Pedro Lastra
MINISTRO TIRAPIEDRAS CON CAPUCHA PROPIA SE BUSCA
¿Quién iba a creer hace quince años que los recoge latas que todos los jueves se encapuchaban para cometer sus fechorías desde los alrededores de Las Tres Gracias o la Plaza Venezuela, trancando el ingreso a la UCV y paralizando Caracas de cabo a rabo terminarían asaltando el gobierno y disfrutando de las mieles del Poder?
Seamos francos y sinceros: absolutamente nadie. Ni Pompeyo Márquez ni Felipe Mujica, ni Teodoro Petkoff ni Gabriel Puerta Ponte, ni siquiera Francisco Soto Rojos o Carrera Damas – el bolchevique -, Héctor Pérez Marcano o Américo Martín, guerrilleros unos y tribunos plebeyos otros. Nadie de la izquierda democrática con dos dedos de frente podía imaginar que unos repitientes que no sabían leer ni escribir, malandrines y hampones dignos de una película de matones de barrio del cine mexicano como Elías Jaua o Tarek El Aissami – ambos de proveniencia islámica, sea dicho en honor del judeo-cristianismo occidental – terminarían controlando los dos resortes esenciales del buen o muy mal funcionamiento del gobierno venezolano: el ministerio del interior y la vice presidencia de la república.
Pues tanta agua ha corrido bajo los puentes en estos once años de revolución bolivariana, tanto atropello se ha cometido contra la cosa pública, tanto uniformado se ha desgastado en las faenas de (des)gobierno, tanta decadencia ha corroído el cuerpo de la Nación dejándola en la tumefacción en que hoy se encuentra que hete aquí al teniente coronel sin más recursos humanos a los que recurrir en caso de emergencia como la gravísima que hoy vivimos que estos dos imberbes, este par de analfabetas, tirapiedras y encapuchados para entregarle sendas llaves de los bastiones de la república. Coronando la faena con un ex chofer de metrobús en afanes diplomáticos. La propia trilogía del desparpajo. El mundo fue y será una porquería, ya lo sé. ¡Ay, Enrique Santos Discépolo, si vivieras en Venezuela!
Desde febrero de 1999 hasta el día de hoy han pasado por ambos cargos lo dizque mejorcito del circo de los Hnos. Chávez. Desde don Luis Miquilena a José Vicente Rangel. Desde el comandante Dávila a Lucas Rincón Romero, desde Diosdado Cabello a Jesse Chacón Escamillo, desde Ramón Rodríguez Chacín hasta Ignacito Arcaya. Y pare usted de contar. Generales trisoleados, coroneles latifundistas, capitanes agalludos, tenientes de voraz parentela, diplomáticos de foulard y partagaz, periodistas intrigantes y tenebrosos, próceres de estirpe cuartorepublicana y bates quebrados. ¿Pero un par de tirapiedras y encapuchados sin más curriculum que unos vidrios destrozados y un par de molotov lanzadas contra la destartalada ballena de tiempos de CAP 2?
¿Qué peste le habrá caída a Aguila 1 como para desconfiar hasta de su madre, quedarse sin uniformados leales y sacrificados, verse tras diez años de omnipotencia carente de intelectuales y políticos de alcurnia y tan, pero tan sin tener quien le escriba que no le queda más remedio que echar mano de este par de ágrafos pillastrines? ¿Este era el recambio para Ramón Carrizales, un pendejo cabeza caliente y provocador consuetudinario sin otra aparente virtud que “ser joven y honesto”? ¿Cómo si el serlo fuera un atributo excepcional de este gobierno de asaltantes y filibusteros?
Mal, muy mal deberás estar Hugo Chávez, como para irte reduciendo a la célula rojo rojita de los encapuchados de la UCV. Se te acabó lo que se te diera. Estás demasiado solo y arrinconado, panita. Y si se te ocurre encumbrar a algún chulo cubano al staff del Estado Mayor, ve despidiéndote. Mejor mantener los buenos modales de La Hojilla, Parte 2. Nostálgica y melancólica. Buen comienzo para un fade out. ¡Ciao, ciao bambino!
Pues tanta agua ha corrido bajo los puentes en estos once años de revolución bolivariana, tanto atropello se ha cometido contra la cosa pública, tanto uniformado se ha desgastado en las faenas de (des)gobierno, tanta decadencia ha corroído el cuerpo de la Nación dejándola en la tumefacción en que hoy se encuentra que hete aquí al teniente coronel sin más recursos humanos a los que recurrir en caso de emergencia como la gravísima que hoy vivimos que estos dos imberbes, este par de analfabetas, tirapiedras y encapuchados para entregarle sendas llaves de los bastiones de la república. Coronando la faena con un ex chofer de metrobús en afanes diplomáticos. La propia trilogía del desparpajo. El mundo fue y será una porquería, ya lo sé. ¡Ay, Enrique Santos Discépolo, si vivieras en Venezuela!
Desde febrero de 1999 hasta el día de hoy han pasado por ambos cargos lo dizque mejorcito del circo de los Hnos. Chávez. Desde don Luis Miquilena a José Vicente Rangel. Desde el comandante Dávila a Lucas Rincón Romero, desde Diosdado Cabello a Jesse Chacón Escamillo, desde Ramón Rodríguez Chacín hasta Ignacito Arcaya. Y pare usted de contar. Generales trisoleados, coroneles latifundistas, capitanes agalludos, tenientes de voraz parentela, diplomáticos de foulard y partagaz, periodistas intrigantes y tenebrosos, próceres de estirpe cuartorepublicana y bates quebrados. ¿Pero un par de tirapiedras y encapuchados sin más curriculum que unos vidrios destrozados y un par de molotov lanzadas contra la destartalada ballena de tiempos de CAP 2?
¿Qué peste le habrá caída a Aguila 1 como para desconfiar hasta de su madre, quedarse sin uniformados leales y sacrificados, verse tras diez años de omnipotencia carente de intelectuales y políticos de alcurnia y tan, pero tan sin tener quien le escriba que no le queda más remedio que echar mano de este par de ágrafos pillastrines? ¿Este era el recambio para Ramón Carrizales, un pendejo cabeza caliente y provocador consuetudinario sin otra aparente virtud que “ser joven y honesto”? ¿Cómo si el serlo fuera un atributo excepcional de este gobierno de asaltantes y filibusteros?
Mal, muy mal deberás estar Hugo Chávez, como para irte reduciendo a la célula rojo rojita de los encapuchados de la UCV. Se te acabó lo que se te diera. Estás demasiado solo y arrinconado, panita. Y si se te ocurre encumbrar a algún chulo cubano al staff del Estado Mayor, ve despidiéndote. Mejor mantener los buenos modales de La Hojilla, Parte 2. Nostálgica y melancólica. Buen comienzo para un fade out. ¡Ciao, ciao bambino!
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Alberto Rodríguez Barrera