 15 millones de dólares, que ofrece la justicia estadounidense por su cabeza. Ahora, ¿fue invitado, como dice Diosdado? A mi me huele que, como Chávez, él se presentó allí, como el que dice “a mi no me invitaron, pero no me dijeron que no viniera”, que de lo otro; pues al contrario de lo que dijo, que le estaba proponiendo a Lula y a Petro un proyecto de defensa de la Amazonia, a quien se le acusa de cometer un ecocidio allí es al susodicho, a propósito de las actividades de la explotación del llamado oro de sangre, que lleva a cabo la minería ilegal en el marco del proyecto del Arco Minero, y el que vulneró hasta la división política de ese territorio; pues dichas actividades se centran en parques nacionales y zonas protegidas; que, ahora, dejaron de ser tales, para convertirse en el Arco Minero, y que no sólo suponen la deforestación de miles de hectáreas de bosques, sino también la contaminación de los principales afluentes del Orinoco con mercurio y otras sustancias, que se utilizan para tal actividad.
En efecto, allí está metido el ELN con la complicidad de altos oficiales venezolanos; cuyas ganancias alcanzan los miles de millones de dólares en lo que atañe al comercio del oro, sobre todo, que se coloca en Turquía; además de coltán y de otros minerales. Pero, asimismo, en las narices de todo el mundo. ¿O acaso Maduro fue llamado, para que se diera cuenta de eso? Pues lo más probable, en el marco de lo que se abordaría en esa cumbre, es que se planteara el tema del agujero, muy vistoso, que se le ha comenzado a ver a la selva de la Amazonia; de acuerdo a las gráficas y los videos, que circulan por las redes sociales, y que lo más seguro es que a Maduro le han llegado. De hecho, uno de los voceros del gobierno de EEUU dijo que, en ese sentido, la presencia de Maduro en esa cumbre resultaba una contradicción. He allí un caradura, y lo más cómico es que el tercio se presenta hablando, de que la culpa de la destrucción del planeta la tiene el capitalismo salvaje, los gases de invernadero; siendo el sujeto el digno representante de dicho sistema, si nos ponemos a ver; tomando en cuenta su condición de cómplice de unos mineros, que se llenan los bolsillos con el oro de sangre, que extraen de la Amazonia.
Además, ¿en qué consiste ese proyecto? Eso fue algo que le salió allí mismo, dada su conducta improvisadora; pues, si fuera verdad, lo primero que haría sería combatir esa minería ilegal; que, encima de eso, viene desplazando, no sólo a las comunidades indígenas, que han tenido que migrar, sobre todo, a Brasil y Guyana, y en cuyas ciudades se les ve pidiendo dinero en las calles; sino también a las poblaciones del municipio Sifontes del estado Bolívar, como se viene denunciando, en cuyos operativos participan además las fuerzas armadas venezolanas; donde se les queman desde las casas, hasta los enseres. Sin ir muy lejos, de la tragedia de Las Tejerías se le culpa a Nicolás Maduro Guerra, su hijo, a propósito de la sobreexplotación de una mina de níquel, que había reactivado en el sector; habiéndose declarado zona de riesgo desde la presidencia de Hugo Chávez. Además de que Maduro carece de una conciencia ecológica; puesto que, si hay un país que está desorientado, a ese respecto, es Venezuela. Aquí no se respeta el medio ambiente para nada, y eso debería combatirse a través de una educación, que se haría desde la propia escuela, pasando por los medios de comunicación (ni una bolsa de plástico más al medio ambiente); pues como lo alertó el presidente de la ONU, Alberto Guterres, cuando abrió la plenaria de la cumbre: el planeta está en peligro.
No fuera latinoamericano Maduro, si no se perdía esta cumbre; para destilar el igualitarismo hacia abajo del bueno. He allí lo confundido que era Chávez en ese sentido, y que lo heredó Maduro; por el hecho de que fue elegido presidente de la República, entonces tratan a sus homólogos, como si se conocieran de toda la vida (“Putin es mi pana”, decía Chávez). La verdad es que a mí me pareció bochornosa la forma como se llevó a cabo el encuentro entre Maduro y Macron, presidente de Francia. Ese tuteo hacia una persona, a quien no lo puede considerar su igual; porque no arrastran la misma trayectoria. ¿Presidente obrero? Pero, por otro lado, aquí se puso en práctica de nuevo la política del besito: después de que soltó sapos y culebras contra el pobre Macron, en una oportunidad en la que el francés le formuló una fuerte crítica; ahora, no le besuquea, pero sí le sostuvo la mano, cuando se la dieron, más de lo acostumbrado, y que se interpretó como una estrategia mediática; aparte de que fue un encuentro propiciado por el propio Maduro, a través de agente, allegado a Macron, que se prestó para colocarlos a ambos en el mismo camino. En efecto, Macron le dijo que lo iba a llamar; pero imagino, que para decirle que se mida en unas elecciones libres, universales y con supervisión internacional, y de hecho, él mismo motivó un encuentro entre Jorge Rodríguez y Gerardo Blyde, en el marco del evento por la paz, que se realiza del 11 al 12 en París.
Enrique Meléndez: Periodista, Escritor y Reportero, venezolano, Licenciado en Comunicación Social y Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela; con estudios de posgrado en el Instituto de Altos Estudios de la América Latina de la Universidad de La Sorbona, París III, de Francia, Columnista del Semanario La Razón, en Venezuela, y autor de un diario político-filosófico, titulado: "Diario de la Quinta República: cronología de la destrucción de Venezuela", cuyo primer volumen está publicado en la biblioteca virtual de Amazon.