ALEJANDRA DE VENGOECHEA / AGENCIAS |  BOGOTÁ //Martes, 30 de Marzo de 2010     
El sargento Pablo Emilio Moncayo llegó hoy a la ciudad  colombiana de Florencia como un hombre libre tras doce años cautivo por  las FARC, que lo entregó a una misión humanitaria encabezada por la  senadora Piedad Córdoba. 
El helicóptero de las Fuerzas Armadas de Brasil que lo  trasladó desde la selva llegó al aeropuerto de Florencia, en el sureño  departamento de Caquetá, a las 17.40 hora local (22.40 GMT), tras un  operativo exitoso que se vio ensombrecido por las inclemencias del  tiempo y las fuertes lluvias que arreciaron hoy en la zona. 
Inmediatamente después de bajar de la aeronave, Moncayo,  que fue secuestrado cuando tenía 19 años, se fundió en abrazos con sus  padres, Gustavo Moncayo y María Estela Cabrera, para después tomar en  los brazos a su hermana de cinco años que no conocía, pues nació durante  su trágico secuestro. 
El sargento fue recibido por otros familiares, saludó a  todos, a sus hermanas, a su sobrino, que tampoco no conocía, y volvió a  abrazar a su padre, con quien elevó los brazos dejando al descubierto  las cadenas que el profesor Moncayo ha llevado alrededor de su cuello y  sus manos en los últimos años. 
Estas cadenas han sido el símbolo de la tragedia del  secuestro en Colombia y similares a las que portó su hijo como cautivo  en la selva. 
Pablo Emilio, ya con 32 años y su juventud perdida,  caminó por la pista del aeropuerto de Florencia y mostró aparentemente  buen estado de salud, vestido con traje militar y con una gorra sobre su  cabeza también perteneciente a la Fuerza Pública. 
En medio de la emoción, Moncayo recibió flores blancas y  un globo blanco, que rápidamente soltó y se esfumó en las alturas, como  símbolo de libertad. 
Con Moncayo libre, aún quedará otra veintena  de uniformados cautivos, entre ellos Libio José Martínez, quien cayó en  poder de los insurgentes el mismo día que Moncayo, el 21 de diciembre de  1997.  
 «Veo al profe Moncayo  con el rostro de alegría»“Veo al profe Moncayo con el  rostro de alegría. La madre, como siempre, con esperanza en su mirada.  Nos vamos elevando”. Estas fueron las últimas frases tecleadas desde el  helicóptero a través de la red social Twitter escritas por la senadora  Piedad Córdoba, la persona encargada de traer libre a Pablo Emilio  Moncayo. 
La liberación ha sido una de las más  simbólicas en Colombia, país donde al menos 80 personas siguen  plagiadas pese a que el secuestro en este país disminuyó un 85%. Moncayo  no sólo es el secuestrado que más tiempo lleva en manos de la primera  guerrilla del continente. Su padre, el profesor Gustavo Moncayo, de 57  años, empezó en 2007 un recorrido a pie por Colombia y el mundo  encadenado de pies a cabeza para mostrarle al mundo que tenía un  hijo muerto en vida.
Poco antes de que despegara el helicóptero con Córdoba,  un jerarca de la Iglesia católica, dos miembros de la Cruz Roja  Internacional y seis miembros del Ejército brasilero, país que ha  servido de mediador en las liberaciones unilaterales de las FARC, María  Estela Cabrera, la madre de Moncayo, dijo querer congelar el tiempo para  besar eternamente a su “negro”, como le dice a su hijo. Confesó tenerle  como regalo de bienvenida un cubre cama y un cojín bordado. También le tiene servida su comida preferida. Moncayo, quien fue  secuestrado el 21 de diciembre de 1997 cuando protegía el estratégico  cerro de Patascoy, al sur del país, se encontrará con que vive en una  casa nueva y con que tiene una cuarta hermana, Laura Valentina, de  5 años. También sabrá que esa novia que dejó, a la que le  escribió pidiéndole que lo esperara, hoy está casada y tiene dos hijos. 
“Me imagino que ese momento será imborrable... siento  nervios, pero cuando lo vea quisiera detener el tiempo para quedarme a  su lado”, dijo María Estela. 
En uno de los artículos más elocuentes que hasta el  momento se han publicado sobre las consecuencias del secuestro en las  familias de Colombia, María Estela contó lo siguiente. “Nadie sabe el  drama que viven las familias de un secuestrado (…). El secuestro trajo  como resultado la fragmentación de la familia. Una relación ya  deteriorada por el dolor. Nos quitaron 12 años y tres meses de una vida  normal, de por lo menos dormir tranquila. Con Gustavo íbamos a fiestas y  éramos bailarines. Eso terminó para nosotros. Para no hundirme en el  dolor, me uní más a mi trabajo. Eso ayuda a no angustiarse tanto (…). No  quería ser del grupo de personas que después de sufrir un dolor muy  grande han terminado sumidos en el alcohol y la droga”, dice esta mujer  en un artículo publicado en el portal de internet de la antigua revista  Cambio.
Moncayo padre poco antes de partir a las selvas del sur  para recibir a su hijo le dijo a este diario que sentía ese encuentro “como si  fuera el nacimiento más prolongado de la historia. Como si  estuviera próximo a tocar las estrellas”. Con Moncayo libre, aún quedará  otra veintena de uniformados cautivos, entre ellos Libio José Martínez,  quien cayó en poder de los insurgentes el mismo día que Moncayo, el 21  de diciembre de 1997.
Fuente: ABC.es/España 




