El desprestigiado Bolívar
Oswaldo Álvarez Paz
Lunes, 11 de enero de 2010
En esta trágica década hemos llegado a extremos inimaginables. El bolívar, maltrecho y deteriorado como nunca, el viejo o el nuevo, el mal llamado fuerte o el débil, no vale nada. Solo sirve para erosionar, aún más de lo logrado por la retórica perversa de Chávez, el nombre de Bolívar. Las nuevas medidas cambiarias son la mayor confesión de fracaso e incompetencia de gobierno alguno en la historia. Bolívar no merece que lo utilicen como baratija en esta farsa malévola. Lo que les importa es el calumniado dólar americano y la posibilidad de convertirlo en muchos bolívares para el gobierno en un año electoral. No les importa el costo de la vida, el sufrimiento de los pobres, la escasez alimentaria, la ruina del aparato productivo, la baja calidad de las importaciones, el desastre de la salud y la educación, el deterioro imponente de la infraestructura del país, el desempleo, ni la inseguridad de las personas y de los bienes. La apuesta del gobierno es en la misma dirección que ha determinado su fracaso. Los resultados son fáciles de prever. Hay demasiadas señales de peligro como para cruzarnos de brazos. La memoria de Bolívar pudiera empezarse a rescatar cambiando el nombre a la moneda. El debate revelaría muchas cosas. Lo demás también está por discutirse. Me refiero al rumbo económico y financiero del país. Un gran paso sería la dolarización de la economía y la recuperación de la autonomía del Banco Central para que reasuma la dirección de la política monetaria. Para hacerlo hay que cambiar de presidente, de gobierno y de régimen. ¿Es imposible?