Fernando Ochoa Antich // Grata sorpresa
En mis declaraciones siempre he destacado la importancia del artículo 328 de la Constitución de 1999. En él se afirma que "la Fuerza Armada constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la nación… En el cumplimiento de sus funciones, está el servicio exclusivo al país y en ningún caso al de persona o parcialidad política". Justamente, esta definición constitucional es lo que obliga a los jefes militares a no confundir los fines del Estado con los objetivos políticos de un gobierno en particular. Hacerlo compromete el destino de la Fuerza Armada. Las instituciones son permanentes, los gobiernos transitorios. Ese error lo cometieron los jefes militares del tiempo del general Marcos Pérez Jiménez. El 23 de enero y los años posteriores, los militares sentimos el rechazo popular.
Ayer tuve la necesidad de visitar Fuerte Tiuna. Lo hice con la finalidad de resolver algunos problemas personales. Tenía varios años sin hacerlo. Lo evito para no perjudicar a mis compañeros de armas, ya que es más que conocida mi posición de absoluto rechazo al régimen imperante. Estaba convencido, así lo hace ver la prédica de Hugo Chávez y ese vergonzoso eslogan: socialismo, patria o muerte, que los pilares fundamentales de la Fuerza Armada: apoliticismo, disciplina y subordinación se encontraban totalmente debilitados. Recibí una grata sorpresa. El comportamiento militar fue absolutamente correcto. Observé no sólo una marcada disciplina, demostrada en el saludo militar y lo correcto del uniforme, sino la atención respetuosa y cordial tanto para conmigo como con otros oficiales retirados, dando demostraciones de marcado compañerismo y de un sólido espíritu de cuerpo. Además, la propaganda existente en los medios de comunicación de los organismos militares fue absolutamente institucional.
Esta realidad me hizo comprender las razones de la reforma de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada aprobada recientemente en primera discusión en la Asamblea Nacional. La anterior ley obligaba a que las milicias fueran constituidas fundamentalmente por oficiales y soldados provenientes de la reserva de la Fuerza Armada. Esta circunstancia garantizaba que los valores tradicionales de nuestra institución fueran transmitidos a las milicias. Al lograrlo, se limitaba su capacidad de combate en caso de tener que enfrentar a las unidades regulares de la Fuerza Armada durante una crisis interna. Ahora, el adoctrinamiento marxista será mucho más fácil. Los jóvenes que formen esos cuadros no tendrán formación previa y serán cuidadosamente seleccionados entre los partidarios del oficialismo.
Ojalá que los Altos Mandos perciban el peligro que esa nueva orientación de la milicia representa para la institución armada. La historia es aleccionadora. No haber entendido a tiempo los peligros que significaba para la Fuerza Armada Alemana la creación de la SA y de la SS comprometió trágicamente el destino de Alemania. La incapacidad que demostraron sus altos mandos para negociar una rendición con Estados Unidos e Inglaterra, que evitara la conquista rusa del territorio alemán y su posterior división, se debió en mucho al control que esas organizaciones mantuvieron sobre la estructura militar alemana. La sangrienta represión que hubo en contra de los oficiales comprometidos en el atentado en contra de Adolfo Hitler, en 1944, limitó totalmente su iniciativa. La historia del mundo hubiese sido distinta.
Fuente: El Universal/Opinión