La Faja roja rojita del Orinoco. Por: José Toro Hardy
Más que las reservas probadas de petróleo de Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Qatar y Libia juntas
A pesar de las febriles fantasías del animador de TV -quien parece creer que la Faja nació con los rojos rojitos- la realidad es que la misma se conoce desde hace varias décadas. El primer pozo, el Canoa N°1, se perforó en 1935. Las asombrosas reservas que estaban apareciendo ameritaron que en 1974 se creara en el Ministerio de Energía y Minas una Dirección específica para la Faja Petrolífera del Orinoco. Desde antes de los 90 ya se sabía que las reservas in situ (en sitio) de la Faja eran del orden de 1,3 billones de barriles; es decir, se trataba de la mayor acumulación de petróleo que existe en el mundo.
Abarca un área mayor al territorio de toda Costa Rica. El verdadero problema es que se trata de crudos extra pesados, con alto contenido de vanadio, residuos metálicos y azufre, que difícilmente fluyen por un oleoducto, que no eran comercializables en su estado natural y para colmo no existían tecnologías que permitiesen la explotación económicamente viable de tan vasta reserva.
Consciente de que ese enorme potencial no se podía desperdiciar, Pdvsa suscribió -entre 1993 y 1997- cuatro asociaciones estratégicas. Cada uno de los convenios fue aprobado por el Congreso Nacional. La prioridad era el desarrollo de la tecnología. La única forma de atraer a los inversionistas fue otorgarles incentivos al principio del contrato para atenuar los riesgos. Se logró por vía de rebajas temporales de la regalía.
La fórmula resultó un éxito. De una simple expectativa, la Faja pasó a ser la realidad más importante de la industria petrolera venezolana. Aquellas empresas realizaron inversiones del orden de los 14.000 millones de dólares y, gracias a ello, se lograron las tecnologías para convertir esos crudos indeseables en crudos sintéticos de alto valor en los mercados.
El U.S. Geological Service estimó recientemente que en la Faja existen 530.000 millones de barriles de reservas económicamente explotables; es decir, más que las reservas probadas de petróleo de Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Qatar y Libia juntas. Esa cifra representa más de 645 años de explotación al ritmo actual de producción de Venezuela.
Para colmo, cuando se firmaron aquellos cuatro convenios, el precio del WTI oscilaba en torno a los 14 dólares por barril y hoy ronda los 75. Las potencialidades de la Faja son asombrosas.
Pero veamos ahora cuáles son los logros de la Pdvsa roja rojita. Lo más importante fue que le impusieron nuevas condiciones a los socios, que aunque podían haberse logrado por vía de negociación, se optó por chantajearlos: o aceptaban las condiciones o se largaban del país. Algunas aceptaron (pensaron que las locuras no durarían para siempre) y otras como Exxon Mobil y Conoco Phillips están demandando el incumplimiento del contrato mediante arbitrajes internacionales.
Quizás el logro más llamativo fue el de cambiarle el nombre a los convenios. Ahora en vez de Cerro Negro, Sincor, Petrozuata y Hamaca, fueron rebautizados con nombres épicos como Boyacá, Junín, Carabobo y Ayacucho (¡típico!); sin embargo, la producción cayó desde 650.000 barriles diarios hasta unos 420.000.
Disponiendo ya de una tecnología comprobada, de gigantescas reservas probadas y de precios atractivos, las oportunidades para Venezuela en el desarrollo futuro de la Faja lucían infinitas. Alguna vez el ministro Giordani afirmó que tendríamos que quitarnos los inversionistas a sombrerazos.
El gobierno rojo rojito decidió entonces licitar nuevas áreas en la Faja. Se inició el proceso en el área Carabobo. Para asombro de todo el mundo fue necesario aplazar en cuatro oportunidades el proceso. Finalmente tuvo lugar hace pocos días y apenas si se presentaron dos consorcios interesados (¡¡sólo dos!!). Asombrosamente ni China ni Rusia ni Francia ni Brasil mostraron interés. De EEUU sólo se presentó Chevron. Preocupado, el ministro del ramo se montó en un avión y se fue a Rusia para rogarles que participaran en un nuevo contrato en el área Junín, que por lo visto se asignará a dedo. Quién sabe qué les habrá ofrecido. Hay motivos para suponer que la soberanía podría quedar comprometida.
No importa cuáles sean las oportunidades, sin seguridad jurídica y condiciones poco realistas, serán pocos los interesados. La lección es que si este gobierno rojo rojito sigue actuando con tanta irresponsabilidad, muchos venezolanos podrían ser enterrados en uno de los territorios más ricos del mundo, después de llevar una vida de miserias.