VIDA Y MUERTE: ¿MISTERIOS O SOMBRAS? Por: Sammy Landaeta Millán.
El sábado 22 de Abril del 2006, en el marco del evento “acuéstate por la vida” auspiciado por jóvenes universitarios, mas de 80.000 personas, nos acostamos en la Avenida Francisco de Miranda, del municipio Chacao en Caracas, Venezuela. En dicho acto reclamamos una política efectiva de seguridad que contrarreste la acción del hampa y la incapacidad del desgobierno para combatirla. Lo hicimos con el firme propósito de rechazar la ocurrencia de 70.000 muertes en siete años de ejercicio del Gobierno Bolivariano y Revolucionario de Hugo Chávez Frías, porque tenemos el derecho de exigir transparencia y veracidad en las investigaciones. Y debemos poseer la garantía estatal de preservar la VIDA de las personas, ya que hemos notado, que cuando estas sucumben por cualquier causa, su muerte se transforma en verdaderos casos de misterios y sombras.
En el abominable secuestro y asesinato de los hermanitos Faddoul y su chofer, Miguel Rivas, suceso que conmociono al mundo entero, la incapacidad manifiesta del Fiscal General de la Republica, Dr. Isaías Rodríguez nos dejó atónitos. Se cometió un grave error en el sentido de “autorizar la cremación” de los cuerpos de los niños. Eso es inaudito, en materia de homicidios y casos medico legales, porque las evidencias que podrían evaluarse en un futura exhumación de cadáveres se eliminaron, por causas de una “supuesta humanidad del régimen.” Así se resuelva el caso, el mismo no recibió el tratamiento adecuado para preservar las evidencias y cometieron un imperdonable error.
La historia reciente de muertes accidentales por diversas índoles estigmatiza al gobierno revolucionario como un régimen peligroso con vicios que demuestran una mala política de seguridad ciudadana. Pero no solo las calles y las cárceles, son espacios abiertos o cerrados de muertes sin respuesta. También en la Fuerza Armada Nacional se han escenificado diversas tragedias que desdicen mucho de su administración y la mayoría de los sucesos que se conocen, se sesgan, se clasifican, se mantienen en secreto o sus investigaciones administrativas no concurren a nada, o simplemente quedan impunes.
Recordemos que en el año 2001 el Teniente (Ej.) Alessandro Sicatt Torres, roció de thiner a tres soldados en la sala disciplinaria del Batallón de Cazadores del Fuerte Paramacay con sede en Maturín, Estado Monagas y en ese caso el indicado fue absuelto y luego recusado una vez que la Cuarta División Blindada de Maracay solicito la detención y encarcelamiento del Oficial. Posteriormente, en marzo de 2004 fueron incinerados en la sala disciplinaria de Fuerte Mara, Estado Zulia, 8 soldados del Ejército venezolano. Diversas versiones circularon en torno al caso. Se especuló sobre la tesis de un plan de fuga o sobre el supuesto de haber firmado contra el presidente Chávez en pro de la solicitud del un referendo revocatorio. Al final tres médicos y un soldado resultaron imputados por el caso de esos militares quemados. Otro evento que también acaparó la atención fue el fallecimiento de los soldados Rómer Lujan y Raúl Royet quienes resultaron quemados en una celda de castigos del Batallón de Cazadores del Ejercito, Manuel Cedeño, con sede en Cumana, Estado Sucre. ¿De que abominable cultura aprenderían la FAN, esas nefastas practicas?
Sabemos y conocemos cual ha sido el “tratamiento revolucionario” con respecto a las muertes del 11 de abril del 2002. Allí se mantienen una especie de ensayo y error para aportar la mejor tesis que beneficie al proceso revolucionario. Pero quisiéramos indagar en otros aspectos. El 19 de abril de 2006, día de la firma del acta de la independencia nacional se cumplieron cuatro años del accidente aéreo del Helicóptero Súper Puma Cougar, siglas 4423 que se precipitó a tierra en el Callejón de Tacagua, Estado Vargas. A todos los venezolanos nos asiste el derecho de recordarle a la colectividad nacional e internacional que en ese hecho se reflejaron muchas dudas después del regreso de Hugo Chávez, para usurpar el poder. Allí perecieron 10 profesionales que pertenecieron durante toda una vida a la Fuerza Aérea Venezolana y a la hora de su deceso, lo hicieron como integrantes de La Aviación Militar, de la era revolucionaria.
Con tristeza recordamos a los dignos profesionales que se fueron. Con extrañeza pudimos observar en algunos de ellos, un arraigo revolucionario apresurado, y con dolor honramos su memoria. Con curiosidad observamos que dentro del mencionado helicóptero fallecieron algunos de los oficiales generales que formaron parte de la “operación restitución de la dignidad militar” y fueron auténticos artífices de la restitución de Hugo Chávez en la presidencia, después del 11 de Abril del 2002. Dos días antes del accidente, en ocasión de recibir el cargo del Comandante General de la Aviación el G/D Luís Alfonso Acevedo Quintero se pronunció en los siguientes términos: “La FAN y en especial la Aviación Militar quieren estar activamente en la vanguardia de la Venezuela que renace al calor de un nuevo esquema democrático” ¡En el tiempo el sistema democrático lo hemos visto desmoronarse!
Aún cuando ya estábamos en situación de retiro y en franca oposición al desgobierno de Hugo Chávez, en nuestra condición de piloto instructor de los sistemas de helicópteros súper puma, fuimos llamados a una reunión de consulta por parte de la Junta Investigadora de Accidentes de la Aviación Militar. Sugerimos diversas aspectos que podrían conducir al esclarecimiento de las causas del accidente pero quedaron en el aire tres presuntas apreciaciones no aceptadas por nadie: Sabotaje, motín abordo y derribo del aparato. Quizás las voces y las dudas de los compañeros, amigos, subalternos y superiores medios, también fueron acalladas por la política gubernamental de “ascensos post- mortem.”
Poco tiempo después vimos que nuevamente la tragedia se cernía sobre la aviación militar revolucionaria, el 22 de Agosto de 2004 se precipitó a tierra en la zona de Mariara, Estado Carabobo un avión de trasporte de tropas, falleciendo 10 militares y 15 civiles que provenían desde la Isla La Orchila, las causas fueron atribuidas al mal tiempo. El 10 de diciembre de 2004, fallece el Inspector General de la Guardia Nacional, G/D (GN) Rafael Dubront Torres y 15 personas más, en un accidente aéreo, al estrellarse un avión de ese componente en la inmediaciones de El Junquito, Estado Miranda. En marzo de 2006, en un indeterminado accidente fue hallado siniestrado en el Estado Amazonas, el helicóptero Sikorsky, donde viajaban tres civiles y cinco militares. Allí fallecieron Los capitanes Jhojan Flores y Willy Salvatierra, los sargentos Raúl Bárrase y Ericsson Marín, miembros de la tripulación. Además del Teniente coronel (Ej.) Jesús Rodríguez, el señor Germán García y la Doctora Mileidys Campos. La medico Isvelis Villegas fue la única sobreviviente. ¿Quién explica tantos accidentes aéreos?
Otro caso que nos ocupan es la muerte accidental del G/B (Ej.) Tomás Moncanut Avella y un gerente de PDVSA quienes efectuaban una prueba de un vehículo “Tiuna” en las instalaciones del Fuerte del mismo nombre y finalmente, nos sorprendió la muerte violenta del Coronel (Ej.) Ender Granadillo Perozo, en Maracaibo, Estado Zulia, a manos presuntos sicarios. Dicho oficial, fue administrador del Ministerio de la Defensa y director de Finanzas durante las gestiones del G/J (Ej.) Luís García Carneiro García. ¿Qué pasó?
No basta con referir los homicidios y accidentes. Relacionar sus estadísticas y protestar por el derecho a la vida. El país nacional tiene el derecho a saber y conocer las causas de muerte de los involucrados, más aún cuando se advierte que algo muy turbio puede estar pasando en la institución militar ¿Cuantos más, deben perecer para saber la verdad? ¿Por qué tanto misterio? ¿Que se oculta?
Cita: “A la sombra del misterio no trabaja sino el crimen”.
Simón Bolívar.
Coronel (Av.) Sammy Landaeta Millán.Caracas, 24 de Abril de 2006