De: Enrique Melendez O. melendezo.enrique@yahoo.com
Date: sáb., 14 de septiembre de 2024 11:41 p. m.
Subject: artículo.
Por: Humberto González Briceño
A Edmundo González le cuestionamos que se haya prestado para validar el sainete electoral del régimen chavista, junto a María Corina Machado y todas las franquicias partidistas que cohabitan en la MUD. Tratar de revivir las ilusiones en una salida electoral y negociada es lo que siempre le hemos criticado, con fundamentos y evidencias, a la falsa oposición venezolana.
Lo que no vamos a criticar aquí es que Edmundo Gonzalez haya salido (obligado) del país. Tampoco vemos la pertinencia de discutir si lo hizo por cobardía o no. Más allá de las posturas que González y sus compañeros de la MUD defiendan la primera obligación de un dirigente político que se precie de tal es mantenerse vivo y en libertad para seguir actuando.
Así como siempre hemos condenado el encarcelamiento de opositores, cuyas posturas combatimos, igualmente sabemos que de haberse quedado en Venezuela Edmundo González habría terminado preso o asesinado. Entonces sin reservas hay que celebrar que haya salido del país y hoy siga vivo.
Lo que si no podemos aplaudir es que en la negociación que condujo a su exilio forzado no se haya incluido a los venezolanos que están en la Embajada de Argentina y los más de dos mil presos políticos que el régimen chavista admite tener en sus cárceles, muchos de ellos menores de edad. Estos "olvidos" desalientan más a los venezolanos que quieren seguir creyendo que sí existe un plan para sacar al chavismo del poder.
Es un error ver en la salida de Edmundo Gonzalez un manejo estrictamente mediático para desmoralizar a la oposición electoral. Se trata de una acción concreta donde el régimen chavista reafirma que mantiene el poder real aunque algunos de sus socios como España, Brasil y Colombia, por un mero formalismo, digan que no reconocen los resultados electorales del 28 de julio hasta que no se muestren las actas.
En los laberintos de la diplomacia internacional la postura de estos tres países es coherente con sus políticas, aunque no lo parezca. Y es que lo que en realidad España, Brasil y Colombia están diciendo es que no reconocen los resultados electorales, pero eso no quiere decir que desconozcan al régimen de Nicolás Maduro que es lo que en verdad importa. Para todos los efectos, sin actas y sin reconocimiento de resultados, estos países seguirán entendiéndose con el poder político realmente existente en Venezuela antes del 10 de Enero de 2025 y después. Esto no parecen entenderlo los influencers y operadores de la falsa oposición que saltan a celebrar el exilio forzado de Edmundo Gonzalez como una jugada brillante "para proteger al rey".
Otra demostración de que estamos frente a una situación que luce más a destierro que a exilio es que curiosamente el régimen chavista facilitó y aceleró todos los trámites para sacar a Edmundo Gonzalez a España. Hay que preguntarse si parte de la coacción y amenazas que denunció Gonzalez le impidieron escoger libremente el país para solicitar el asilo. ¿Por qué España y no Argentina o los Estados Unidos donde el asilado habría disfrutado de un mejor estatus para continuar actuando políticamente?
Sería una ingenuidad ver la concesión de asilo a Edmundo Gonzalez como un acto generoso y humanitario del Presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, socio conspicuo del régimen chavista. Más parece una jugada para mantener controlado y supervisado a Gonzalez como otros políticos "opositores" en ese país.
Tan sólo para no perder la perspectiva de lo que está ocurriendo recordemos que Delcy Rodríguez, la implicada en el escándalo de las maletas repletas de dólares en el Aeropuerto Barajas, es quien hace el anuncio del asilo por "la tranquilidad y la paz política del país" en nombre del régimen chavista. Y, por supuesto, para variar una vez más aparece Rodríguez Zapatero en la penumbra actuando como garante en estas extrañas negociaciones.
Que a Edmundo Gonzalez le hayan impuesto el país al cual debía solicitar asilo muestra la gravedad de lo que enfrentamos en Venezuela. Es una realidad que no se resuelve subestimando en forma infantil las capacidades y conexiones del adversario.- @humbertotweets
Enrique Meléndez
Si de verdad Nicolás Maduro y su equipo de gobierno repararan, en las acciones, que están llevando a cabo en estos momentos, percibirían que no se corresponden con una conciencia racional. Sobre todo, esa ola represiva, que han desatado, y que la han acentuado en los últimos días; despechado el susodicho, como se encuentra, porque comprobó que el pueblo no lo quiere. La ventaja, con la que pierde, es para pasar a la reserva en la política. Incluso, lo que le dice a uno la intuición, es que se siente de sobra en esos escenarios, donde se mueve, por la cara de fatiga que pone algunas veces; hay quien lo nota más envejecido desde el pasado 29 de julio a esta parte; con unas ojeras, que delatan que no duerme; de modo que quisiera perderse con su Cilita hasta el fin del mundo, a disfrutar de su fortuna, que los hackers rastreadores de cuentas bancarias han venido detectando en los llamados paraísos fiscales; sólo que no se atreve a hacerlo, porque las mafias no se lo permiten. De hecho, el fraude fue incitado en estos sectores; porque hay mucho que perder; desde la guerrilla colombiana, los círculos que explotan el oro en el Arco Minero, el Cártel de “Los Soles”, Diosdado Cabello, los hermanos Rodríguez, Vladimir Padrino López. Ahora, ellos temen más perder los privilegios, que ostentan, que caer presos, y por eso se las juegan, hasta echarse al mundo entero. Obsérvese el avión, que le acaban de incautar a Maduro: un avión de lujo; como dijo un vocero del gobierno de EEUU: mientras el pueblo pasa hambre; lo que se conoce como una Nomenclatura: un régimen rico frente a un pueblo pobre. Decía Hegel, que el ser humano deja de ser un animal, al darse cuenta, de que es un animal. Aquí observamos que el bárbaro deja de ser bárbaro, al darse cuenta de que actúa bajo los instintos más naturales; de lo que está muy lejos Nicolás Maduro, quien menosprecia a la sociedad, valiéndose de un terrorismo de Estado.
No entra dentro de los esquemas de la racionalidad, imponerle cargos judiciales a Edmundo González Urrutia, por haber ganado las elecciones. La sociedad venezolana está sorprendida. Porque lo citan al Ministerio Público para que declare, a propósito de unos delitos, que no ha cometido: usurpación de funciones, forjamiento de documentos del Estado, incitación al odio. “Han perdido toda noción de la realidad –dice María Corina Machado-. Amenazando al presidente electo, sólo logran cohesionarnos más, y aumentar el apoyo de los venezolanos y el mundo a Edmundo”. Nadie lo ha visto proclamarse presidente electo; como sí lo hizo Maduro, y quien hasta ahora no ha comprobado su triunfo electoral. Nadie le creyó esa opereta, que montó con actores demasiado acartonados, para que el TSJ le avalara el fraude; porque todo el mundo sabe que aquí no hay autonomía de poderes; pero, además, como se dijo, esa no era competencia de esta instancia judicial. ¿Quién es el que usurpa funciones? Además, jactarse de que ha preparado unos recintos carcelarios, para los dos mil presos, que han detenido desde el 29 de julio a esta parte: ¡Misericordia. Por Dios! Una persona que aseguró que, una vez que ganara la presidencia, al día siguiente iba a convocar a un gran diálogo nacional: más de cien adolescentes presos; más de doscientas mujeres presas y, encima, maltratadas, para no decir otra cosa; casos de torturas físicas, para obligar a la gente, a que acuse a González Urrutia de propiciar los amotinamientos, que se sucedieron una vez consumado el fraude electoral. Esa ha sido una llaga en la que le han dado duro a Maduro; lo que ha llevado a que le hayan dado libertad a 87 adolescentes y a más de 100 mujeres. Se queda una resaca, que constituye una especie de renta; a la que están torturando y violando, y la renta consiste en que queda exenta del castigo, si le paga una porción en dólares al verdugo; de acuerdo a lo que ha trascendido; porque una de las aberraciones, en las que han caído nuestros cuerpos policiales es en el flagelo del matraqueo. Téngase en cuenta que los motines, que implicaron hasta la quema de locales oficiales o sedes del PSUV fueron propiciados por los círculos de terror del régimen en su mayor parte, precisamente, con la finalidad de terminar achacándole la culpa a González Urrutia. He allí una de las estrategias del fascismo: promover vandalismo, para echarle la culpa al enemigo.
Por supuesto, así como ha causado un gran asombro en la sociedad venezolana esta ventolera del régimen, a propósito de esta acción judicial contra González Urrutia, que anda de casa en casa, protegiéndose de los esbirros, que lo rastrean, también lo ha causado en el ámbito internacional, lo que ha motivado una reacción de rechazo; sobre todo, porque la figura de González Urrutia, con motivo de sus méritos, su trayectoria profesional de diplomático mueve a respeto, y de allí una ola de crispación generalizada en el mundo entero. De rapacidades primitivas, hablaba en estos casos Andrés Bello; pues, a su juicio, aun cuando la libertad y la justicia imponían cada vez más su imperio, los prejuicios raciales y sociales no dejaban de manifestarse al bárbaro que mora en nosotros. Todo el mundo sabe, que lo que busca el gobierno es presionar a González Urrutia, para que se vaya del país; cuyo vacío, en consecuencia, conduciría a la sociedad a un estado de abulia; no obstante, este señor se ha hecho presente, sobre todo, a través de unos mensajes sosegados, sin preocuparse por responderle al altisonante Tarek William Saab, que lo trata como un delincuente de alta peligrosidad, y que es donde se observa que bajo este régimen se han perdido todos los valores; sobre todo, a raíz del desmoronamiento de las jerarquías académicas; pues uno de los principios de Hugo Chávez consistió en menospreciar la meritocracia y la trayectoria profesional de una persona. Yo no sé si será verdad o no, la especie de que el juez, que emitió la orden de aprehensión contra González Urrutia, ni siquiera es un funcionario activo.
Enrique Meléndez
(X) @emelendezo
Neofascismo chavista del siglo XXI
Por: Humberto González Briceño
Aunque algunos se aferren a esperanzas inciertas, los eventos de política interna y externa parecen mostrar el lento desvanecimiento de una transición política en Venezuela con base a los resultados electorales del 28 de julio y producto de una negociación entre las partes en conflicto. Mientras varios países siguen produciendo declaraciones exigiendo la publicación de las actas en Venezuela aumenta el rechazo al fraude electoral, aunque por efecto de la cruda represión cada día sea más difícil demostrarlo públicamente.
La dinámica internacional luce muy beligerante en lo retórico, pero carente de iniciativas concretas para enfrentar la arremetida del chavismo, sobre todo porque esa llamada comunidad internacional se ha autoimpuesto una camisa de fuerza que en la voz de Luis Almagro, Secretario General de la OEA suena a “...la solución a Venezuela no puede ser militar”. Quizás quiso decir por la fuerza, que en realidad es lo mismo.
En Venezuela se respira rabia e indignación ante el robo descarado de las elecciones por parte del chavismo. Pero también se respira mucho miedo frente a un régimen que en su guerra contra la población civil desarmada no respeta mujeres, niños, ni ancianos. Sin las garantías mínimas de respeto a la integridad física salir a protestar el fraude electoral en Venezuela es literalmente salir a jugarse la vida cada día. La oposición que acompañó a Edmundo Gonzalez ha tratado de mantener viva la esperanza que el cambio político es posible aun en las peores condiciones, pero la realidad está demostrando ser mucho más potente que el deseo.
Por su parte el régimen chavista parece aprovecharse de la descoordinación de esa comunidad internacional y la progresiva pérdida de momentum del bloque opositor encabezado por María Corina Machado, Edmundo Gonzalez y la MUD. La respuesta del chavismo, que tiene todas las características de un contraataque, ha consistido en rápidamente pivotar hacia la formalización de un régimen neofascista que por la vía de los hechos ya viene operando desde tiempos de Hugo Chávez, pero que ahora anuncian como el nuevo Estado Comunal.
No. No es una ligereza ni un tremendismo calificar al Estado chavista como un verdadero régimen neofascista ya que contiene todos los elementos definitorios del fascismo tales como la hegemonía del partido único (PSUV); la destrucción de todo tipo de oposición, salvo que sea colaboracionista; la total ausencia de separación de poderes y la destrucción del Estado de Derecho con pesos y contrapesos; la existencia de una ideología oficial que se impone a través del adoctrinamiento y la propaganda (el bolivarianismo chavista); la separación entre venezolanos patriotas (chavistas) y traidores (opositores); y en suma la combinación de partido y Estado en un solo estamento político que se impone a toda la sociedad.
El no tener una conexión histórica u orgánica con la Alemania de Adolfo Hitler y la Italia de Benito Mussolini, pero reteniendo al mismo tiempo las características esenciales de un régimen fascista, es lo que nos revela al Estado chavista como un verdadero neofascismo o quizás sea mejor decir un fascismo del siglo XXI. No se puede admitir que el régimen chavista es un fascismo de nuevo tipo sin actuar en consecuencia a esa caracterización. Porque entonces el debate cambiaría dramáticamente de eje. De la postura que ve en el chavismo a un mal gobierno que puede ser corregido mediante elecciones habría que cambiar a otra del tenor ¿cómo enfrentamos y sacamos del poder a un régimen fascista? Quizás por las graves consecuencias que implican enfrentarse a lo segundo es que varios políticos y analistas prefieren una denominación más ambigua e inocua como la de “régimen autoritario”.
Calificar al Estado chavista como una dictadura o un sistema autoritario es impreciso, pero resulta útil e instrumental a la hora de participar en elecciones “para aprovechar las pequeñas ventanas de libertad que ofrece el régimen y recuperar espacios (puestos) para la democracia.” Este participar en elecciones en forma recurrente no pasa de ser un esfuerzo simbólico o un ritual estrictamente gobernado por la religión del Estado.
La mejor demostración de que en Venezuela estamos frente a un Estado neofascista la pudimos apreciar el 28 de julio y los días siguientes. Los operadores del régimen chavista, las clientelas del PSUV y sobre todo los militares de diversos rangos saben y entienden que Nicolás Maduro perdió las elecciones frente a Edmundo Gonzalez.
Sin embargo, muy pocos o quizás ninguno de los agentes del Estado chavista consideran que lo correcto es entregar el poder frente a lo que fue la decisión de la mayoría. Todos ellos, con estricta racionalidad fascista, están convencidos de que la mayoría de ese pueblo se equivocó y fue manipulada por la extrema derecha al punto de votar contra sus propios intereses. Entonces es un deber patriótico de los iluminados chavistas salvar y reeducar a ese pueblo que no tiene conciencia de lo que ha hecho. Por eso los chavistas pueden admitir con desenfado que aunque hayan perdido las elecciones es correcto no entregar el poder, porque lo que está en juego, según ellos, es lo más sagrado que es la patria. La patria chavista, por supuesto.
La mezcla indiscriminada de las categorías de patria, estado y partido en una sola entidad deja como resultado a un régimen neofascista propio del siglo XXI con todas sus complicaciones y especificidades. Quienes aún se niegan a aceptar lo que es evidente insistirán en negociaciones, sanciones internacionales, y hasta más elecciones. Mientras pasa el tiempo, que es el activo más importante del que dispone el chavismo, el Estado chavista refinara con más precisión sus formas y métodos con la figura del llamado Estado Comunal.
Otros comenzarán a ver cierto paralelismo con los desenlaces ocurridos en Alemania e Italia al final de la segunda guerra mundial. Pero esto tampoco ayudaría mucho en el análisis si se considera que el escenario de la guerra es improbable en la medida que el régimen chavista respete ciertos protocolos internacionales, como de hecho ya lo hacen régimen del mismo corte como Cuba y Nicaragua.
Por los momentos el tema de debate para los venezolanos debería centrarse en cómo hacer oposición a un régimen neofascista hasta lograr su derrocamiento definitivo.- @humbertotweets
Humberto González Briceño
Uno y otro socialismo en torno a Maduro
Enrique Meléndez
La reacción de Daniel Ortega, al llamar arrastrados a Lula Da Silva y Gustavo Petro, viene a marcar una diferencia entre el socialismo dogmático, burocrático; sobre todo, soviético, hoy ruso, y el socialismo democrático, propiciado en un principio por François Miterrand (Francia) y Felipe González (España), y donde se acuñó el término Eurocomunismo. Aquí en Venezuela Teodoro Petkoff desenmascaraba esa aberración, que significaba dicho socialismo, a partir de una crítica que se permite hacer de la invasión, que propició la Unión Soviética a la antigua Checoeslovaquia, que daba muestra hacia finales de la década de 1960 de salirse de la entonces “cortina de hierro”, compuesta por dicha Unión Soviética y toda Europa del Este; órbita que le había quedado a Stalin, luego del reparto del mundo, que se produce finalizada la II Guerra Mundial, entre el susodicho, Roosevelt y Churchill; es decir, la órbita soviética. En ese sentido Petkoff, entonces dirigente del Partido Comunista de Venezuela, se destacaba como un teórico político; calificado por Leonid Brezhnev, como reformista de la doctrina marxista (Dictadura del Proletariado), como se le decía entonces a la gente, que se le permitía hacer críticas a lo que se decidía en el Soviet Supremo; cuando Petkoff hablaba de un socialismo democrático. No es extraño que en el medio venezolano se dé un pensamiento de avanzada en el ámbito político; que ya lo había observado Humboldt, cuando estuvo de visita en el siglo XIX en nuestros países, y de donde concluyó que, mientras México tenía genio para las letras y Bogotá para la filosofía, Caracas lo tenía para la política. El Libertador fue un pensador político; lo que lo demuestra con el Manifiesto de Cartagena y la Carta de Jamaica como primeras obras; como lo había sido Miranda. Quien le hace conocer Miranda a Chávez es Ricardo Lagos, en una visita que éste hace a Chile, y le muestra la biblioteca, en la que está recogida de una manera especial, toda la obra de Miranda; tomando en cuenta que Miranda fue tutor de O´Higgins, libertador de Chile, con el perdón de la digresión. En ese sentido, Petkoff venía a recoger esa tradición, que estuvo presente en los escritores positivistas, en especial, en Laureano Vallenilla Lanz, que sería el más leído por la brillantez de su prosa; además de Rómulo Betancourt; cuyo libro Venezuela, Política y Petróleo influyó mucho en esa generación de Petkoff y de aquellos que se van a separar de AD, para conformar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
Esas experiencias de socialismo democrático de Miterrand y González fueron exitosas, a pesar de que el entonces presidente francés no las tuvo fácil en un comienzo; tanto que se vio en la necesidad de devaluar la moneda. Recuerdo que González en una conferencia, que pronunció en una de sus visitas a Caracas, dijo que lo primero que le aseguró a Henry Kissinger, siendo éste secretario de Estado de EEUU, con ocasión de la primera entrevista, era que iba respetar la propiedad privada; que por aquí comienza a demostrar los principios democráticos, que manifiesta una persona. Es decir, por propiciar un régimen liberal y constitucional, tal cual se han erigido los Estados modernos; empezando por el nuestro, que arrancó en 1811. Como me dijo en una ocasión, en el marco de una entrevista, el historiador Germán Carrera Damas: nosotros hemos sido una sola República. ¿Con interrupciones? En efecto, mientras formó parte de la Gran Colombia. ¿Con aberraciones? En efecto, cuando se le colocó el cognomento de República Bolivariana. Igual procedieron Lula Da Silva en Brasil, Michelle Bachelet en Chile y hasta Evo Morales en Bolivia, es decir, respetaron la propiedad privada, y el estado de derecho.
He allí una marcada diferencia con respecto al socialismo dogmático, conocido también como socialismo real; pues eso es lo que aniquila al llegar al poder; mientras instala un totalitarismo sobre la base de un terrorismo de Estado. Razón por la que Lula y Petro, sobre todo, se ven obligados a tener que adoptar esa línea, de solicitarle la publicación de las actas a Nicolás Maduro, que justifiquen su victoria electoral, para poder reconocer su gobierno, de lo contrario estarían avalando un país sin un estado de derecho, que no se lo perdonaría la oposición de sus respectivos países. Hay dos agraviantes presentes en esta circunstancia: la oposición tiene las pruebas incontrovertibles del triunfo de Edmundo González Urrutia; la no publicación de las actas, por parte de la opción, que se dice ganadora, que fundamente dicho triunfo. Pero estalló por la tapa de la barriga Ortega y entonces comenzó a lanzar improperios contra Lula y Petro el dictador nicaragüense. Claro, Ortega le reclama a Lula y Petro; porque, como diría Chávez, son caimanes del mismo pozo; si tomamos en cuenta que las posturas que ha adoptado Gabriel Boric en Chile, ya hablan de otro socialismo. Boric se ha permitido decirle a Maduro que es un violador de los derechos humanos en su cara; lo que nunca se le ha visto tanto al brasileño, como al colombiano. Desde un principio Boric reconoció el triunfo de González Urrutia, y desconoció la sentencia, emanada de la Sala Electoral del TSJ, que avala el triunfo de Nicolás Maduro; contraviniendo, en ese sentido, la línea del Partido Comunista Chileno, que lo llevó al poder, y donde figuran en su gabinete varios ministros, dirigentes de dicha organización marxista, muy identificada con La Habana, y la que reconoce el triunfo de Maduro.
El propio López Obrador, que era el más guabinoso, también terminó pidiéndole la publicación de las actas, de marras, a Maduro; salvo el eje del mal representado por Rusia, Cuba; la España de Rodríguez Zapatero, que no la de Felipe González, China, además de Nicaragua, y de cuyo gobierno se ha copiado Maduro en su proceder a la manera de Jalisco: si no gano, arrebato. Es aquí donde se observa que el bárbaro se burla de su sociedad; razón por la que no le interesan los principios del honor.
Enrique Meléndez
(X) @emelenedezo
IMAGEN SUPERIOR: Daniel Ortega ataca a Lula y Petro y ofrece "combatientes sandinistas" a Maduro, por cortesía de Cooperativa.cl
Lula y Petro auxilian a Maduro
Por: Humberto González Briceño
Las gestiones de buenos oficios ofrecidas por los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva; Colombia, Gustavo Petro; y México Andrés Manuel López Obrador para ayudar a encontrar una salida negociada en Venezuela están condenadas al fracaso desde el principio.
Varios factores, conocidos de antemano por otros gobiernos, se presentaban como obstáculos reales a la tan socorrida solución negociada. Sin embargo, la administración Biden encontró una forma para enmascarar su ausencia de políticas hacia Venezuela y discretamente anunció que prefería postergar cualquier decisión relevante en espera a los resultados de las gestiones de Brasil, Colombia y México.
Mientras tanto el Departamento de Estado Norteamericano continuaría con su política ambigua de reconocer el triunfo de Edmundo Gonzalez en Venezuela, pero sin llegar al extremo de reconocerlo como Presidente electo, pequeña y significativa distinción acompañada de múltiples exhortos para una transición de gobierno pacífica.
El primer problema con la gestión ofrecida por Brasil, Colombia y México es la afinidad ideológica y política de los presidentes de estos países con Nicolás Maduro. No mucho se podría esperar de estos tres socios miembros del Foro de Sao Paulo que no han dudado en justificar que el chavismo siga en el poder al precio que sea.
A esto habría que agregar que estos tres países cuentan cada uno con regímenes políticos que se autodefinen como democráticos donde, con sus fallas, existe Estado de Derecho. Esto significa que en estos tres países existe división de poderes, hay pesos y contrapesos y los electores pueden expresar con libertad sus preferencias.
Cualquier posición de estos tres presidentes hay que verla en el contexto de la política interna de su respectivo país, aunque en unos tengan más incidencia que en otros.
Andrés Manuel López Obrador por ejemplo se desmarcó bien temprano de esas gestiones, no sin antes reafirmar que abogaba por una solución entre venezolanos en el marco jurídico y político de Venezuela sin ningún tipo de injerencia. AMLO también dejó claro que rechaza las sanciones contra el régimen de Maduro y en los últimos días pidió que el CNE muestre las actas tal como había ordenado el TSJ. Esto último parece una imprecisión del presidente mexicano ya que el TSJ se limitó a convalidar los resultados del 28J y no ordenó al CNE presentar actas.
¿Por qué la postura de AMLO parece más inclinada a favorecer abiertamente a Nicolás Maduro? Porque en México ya pasaron las elecciones y no hay el riesgo de que los electores castiguen con su voto la afinidad de López Obrador o de Claudia Sheinbaun Presidenta electa con el régimen chavista de Venezuela. De hecho una invitación a Nicolás Maduro para la toma de posesión de Sheinbaum el 1ro de Octubre dejaría muy clara la postura del Estado mexicano sobre este asunto.
La situación de Lula y Petro es diferente a la de AMLO. El primero ha perdido apoyo popular según las encuestas y su coalición se enfrenta a los seguidores de Bolsonaro en las elecciones municipales a celebrarse en Octubre de este año. Lo último que quiere Lula es aparecer como aliado del régimen que literalmente se roba las elecciones para seguir en el poder y que los electores lo castiguen con el voto.
En situación similar se encuentra Gustavo Petro cuya popularidad se ha desplomado como resultado de una gestión mediocre y quien deberá contarse electoralmente en el 2026. Es muy difícil convencer a los colombianos, y menos aún a los electores independientes, de las bondades para Colombia de una alianza Petro-Maduro cuando el tirano venezolano es percibido como quien que se robó las elecciones.
A pesar de tener afinidades ideológicas y francas relaciones políticas con el régimen chavista de Nicolás Maduro, tanto Lula como Petro están obligados a embarcarse en una delicada maniobra que auxilie al chavismo al tiempo que aparecen como distantes de él abogando por una solución negociada. Solución negociada que ellos saben muy bien, al igual que AMLO, no es viable porque conocen de cerca a su socio y de sus intenciones de perpetuarse en el poder.
Al fracasar estas gestiones, como lo podemos constatar por el tono del comunicado suscrito por Lula y Petro, estos dos presidentes habrían quedado bien con sus respectivos electores argumentando que hicieron sus mejores esfuerzos entre las partes para lograr una salida negociada. También habrían quedado bien con millones de venezolanos al pedir, una vez más, que se publiquen las actas desglosadas por mesa de votación. Lamentablemente no se pudo, dirán con fingida resignación. Eso sí, que nadie se llame a engaño. Brasil y Colombia no suspenderán sus relaciones con Maduro ni apoyaran sanciones contra el régimen chavista, aunque este se niegue a mostrar las actas.
Pero el chavismo logra, una vez más, retener su activo más preciado en momentos de crisis: Tiempo. Ganar tiempo es un aspecto esencial en la estrategia del chavismo para demorar decisiones y acciones más puntuales de otros gobiernos que posiblemente llegarán hasta Enero del 2025 esperando por los resultados de las gestiones de Lula y Petro.
Es un tiempo que en las actuales condiciones opera en favor del chavismo ya que la erosión de su poder político no se puede equiparar al desgaste físico y emocional de millones de venezolanos civiles y desarmados que, sin un horizonte específico de lucha, podrían caer fácilmente en la desesperanza y la frustración.
Tiempo para que el chavismo llegue más cómodamente al 10 de enero del 2025 es el mejor regalo que Lula y Petro le han podido obsequiar a Nicolás Maduro porque propagan la falsa esperanza de una solución negociada. Ojala que los partidos de oposición en cada uno de esos países tengan la claridad de denunciar la alianza activa y militante de Lula y Petro con el neofascismo chavista. Está bien que ayuden a su socio, pero que también paguen por ello.- @humbertotweets